Una hilera de mesas de bar, puestas perpendiculares a la pared del fondo, formaba la presidencia de la asamblea que como era habitual, celebraban los mozos para concretar las actividades de la semana cultural de verano y el concierto que, como todos los años, tendría lugar coincidiendo con el primer sábado del mes de agosto, fecha que, en un principio, se había tomado por estar lo más cercana al 3, festividad de San Esteban patrón del pueblo y que ahora, con el auge de los festivales, era el único encaje posible para no coincidir con otros en otros pueblos y localidades que ofertaban el mismo tipo de evento.
Presidía la mesa el “Estirao”. Un joven de aspecto impecable, pelo siempre arreglado, pulóver con el cocodrilo a la altura de la teta, pantalones de tergal sin arrugas y zapatos lustrosos castellanos. Jorge, “el Estirao” era el hijo del boticario y a pesar de que por su aspecto podría ser el yerno requerido por la mayor parte de las señoras con hijas mozas, en realidad era un tipo obtuso, poco dialogante, que siempre intentaba imponer su criterio y que, en demasiadas ocasiones, había provocado pérdidas patrimoniales a los miembros de la peña de jóvenes ya fuera por su empeño en traer grupos cuyo repertorio no gustaba al personal ya fuera, porque «alguien» metía mano en la caja.
A su derecha, Maudilia, una joven pelirroja, pantalones vaqueros ajustados, camisa abotonada hasta el cuello, zapatillas de tenis blancas, impolutas, y una gorra que coronaba su corto cabello cortado como si fuera un chico. A Maudilia le gustaba el pop español de los ochenta, tipo Los Secretos y era la que siempre ponía la cordura y pacificaba las discusiones cuándo estas subían de tono. Maudilia era la secretaria de la asociación.
A la izquierda del Estirao estaba ya recostado en la silla como si estuviera en el salón de su casa, Javier Sofronio, al que habían bautizado como el “Jevi” con “J” por su pasión por el heavy metal y el rock en general. Vestido de negro de arriba abajo, camiseta de Saratoga, vaqueros negros y botas militares tenía la pinta contraria al Estirao y aunque era más bueno que el pan y siempre estaba haciendo favores a todo el mundo, sin pedir nada a cambio, era el yerno a quién las señoras esperaban que jamás trajeran sus hijas a casa. Era el vicepresidente de la asociación.
Completaban la mesa, las vocales Úrsula, Zoa y Quiteria,
Tras aprobar sin mayor problema las actividades lúdicas y las charlas que ofrecerían en la villa en la Semana Cultural, la reunión se encasquilló a la hora de ofrecer un cartel para el festival de música. El Estirao pretendía convertir en verbena de pueblo, de las de los años sesenta (pasodobles, jotas y canciones de orquesta de los años cincuenta tipo Glen Mille), un festival que había ido creciendo en fama y calidad por el tipo de música, el rock y por los grupos que, aunque viejas glorias, tenían un nombre, costaban una pasta y atraían a mucha gente con la que poder pagarlos. El festival se financiaba al cien por cien con los beneficios obtenidos en las dos barras que montaban en los laterales del escenario.
Por su parte Maudilia decía que lo del rock estaba bien, pero que ella era de las que pensaba que para no morir de éxito hay que renovarse. Ponía como ejemplo el Sonorama, que naciendo como un festival Indi, había llevado artistas como Los Planetas, Euforia o Kiko Veneno. Pretendía que el cabeza de cartel fuera un grupo de rock de los que habían llevado hasta entonces (Marea, Obús, Barón Rojo) pero que se diera espacio a grupos de pop español o de música de otro tipo. Proponía meter en el cartel junto a los rockeros a grupos como Lamoda (La Maravillosa Orquesta del Alcohol) o Sioqué.
El Jevi, por su parte, simplemente decía que a él le daba igual, que se amoldaría a la mayoría, pero que hasta ahora, el cartel siempre había sido de rock and roll y que por algo el festival se llamaba Valdorrock.
La asamblea llevaba ya cuatro horas y las posiciones eran inamovibles. Casi todos estaban de acuerdo en que la opción del Estirao era la única que no querían. Y sin embargo, el hijo del farmacéutico, en un giro de guion y aprovechando el cansancio y el hastío, acabó proponiendo una solución para poder finalizar la asamblea. Propuso que fuera el pueblo el que votara las opciones.
Por supuesto, él sabía que a la mayor parte de los votantes el Heavy, ni en pintura y si había una opción en la que se podía adivinar que los artistas eran «puro español» sería la más votada.
Ese año, a pesar de que el nombre del festival era el mismo, debido al cartel, llegó mucha menos gente de la prevista y la que llegaba se iba a los diez minutos. La Asociación tuvo que hacer un crowdfunding para poder sacar los 35.000 euros del coste del festival.
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Del laberinto al 30
En estos días en los que sesudos analistas que se dicen pertenecer a la izquierda, pero que jamás se han mostrado en contra de la explotación laboral, en contra de la vergüenza de usar a la policía para sacar de su casa a la gente por la fuerza y dejar en la calle a una madre y dos hijos pequeños, que no han escrito ni una línea pidiendo explicaciones por la detención en Polonia de un ciudadano español, periodista, (quizá porque es vasco, Pablo González) y mucho menos firmado ningún manifiesto para su liberación, que jamás pasearon por Usera, El Barrio del Aeropuerto, La Cañada, Entrevías u Orcasitas para ver como vive ese pueblo que no puede permitirse vacaciones, que jamás ha cogido un avión, que nunca ha estado frente a la Torre Eiffel y que, lo más cerca que ha estado de compras por Manhattan, es en el salón de su casa mientras ve «españoles por el mundo», han escrito miles de líneas sobre las causas por los que la supuesta izquierda ha perdido las elecciones municipales y autonómicas y sobre la estrategia a seguir en las próximas dentro de mes y medio. Entre las causas siempre están los supuestos fallos de comunicación y por supuesto siempre olvidan las objetivas como la incompetencia, el “odio” a ciertos personajes que dan grima y sobre todo las acciones de una supuesta izquierda que gobierna como la derecha. Con esos mimbres, muchos se han quedado en casa. No he visto a ninguno que haya hecho mención a que el PP ha perdido en Madrid en estas elecciones 33.228 votos respecto a las de 2021, mientras que por ejemplo Más.Madrid ha ganado 511 votantes y Podemos ha perdido102.179 votantes. No he leído a ninguno de ellos advertir que en Madrid, 260.340 personas se han quedado en casa respecto a 2021 porque la gente está harta de que le tomen el pelo y que lo único que les llegue es el entusiasmo de ciertos personajillos por ser protagonistas constantes de sus memeces.
Con estos datos, mi opinión es que la derecha, que tiene un tope de votantes fieles, hagan lo que hagan digan lo que digan y tengan la corrupción que tengan, siempre que gana lo hace por desafección de la izquierda. Y esa desafección es consecuencia de que mientras el votante de derechas se mueve por la bandera, España y en contra de vascos y catalanes, en la izquierda pedimos honestidad, trabajo y sobre todo consecuencia con lo que uno predica, eficacia con lo que promete y explicaciones con lo que no puede hacerse. Resulta que en Zamora, una capital de la recia Castilla, dónde la Semana Santa es más que una tradición, el alcalde es comunista. Y ha sido nuevamente reelegido. Seguramente no porque en Zamora los comunistas sean mayoría, sino porque ha cumplido con lo que los zamoranos esperan de él. Resulta que los que elegimos a los diputados (y hablo en primera persona) de Podemos, lo hicimos porque no estaban a favor del Régimen, porque eran contrarios a los desahucios, contrarios a los abusos bancarios, contrarios a la OTAN, contrarios a las guerras, contrarios a las leyes mordazas y a las reformas laborales del PP y a las reformas de pensiones ¿Y que nos han dado a cambio de nuestro voto? Entrar de comparsa en un gobierno que ha aprobado una reforma laboral con la patronal, que ha cambiado los parados con contratos precarios por fijos discontinuos (es lo mismo con distinto nombre), que no sólo no se ha opuesto a la guerra sino que ha tenido los santos huevos de aplaudir a un Nazi como Zelenski en el Congreso, que ha dividido al feminismo en una guerra sin cuartel en la que unas despellejan a otras llamándolas tránsfobas, machistas y otras memeces. Un partido que tiene de Secretaria de Igualdad a una persona llena de Odio como PAM, que cree que para que las cosas vayan mejor lo que hay que hacer es llenar el Congreso de gordos y gordas. Un partido que para convencer a los que no les votan (porque a los convencidos no hace falta venderlos nada) se han convertido en el adalid de un grupo que no supone ni un 0,08 % de la población, que no tenían problemas legales que no tuviéramos los demás y que con su talibanismo han creado todo un ejército de haters que no sólo no les votan sino que procuran por todos los medios que no lo hagan los demás. Un partido que no ha presionado ni un ápice para que se derogara la ley mordaza y que ha contribuido como gobierno a elevar la edad de jubilación y a empeorar las condiciones para conseguir una pensión. Y no me vengan con la milonga de los 34 diputados (eran 35 pero a uno dejaron que lo echaran a casa sin luchar y ahora les extraña que no quiera ir con ellos ni a por agua). Porque para presumir de la ley del Sí es Sí o de los alquileres, bien que se han hecho valer.
Que Podemos era un grano en el culo del R39 es evidente. Lo demuestran los ataques de la prensa canalla (casi la totalidad), el trato distinto dado desde el poder judicial y su constante enjuiciamiento. Pero la puntilla, ha sido la última jugada de ese “estirao” vendehumos que preside el Gobierno y que es secretario del principal partido sostenedor del Régimen, un partido (posfranquista) que desde el año 74 sólo tiene de socialista el nombre y que actúa y gobierna con las mismas tácticas y las mismas medidas creadoras de pobreza general y de falta de derechos que el otro partido franquista (prefranquista) el PP. Aprovechar que la vicepresidenta del Gobierno quiere ser capitana para adelantar las elecciones y darles apenas 10 días para que monten candidaturas conjuntas. Esto ha llevado a una especie de lucha de egos por los puestos en las listas que den posibilidades de ser elegidos, que hace el acuerdo casi imposible.
Y la jugada es tan maestra y tan liquidadora para Podemos, que si se integran en las candidaturas de SUMAR, mal porque tendrán que retirarse a puestos en los que salir elegido se hace imposible y si acaban yendo solos, peor porque el voto dividido por la ley D’Hont y la circunscripción electoral provincial hace casi imposible que quienes no sean mayoritarios obtenga diputados.
Como decía el otro día Paco lobo (@cazatalentos) en Twitter, “para que no gobierne la derecha, pedimos la unidad de la izquierda entorno a un proyecto que rechazan más de la mitad de los votantes de izquierdas”. Y es que en todo grupo, el factor humano es siempre el motor tanto del éxito como del fracaso. Pablo Iglesias o Sanchez Castejón son prueba del éxito para sus formaciones en su momento. Pero también es verdad que en todo grupo, los egos, la falta de empatía y en el caso de la política olvidar que uno está para servir y no para imponer su criterio, son las principales causas del fracaso. Que uno puede ser comunista y tener un Rolex de oro, pero que si quieres venderte como uno más, ¿qué necesidad hay de exponerse así?
A mi entender la estrategia es clara. Una vez finiquitada la escisión fascista llamada Ciudadanos, toca acabar con Podemos porque los de la COZ son tan inútiles que caerán por si solos. Así lo que se pretende con la división del voto en la supuesta izquierda, no es que el PSOE recupere esos votos que saben perfectamente que la mayor parte de nosotros no volveremos a votar al PSOE ni aunque fuera cuestión de vida o muerte. El objetivo es crear una situación parecida a la del 2015 en la que ni PP, ni PSOE tengan mayoría absoluta, con un SUMAR o Podemos irrelevantes, para que los mayoritarios no sean capaces de formar gobierno de coalición con otra fuerza de su supuesto entorno, para o bien darle el gobierno en minoría al partido más votado de los dos con la abstención del otro, o bien montar un supuesto gobierno de concentración nacional con los cuatro partidos del Régimen y la comparsa de provincialistas o regionalistas y volver en la siguiente al bipartidismo.
Los que salimos a la calle entorno al 15 M hace ya diez años, lo hicimos hartos de un régimen que dejaba atrás a los jóvenes, que nos dejaba sin casa, sin trabajos y sin derechos. Salimos con voluntad de cambiar las cosas y con la firme intención de acabar con el bipartidismo, la oligarquía franquista y los corruptos. Han pasado diez años, y como en el juego de la OCA, estamos a punto de volver a la casilla anterior a la del pozo.No hemos abandonado jamás la corrupción, ni los desahucios, los derechos laborales son peores que hace diez años y nos jubilamos más tarde. Se ha acabado de destrozar la sanidad y la educación públicas y ya se empieza a hablar de acabar con el subsidio de desempleo. Y para colmo el bipartidismo está a punto de volver. Por si fuera poco, aquellos chavales que no tenían futuro, ni casa y que pusieron cara al movimiento, hoy son parte del sistemas que queríamos abolir y el resto estamos cansados, hastiados y decepcionados.
Y como colofón de la indecencia, la ignorancia y la sumisión a un régimen sin futuro para la gente, ninguno de los partidos de la supuesta izquierda está advirtiendo de la que se nos avecina: cambio climático, sequías extremas, lluvias torrenciales, olas de calor sofocantes, agua contaminada y escasa y un planeta que, de seguir así en tres o cuatro generaciones será inhabitable para el ser humano actual.
Salud, ecología, decrecimiento, feminismo, república y más escuelas públicas y laicas.