En los últimos años, el tema de la detransición ha empezado a ganar más visibilidad. Se trata de personas que, después de haber hecho una transición de género, deciden revertirla, ya sea total o parcialmente. ¿Qué lleva a alguien a tomar esta decisión? ¿Es simplemente una cuestión de arrepentimiento, o hay algo más profundo en juego? Desde el psicoanálisis, esta experiencia puede entenderse como parte de un proceso subjetivo complejo, donde el deseo, el inconsciente y las presiones culturales juegan un papel clave.
Pero más allá de la vivencia personal de cada individuo, hay un aspecto que no podemos ignorar: la forma en que los políticos han tomado esta conversación y la han convertido en una herramienta de manipulación ideológica.
Identidad y el Inconsciente: No todo es tan simple como parece
Sigmund Freud, en La Interpretación de los Sueños, explicaba que gran parte de lo que sentimos y pensamos no es completamente consciente. Es decir, creemos que tomamos decisiones de forma racional, pero muchas veces estas están influenciadas por deseos ocultos y conflictos internos.
Cuando una persona decide hacer una transición de género, lo hace desde una vivencia muy real de sufrimiento, pero esto no significa que la identidad que adopte vaya a ser la respuesta definitiva a su malestar. En algunos casos, con el tiempo, pueden surgir nuevas dudas o sentir que la identidad trans no les proporciona la estabilidad que esperaban. En esos momentos, la detransición aparece como una nueva manera de reorganizar su experiencia de sí mismos.
El Complejo de Castración: Más allá de lo biológico
Uno de los conceptos clave en psicoanálisis es el complejo de castración. Aunque suene fuerte, no se refiere literalmente a la castración física, sino a una sensación universal que todos atravesamos al darnos cuenta de que no somos omnipotentes y que hay cosas que nos faltan. Cuando somos niños, aprendemos que no podemos tenerlo todo, que hay normas, límites y expectativas que la sociedad impone sobre nosotros.
Para Freud, esta idea está estrechamente ligada a cómo nos ubicamos en nuestra identidad sexual y de género. En la transición de género, el deseo de cambiar de identidad puede estar relacionado con la forma en que la persona maneja esta sensación de “falta” en su historia personal. Pero si después de la transición este sentimiento no desaparece, sino que se transforma en un nuevo conflicto, puede aparecer la necesidad de dar un paso atrás y reconfigurar la propia identidad.
Lacan y el Goce: La Búsqueda de algo que Nunca se Completa
Jacques Lacan, otro de los grandes referentes del psicoanálisis, hablaba del goce como un tipo de satisfacción que no siempre es placentera, pero que nos impulsa a repetir ciertas conductas una y otra vez. La transición puede entenderse como un intento de alcanzar cierto tipo de goce, de encontrar una respuesta definitiva al malestar que siente la persona con su identidad original. Sin embargo, si esa nueva identidad no le da la tranquilidad esperada, es posible que vuelva a buscar otra forma de sentirse bien consigo mismo.
Esto no significa que la transición o la detransición sean errores. Más bien, son parte de un proceso de exploración personal que, en algunos casos, toma caminos distintos en diferentes momentos de la vida.
El Impacto de la Cultura y las Expectativas Sociales
Freud, en El Malestar en la Cultura, señalaba que vivimos en una sociedad que constantemente nos impone normas sobre quiénes debemos ser. La identidad de género no es ajena a estas presiones: hay discursos que incentivan la transición y otros que la critican. Para algunas personas trans, estas influencias externas pueden generar dudas o incluso llevarlas a tomar decisiones que no necesariamente responden a su deseo más auténtico.
La detransición, entonces, puede ser una forma de responder a ese malestar cuando la identidad adoptada no cumple las expectativas o cuando el sujeto siente que no encaja del todo en el nuevo rol que asumió.
Pero aquí entra un problema clave: la instrumentalización política de la detransición.
Cuidado con los Discursos Políticos: ¿A quién le importa realmente la detransición?
Cada vez que un tema genera debate social, los políticos encuentran la forma de apropiárselo para su beneficio. Y la detransición no es la excepción. A la hora de la verdad, a los políticos no les interesa el bienestar de las personas trans ni de quienes detransicionan. Lo que les interesa es usar estos casos para alimentar sus discursos y agendas.
Por un lado, los sectores más conservadores han tomado los casos de detransición como un arma para atacar a las personas trans en general. Presentan estos casos como “prueba” de que la transición es un error, como si fueran la norma y no la excepción. Y desde ahí, impulsan políticas que buscan restringir los derechos de las personas trans en nombre de una supuesta protección.
Por otro lado, ciertos sectores progresistas han intentado minimizar o ignorar la detransición, temiendo que admitir su existencia pueda debilitar la legitimidad de la identidad trans. En algunos espacios, las personas que detransicionan sienten que no pueden hablar abiertamente sobre su experiencia sin ser rechazadas o invalidadas.
Ambos discursos fallan en lo mismo: niegan la complejidad de la experiencia humana y reducen a las personas a meros símbolos para su lucha política.
Conclusión: No Juzgar, No Simplificar y No Caer en la Trampa
Desde el psicoanálisis, la detransición no se ve como un “fracaso” ni como una simple equivocación. Más bien, se entiende como parte del proceso de construcción de la identidad, un camino que no siempre es lineal ni definitivo. Cada persona tiene su propia historia, sus propios conflictos y su propio deseo.
Lo más importante no es juzgar ni imponer un modelo de identidad, sino acompañar a cada sujeto en su búsqueda, entendiendo que la identidad es algo que se construye y reconstruye a lo largo de la vida.
Y, sobre todo, es fundamental no caer en el juego de los políticos. Si de verdad queremos hablar de identidad de género, transición y detransición con seriedad, tenemos que dejar de convertir estos temas en armas ideológicas y empezar a escuchar a las personas reales, en toda su complejidad.
Porque en un debate donde todos intentan ganar, quienes siempre pierden son las personas que simplemente buscan entenderse a sí mismas.