La idea de que la migración está directamente relacionada con la criminalidad es una narrativa que se ha repetido con insistencia en ciertos discursos políticos y mediáticos, pero los datos y estudios serios la desmienten de forma contundente. Vamos a desmontar esa “matraca” con evidencia y contexto.
¿De dónde viene esta asociación? Partidos de derecha y ultraderecha suelen usar la migración como chivo expiatorio para explicar problemas de seguridad, apelando al miedo y la inseguridad ciudadana.
Aunque los datos no respaldan la relación entre migración y delincuencia, muchas personas creen que existe, influenciadas por titulares alarmistas y casos aislados.
¿Qué dicen los datos? En España, el 74,19% de los condenados en 2022 eran españoles, frente al 25,81% de extranjeros. Aunque la tasa de condenados extranjeros por cada 1.000 habitantes es más alta (18,1 frente a 7,5), los expertos explican que esto se debe a factores estructurales, como menor acceso a defensa legal de calidad. Dificultades para acceder a beneficios penitenciarios como el tercer grado.
Algunos no son migrantes, sino personas que vienen específicamente a cometer delitos (como tráfico de drogas).
Estudios cualitativos y análisis generacional. Un estudio de la Universidad Pontificia Comillas analizó la percepción de dos generaciones en España. Los jóvenes (18–25 años) mostraron opiniones más neutrales sobre la migración. Los mayores (65+) tendieron a vincular más la inmigración con la delincuencia, aunque menos del 7% lo hizo explícitamente.
Las causas reales de la delincuencia señaladas fueron: drogas, falta de prevención, corrupción y escasa vigilancia policial.
Factores que desvirtúan la narrativa. Descontextualización de datos. Se presentan cifras sin explicar el contexto socioeconómico de los migrantes. Ausencia de estudios cualitativos. Se ignoran las causas estructurales de la criminalidad, como la pobreza, la exclusión social o la falta de oportunidades. Evolución demográfica: En España, el perfil del delincuente no ha cambiado significativamente con el aumento de la población migrante.
¿Por qué es peligroso este discurso? Porque estigmatiza a comunidades enteras; justifica políticas xenófobas y restrictivas; desvía la atención de los verdaderos problemas sociales; alimenta el racismo institucional y la polarización.
Cada vez que se agita el avispero del miedo, reaparece la misma cantinela: “los inmigrantes traen delincuencia”. Es una frase que se repite como mantra en tertulias, redes sociales y discursos políticos, especialmente cuando se acercan elecciones o se busca desviar la atención de problemas estructurales. Pero ¿qué hay detrás de esta narrativa? Prejuicio, manipulación y una preocupante falta de rigor.
Los datos no acompañan el relato. No es que haya más delincuencia entre migrantes, sino que el sistema judicial los trata con menos garantías.
Se insiste en esta mentira porque funciona. Vincular migración con inseguridad activa emociones primarias: miedo, rabia, desconfianza. Es una herramienta eficaz para movilizar votos, justificar políticas xenófobas y reforzar fronteras. Además, permite evitar debates incómodos sobre desigualdad, corrupción o precariedad laboral.
Migración no es sinónimo de delito. La mayoría de los migrantes vienen a trabajar, estudiar, cuidar, construir. Son parte esencial del tejido social y económico. Sin ellos, sectores como la agricultura, la hostelería o los cuidados colapsarían. Criminalizarles no solo es injusto, es suicida.
El peligro de la estigmatización. Cuando se repite que “los inmigrantes son peligrosos”, se legitima el racismo institucional, se normaliza la discriminación y se erosiona la convivencia. Se crean guetos, se alimenta la polarización y se rompe el pacto social. Y lo más grave: se deshumaniza.
Una sociedad que se respeta no se construye sobre mentiras. Combatir esta narrativa exige valentía política, responsabilidad mediática y conciencia ciudadana. No basta con decir “no todos los migrantes son delincuentes”; hay que afirmar con claridad: la migración no es el problema, el problema es el prejuicio.
La criminalidad está más relacionada con la exclusión social que con el origen nacional. Factores como pobreza, desempleo, marginación y falta de oportunidades son los verdaderos detonantes de conductas delictivas. Muchos migrantes viven en condiciones precarias, lo que puede aumentar su vulnerabilidad, no su peligrosidad. Criminalizar la pobreza es una forma de perpetuar la injusticia.
La migración es necesaria y beneficiosa para España. España tiene una población envejecida; los migrantes sostienen sectores clave como cuidados, agricultura y hostelería. Sin migración, el sistema de pensiones sería insostenible. La mayoría de los migrantes contribuyen más de lo que reciben en servicios públicos.
Estigmatizar a los migrantes rompe el tejido social. Vincular migración con delincuencia alimenta el racismo institucional. Se crean guetos, se normaliza la discriminación y se erosiona la convivencia. La seguridad no se construye con prejuicios, sino con justicia social.
La narrativa migración = delincuencia es una herramienta de manipulación. Se usa para desviar la atención de problemas reales: corrupción, precariedad, desigualdad. Los medios amplifican casos aislados y los presentan como tendencia. Es una estrategia clásica de populismo: crear un enemigo externo para unir a los de dentro.