Julián Arroyo Pomeda

¿Dónde hemos dejado la ejemplaridad?

31 de Julio de 2025
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¿Dónde hemos dejado la ejemplaridad? Congreso de los Diputados

 ''Más elogio y aprecio a cualquiera que no hace voluntariamente nada vergonzoso”. (Platón, Protágoras).

Parece que la hemos tirado a la basura. Deberíamos buscarla lo antes posible Es necesario rescatar la integridad y la dignidad personales, que han caído muy bajo. Hemos vendido las instituciones por intereses personales, y esto no puede seguir ocurriendo.

Se trata de una arrogancia intolerable. Noelia Núñez dice que la insultan en las redes sociales. No se debe insultar a nadie, pero tampoco pretender que la defiendan después de haber engañado a todos con su carrera profesional, aireando titulaciones que no posee. ¿Qué se cree esta mujer? Ha dañado profundamente su reputación, y la credibilidad profesional no es tan fácil de recuperar.

Entiendo su ansiedad, ya que ha mantenido una mentira constante, ejerciendo tareas para las que no está preparada. Su desempeño debe haber sido deficiente en el puesto. Su imagen y productividad tampoco parecen ser las mejores. Sin embargo, el partido sostiene que ha tenido una conducta ejemplar y ha sido un modelo de valentía, dimitiendo todos sus cargos.

¿Cómo es esto posible? No puedo entenderlo. Es lo mínimo que debía hacer. Las fortalezas reales son las que hay que destacar. La honestidad siempre genera confianza y respeto profesional. Lo demás se queda en humo que se diluye en la atmósfera.

En cuanto a honestidad y ética en el trabajo, ha demostrado muy poco. ¿Se puede confiar en ella? Las personas fiables son aquellas con una reputación sólida, y parece que este no es el caso de Noelia, "la Ayuso de Fuenlabrada", del ayuntamiento donde es concejal y portavoz del PP. Habría que ver qué opinan de su fama los demás compañeros, también sobre su liderazgo, si ha fomentado un entorno de respeto y vínculos con colegas que faciliten la colaboración y acuerdos importantes; es sospechoso que no se haya publicado nada al respecto.

Actuar conforme a los valores fortalece la percepción que uno tiene de sí mismo y la que los demás tienen de mí. En situaciones de errores o problemas, quienes han sido honestos reciben más comprensión y respaldo. La honestidad no es solo un valor, sino también una estrategia inteligente, una base firme para avanzar y salir adelante.

Ser sorprendida falsificando títulos es una situación grave, pero aún quedan formas de actuar con responsabilidad para mitigar las consecuencias. Estas son algunas de ellas, según mi opinión.

Primero, asumir la responsabilidad total de lo hecho, colaborar humildemente en la investigación y reconocer la falsedad sin presumir de ella.

Segundo, informar a las instituciones correspondientes y rendir cuentas, aunque sea una integridad tardía.

Tercero, aceptar las consecuencias laborales que surjan, como el despido, pérdida de beneficios o daño a la reputación.

Cuarto, reflexionar profundamente sobre el motivo que llevó a esto para evitar repetir un comportamiento tan ineficiente y malo.

Quinto, buscar una formación real y legítima, si era necesaria para el puesto, e iniciar el camino académico adecuado.

Afrontar el error es el primer paso para recuperar la credibilidad. En el caso de la concejala del PP, es necesario pedir perdón sinceramente y hacerlo públicamente, dirigiéndose a votantes y colegas. Reconocer que las titulaciones académicas presentadas no coinciden con la realidad, enmendar la situación y trabajar en superar la falta de integridad, aunque no se merezca.

Asumir la responsabilidad de los hechos y afirmar contundentemente que no hay justificación válida para haber incurrido en semejante conducta. Lamentarlo sinceramente, aceptar que se ha faltado a la confianza de quienes confiaron en ella como servidora pública, que eso es lo que es.

Estar dispuesta a someterse a las consecuencias legales, administrativas y éticas que se deriven del caso. Presentar la dimisión de todos los cargos anteriores y quedar libre para iniciar un proceso de reparación necesario, con todos los sacrificios que sean precisos.

Hacer todo lo posible por parecer siempre humilde. A nadie se le ocurrirá presumir de nada, ¿de qué se va a presumir? ¿De engañar, de mentir, de molestar a todo el mundo? Nadie merece semejante comportamiento, y será difícil volver al prestigio anterior perdido.

Y, sobre todo, no volver a caer en lo mismo o algo parecido. Cuidado con los medios de comunicación, que pueden llevarnos a hablar demasiado. En eso están, pero conviene no prestarles demasiada atención. No confundamos esto con no poder comentar la política o las noticias de actualidad, aunque siempre con la máxima mesura. No caer en la trampa, aunque insistan, incluso con dinero. Ahora se trata de prestigio y dignidad, algo que no se puede olvidar nunca.

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