Alrededor de medio centenar de personas llevan días instalados en pleno parque Natural de Grazalema, concretamente, en la zona de subida a Fardela, en Benaocaz, un lugar de difícil acceso. Según dicen, pertenecen a “Familia Arcoiris”, movimiento internacional que promueve la paz, el amor y la unión con la madre tierra nacido en EEUU en la década de los 70 y hace un par de años acampó en La Rioja. Ahora, la luna los habrían traído a esta zona paradisíaca de la Sierra de Cádiz, desde distintos puntos de Europa, motivados por «un ciclo lunar», por lo que «se espera que estén 28 días» acampados.
Este encuentro es uno de los dos de este tipo que este grupo realiza cada año por todo el mundo. Comienzan con la luna nueva y suelen prolongarse durante un mes. Al término del encuentro se celebra un consejo en el que se decide el lugar para la celebración del año siguiente. Solo hay dos condiciones: lugares alejados de la civilización y con agua natural cerca. Es lo que les ha traído a este paraje de Cádiz, aunque no contaban con que las autoridades no entienden de ciclos lunares.
La Guardia Civil ha cerrado los accesos para evitar el efecto llamada confiando que los ya presentes vayan abandonando, poco a poco, la zona sin tener que llegar a proceder al desalojo. Al parecer solicitaron en su día los permisos para acampar que fueron denegados.
Para algunos o para muchos esta concentración de apenas 50 personas supone un serio riesgo para la integridad del Parque Natural de la Sierra Grazalema, llegando a descalificarlos desde el desconocimiento de locos, hippies, ocupas medioambientales y demás lindezas.
Se da la casualidad que en estos días se está procediendo las distintas rutas rocieras de ida y vuelta hacia la aldea almonteña del Rocío que como todo sabemos atraviesan el Parque Nacional de Doñana. Aquí no son medio centenar de personas, sino decenas de miles de personas con todo lo que ello conlleva. Personas llevados por su devoción religiosa y por un inefable y respetables ganas de pasarlo bien.
Las autoridades no ven peligro ni riegos algunos en esta romería para la integridad de Doñana, evento que no se da de forma aislada, sino que se repite cada año y en varias ocasiones, aunque con menor afluencia. Los excesos medioambientales y de todo tipo que se cometen en la romería rociera no es necesario relacionarlos aquí, sin embargo, estos medios de comunicación que enseguida han buscado con que descalificar a los de “Familia Arcoiris”, no encuentran causa para descalificar al Rocío por ningún motivo.
Esto, que algunos califican de paradoja, no sin razón, se trata de una evidente e hipócrita doble vara de medir. Sobre todo, porque el Rocío hoy en día más que nada es un suculento negocio donde el fanatismo religioso se da la mano con otras circunstancias nada aconsejables incomprensibles estando la Iglesia Católica detrás. La misma que proclama que la vida humana es sagrada y que la dignidad de la persona es la base de una visión moral para la sociedad, fundamento de todos los principios de su doctrina social.
El colmo del despropósito es que en la alarma y el eco de la misma que ha originado cinco decenas de “zarrapastrosos hippies” no ha habido ni color ni tendencia política ni clase social, incluso llegando a descalificarlos por ser en su mayoría extranjeros, en un caso muy palmario de xenofobia.
Y es que una salve rociera cantada alrededor de un sin pecado adornado con toda clase de abalorios en pleno PARQUE NACIONAL es imbatible frente a cánticos, danzas y bailes en la que se apela al amor, a la paz entre los hombres y mujeres en comunión con la madre tierra, aunque sea en pleno PARQUE NATURAL.