Julián Arroyo Pomeda

El día de gloria para los franceses

15 de Julio de 2024
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El día de gloria para los franceses

La primera semana de julio fue un momento de gloria para los franceses, marcado por las festividades de San Fermín en su apogeo. El mundo francés no capturó la atención del mundo, sino las elecciones en Francia, que dejaron a muchos conteniendo la respiración.

El susto inicial vino al descubrir que en la primera ronda, que la ultraderecha había ganado por una amplia mayoría, lo que planteaba la pregunta: ¿Podría suceder esto en Francia? Este país, cuna de la educación y la cultura republicana, epicentro de la Ilustración y fuente de innumerables páginas y libros memorables, ¿cómo podría girar hacia un conservadurismo extremo?

Los intelectuales modernos se mostraban perplejos y buscaban explicaciones. ¿Qué estaba sucediendo en el corazón del mundo? Las respuestas definitivas eran esquivas, pero la política francesa no podía permitirse fallar.

Pasamos por el tremendo susto de enterarnos que en la primera vuelta M. Le Pen, quien representa lo peor, se impuso cómodamente por una gran mayoría de votos. La ultraderecha con todo lo que anunciaba podía imponerse otra vez, nada menos que en Francia. La preocupación persiste, ya que conserva un gran número de seguidores. El peligro parecía inminente, y con el aliento contenido, la idea del Frente Popular, la unión de todos contra la ultraderecha, se hacía más necesaria que nunca.

Los intelectuales modernos se mostraban perplejos y buscaban explicaciones. ¿Qué estaba sucediendo en el corazón del mundo? Las respuestas definitivas eran esquivas, pero la política francesa no podía permitirse fallar.

Los errores cometidos por Le Pen, quien representa lo peor según algunos, no impidieron que ganara cómodamente en la primera vuelta. La preocupación persiste, ya que conserva un gran número de seguidores. ¿Era necesario abrir una plataforma de izquierdas frente a un enemigo común?

Como siempre, había que levantar al pueblo frente al enemigo. En esto no se podía fallar. Y lo lograron. En tan solo una semana. No pasaron por las urnas, les sobrepasaron con creces. Cómo sería el convencimiento y la ilusión que justo al cerrar los colegios electorales, comenzaron a proclamar el triunfo de la izquierda. De repente se confirmó. Y se reconoció, sin discusión alguna. Así da gusto. Esto es una muestra del estilo republicano, que imprime carácter.

Todos han sido educados en un sistema republicano de valores. Y, cuando la patria se encuentra en peligro, la totalidad de los ciudadanos se levanta, dispuestos a defenderla. Aquí no hay diferencias de edad, nacimiento, ricos o pobres. Todos los ciudadanos, oyen la voz de la patria, que los necesita y nadie se queda atrás. Los hijos de la patria se ponen de pie, sin distinción alguna. Poco después, quemarán y destruirán todo lo que puedan. Pero se sienten llamados a filas, no tienen duda alguna.

Será un sistema centralista y todo lo que se desee, pero la patria siempre es de todos. Esto es todavía emocionante. El lema oficial de la República francesa sigue teniendo actualidad: liberté, égalité, fraternité. Nadie puede arrebatárselo, por más intentos que se hayan hecho y se sigan haciendo. Se trata de las raíces de la República, acuñadas durante la Revolución francesa. Creo que se debe tocar. Está bien así para todo el mundo, son los principios de cualquier democracia.

La izquierda ha triunfado de manera contundente sobre la derecha, y esto sirve de ejemplo para otras izquierdas que podrían seguir el mismo camino. Existe miedo y preocupación ante la posibilidad de que la ultraderecha alcance el poder, pero se ha logrado evitarlo. Es prudente prevenir ante los acontecimientos; la política siempre es una caja de sorpresas y los milagros no suceden todos los días. El cordón democrático debe seguir haciendo posible, lo que ahora es factible.

Los discursos de odio deben ser detenidos de inmediato, sin dejar huella ni representación en Europa, sino mediante una respuesta contundente. Es crucial controlar las instituciones, estableciendo valores que actúen como una eficaz barrera. El peligro depende del ambiente; por ahora, se ha superado el desafío, aunque sigue siendo considerable y está presente.

Las demagogias no son válidas, y se debe fomentar un clima adecuado sin fisuras por donde atacar. Para ello, se necesita una democracia sólida y un compromiso firme que impida que se sientan dueños de nuevo.

Se ha demostrado que es posible vencer; la victoria es factible y el día de gloria ha llegado con la fuerza del pueblo. Ha sido una actuación efectiva que ha unido a todo un pueblo con valores admirables, inspirados en la República Francesa. Aunque ha sido difícil, se ha conseguido. Ahora es el momento de formar una gran coalición: si las bases son sólidas, se logrará el éxito.

Los versos libres ya no tienen cabida en su actuación. Macron ha hecho bien al detener a Attal. Y Mélenchon habría hecho mejor, aguantando un poco más para pedir su dimisión. No sucedió, pero están bien dispuestos. Permanece la esperanza republicana. De hecho, en cuanto resuena el grito “Aux armes citoyens” el pueblo se levanta orgulloso, dispuesto a arrodillar a aquellos que aún permanecen de pie, defendiendo la ultraderecha. Cuidado con la cabeza, podrían volver a la guillotina de nuevo.

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