El sufrido pueblo saharaui resulta que también posee derechos. Sin embargo, ni la ONU había reconocido los derechos del Sáhara Occidental. Ahora sí lo han sido. Qué sorpresa. El Frente Polisario fue vergonzosamente olvidado por España, que prefiere no involucrarse para no enfadar a Marruecos, un país que se burla de nosotros y solo colabora cuando le conviene.
En 2019, el Frente Polisario presentó varios recursos de anulación contra los acuerdos de pesca y agricultura entre Marruecos y la UE, señalando la violación de los principios de autodeterminación y el efecto relativo de los tratados.
Resulta difícil comprender cómo nadie se dio cuenta de la situación. Cinco años después, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha anulado dichos acuerdos, dado que el Sáhara Occidental no dio su consentimiento.
Eran aguas y tierras saharauis, pero con el Frente Polisario nadie trató. Es otra injusticia para estos hombres valientes que hacen lo que pueden desde el desierto donde se encuentran. Sus condiciones no podrían ser peores, pero se defienden adecuadamente y resisten los intentos de destrucción.
El TJUE anuló los acuerdos en 2021, pero mantuvo temporalmente sus efectos, ya que la anulación inmediata podría perjudicar a otros países. Es decir, se protege a esos países en lugar del Sáhara Occidental, que es quien tiene los legítimos derechos.
La argumentación de la ONU es cuestionable, porque no conoce bien la situación; presupone el consentimiento para que los países acepten los acuerdos establecidos. ¿Qué razones alega para actuar así? Haber consultado a una población que no es saharaui y que Marruecos metió por la puerta de atrás. Los más beneficiados parecen ser Marruecos y España, mientras que el Sahara Occidental resulta perjudicado.
Con la intervención de la ONU, España, con 92 de las 138 licencias de pesca en la zona, se ve favorecida, igual que Marruecos, y el único perjudicado es el Sáhara. Además, resulta que no imponen obligaciones jurídicas al Sáhara Occidental, faltaría más. Ahora que tampoco recibe ninguna partida financiera por la explotación de los recursos naturales de este pueblo.
Y aunque la recibieran, nadie sabe qué partida considerarían justa, porque nadie les ha consultado. Ahora lo que nos confirman es que la sentencia se considera irrevocable, definitiva y no admite recurso.
Algunos sí se han beneficiado de las consecuencias. La sentencia no es suficiente, y hay que abonar lo que otros han recibido en las cuotas de pesca. Se les ha privado de lo que era suyo, por lo que habrá que recompensarlos por parte de quien hizo los tratados, que ahora reconoce que son inválidos. Por lo tanto, no se les ha pagado lo que les correspondía y hay que hacerlo.
Este es un fuerte toque de atención para evitar futuros errores. Sin embargo, es verdad que, mientras tanto, uno debe enfrentarse a las consecuencias de haber cedido a presiones indebidas.
La sentencia es importante porque aborda las consultas a las poblaciones que actualmente habitan en el territorio del Sáhara Occidental, que no pertenecen a este pueblo. De forma sutil, sugieren que se han introducido poblaciones ajenas para votar en contra del pueblo saharaui. La responsabilidad recae en quien las trasladó allí, y en quienes lo permitieron. Debemos aprender de la Marcha Verde, una invasión pacífica de un pueblo, realizada sin disparar un solo tiro. Todo parece muy bonito a primera vista.
Es cierto que la diplomacia ya tiene experiencia en esto. Incluso Franco contaba con la Guardia Mora en su época. Se ha denominado así. Por lo tanto, la presunción de consentimiento puede ser refutada. Sin embargo, se debe estar muy alerta porque podría suceder de nuevo, pasando de una situación clara a una oscura.
Es importante reconocer que el Sáhara no es Marruecos. El Tribunal de Justicia acaba de invalidar los acuerdos con Marruecos y así lo reconoce, pero mantiene los comerciales vigentes durante 12 meses para evitar consecuencias negativas. En otras palabras, tienen el control total de la situación o en palabras más vulgares, la sartén por el mango y el mango también. Así es fácil para cualquiera.
El ministro español Luis Planas ha estado listo para mantener las "positivas y estables relaciones comerciales" que España tiene con Marruecos, evitando así posibles conflictos. Observo una gran hipocresía en este comportamiento. La soberanía que el presidente Sánchez concedió a Marruecos sobre el Sáhara debería ser urgentemente rectificada. Estos territorios nunca han pertenecido a Marruecos. España, como administradora de iure, debería haber defendido a nuestros hermanos saharauis, pero no lo hizo.
La anulación de los acuerdos representa un merecido triunfo para el Frente Polisario y una advertencia para Marruecos, aunque diga que no se siente concernido. Se ha ido metiendo todo lo que ha podido, reclamando lo que dice que es suyo y no lo es. A ver ahora qué se inventa la diplomacia marroquí bien experimentada en estos asuntos.