El Festival de Eurovisión se inició el 24 de mayo de 1956 en la ciudad suiza de Lugano. Su cometido era que a través de la música se unieran los pueblos de Europa. En este sentido, estuvo basado en el de San Remo cuyo comienzo fue el 29 de enero de 1951. Pero este abarcando al territorio de Italia. Lo mismo que posteriormente en 1959 ocurrió con el de Benidorm en España.
Estos dos últimos han continuado manteniendo prácticamente su esencia, pero no así el de Eurovisión cada vez más politizado, hasta el extremo de utilizarse con fines espurios, como es el caso de haberse autorizado la participación de Israel, país que aparte de no pertenecer a Europa, viene cometiendo auténticas atrocidades con el pueblo palestino, hasta el extremo de mediante prácticas genocidas pretender su exterminio, o como mínimo su desplazamiento para arrebatarles sus territorios.
Este es el tipo de país que desde 1973 forma parte de la Unión Europea de Radiodifusión, responsable de organizar cada año el Festival de Eurovisión, cada vez más devaluado en calidad donde está primando el espectáculo escénico y muy politizado. En este sentido, se ha podido comprobar cuando después de Pedro Sánchez, acusar a Israel como Estado genocida, de inmediato su máxima oponente por el PP Isabel Díaz Ayuso, obedeciendo a su jefe el impresentable José María Aznar con las instrucciones: ”y quien pueda hacer que haga”. Ha continuado con la burda y mezquina campaña en contra de Pedro Sánchez.
Esto ha sido determinante para que sus seguidores lo mismo que los de Vox, se movilizaran y aprovecharan la participación a través del tele voto que significa el 50%. Con esta modalidad Israel obtuvo doce el máximo de puntos y el otro 50%, el emitido por el jurado experto de cada medio de comunicación público de los países miembros le otorgó cero puntos.
Se está investigando el desproporcionado número de votos emitidos por el público español para Israel. Por lo pronto, se cuestiona esta forma de participación en la que, una persona sin la necesidad de registrarse, puede por consiguiente, estarlo haciendo para entidades y asociaciones expresamente organizadas. Cada “persona” puede emitir un máximo de 20 votos, teniendo el coste de cada uno de un euro. Este tipo de voto propició que Israel obtuviera el segundo puesto. Solo le superó Austria.
En este evento (igual que en la copa de Europa de baloncesto), Israel se juega mucho su prestigio internacional. Es por esto que se ha erigido como de los máximos aportadores económicos para que se lleven a efecto sus celebraciones. Por encima de la cuestión económica, debe primar la dignidad de los pueblos como en este caso los europeos. Rusia aun siendo un país europeo, sufrió las consecuencias por su invasión a Ucrania y desde el primer momento y hasta la actualidad, se le apartó del festival de Eurovisión.
En consecuencia, lo mismo tendría que hacerse con Israel, máxime porque con el indefenso pueblo palestino está cometiendo un auténtico genocidio, mientras Rusia y Ucrania mantienen una guerra en toda regla. Propiciada por ésta que estaba dispuesta a que Estados Unidos, instalara sus bases militares en su territorio vecino con el de Rusia y lógicamente, el gobierno de Putin lo impidió. Lo mismo que haría el de Estados Unidos si China o Rusia quisieran desplegar sus bases militares en México o Canadá.
Lo malo en el caso de Israel es que sus abominables actuaciones contra Palestina, las viene cometiendo con total impunidad y preocupante pasividad de la comunidad internacional, con la connivencia y complicidad de la Administración de Estados Unidos, con su presidente al frente, el populista y con prácticas fascistas Donal Trump.
Por el estilo a lo que ha venido ocurriendo con el Erasmus, creado en 1987 para unir y relacionarse las universidades europeas y sus estudiantes. Esta idea en teoría era muy buena, pero debido a que salvo en honrosas excepciones, los campus universitarios no tienen previsto acoger a los estudiantes de los diversos países, en la práctica y en torno a los mismos y sus familiares, se ha creado un especulativo negocio inmobiliario.
Es evidente, que el festival de Eurovisión se ha devaluado y perdido la esencia para la que se constituyó. En consecuencia, se hace necesario darle una nueva orientación, algo que ha reclamado Pedro Sánchez, en contra de las posiciones del PP y de Vox. Sería el colmo que, la reaccionaria derecha extrema y fascista extrema derecha europea, como se está comprobando cada vez más en ascenso, en esto también se salgan con las suyas.