19 de Junio de 2024
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Me manifiesto, personalmente, contrario a la famosa enseñanza de Jesucristo de no echar perlas de sabiduría a los que parecen seres muy primarios, ocupados  solo en lo básico en un lodazal de sensaciones.

Creo, que hay que echarles muchas perlas de conocimiento y de ejemplaridad, porque aunque no las entiendan ni las compartan algo quedará en su interior y es posible que recapaciten.

También es posible la reacción contraria, y que como le paso al Mesías, terminen crucificando, o por lo menos menospreciando y criticando malévolamente a los que los han instruido, pero eso nace de su propia naturaleza que antes o después cambiará, porque un malvado es alguien que todavía no ha aprendido a ser santo, y los beneficios que conlleva.

Todos cometemos errores, incluso conscientemente, a sabiendas por el beneficio que nos puede suponer, pero es probable que nos arrepintamos de la acción negligente o poco caritativa que puede a la larga tener consecuencias muy negativas.

Tomemos como guía esas perlas de los maestros que ha habido y hay en nuestra vida, que ya han pasado por mucho y tienen experiencia acumulada.

En nuestro interior conviven muchos egos, muchos personajes y cada uno tiene unas necesidades y otros diferentes. Somos una multitud que convive en la misma cabeza y el mismo cuerpo. Como una comunidad de vecinos. Y la paz, la alegría y el bienestar se produce cuando todos esos personajes desempeñan su rol con consideración hacia el de los demás, y cuando se respeta al que más sabe y más experiencia tiene.

Siempre ha habido un circulo esotérico en las entidades religiosas y de misterios, en el que se enseñaban los secretos no rebelados a los demás, que era el ámbito exotérico. Sin embargo, esos son tiempos pasados en los que se quería evitar que ese conocimiento oculto no fuera malentendido o malutilizado. Ahora, esos conocimientos celosamente guardados están al alcance de un clic de ordenador, o de móvil y casi todo el mundo tiene acceso a ellos si los busca. El problema está en que se banalizan mucho por ese medio, y no se accede mediante el ritual y una serie de pruebas que hacían que el discípulo era apto, y se haría responsable del conocimiento que adquiría, pero de todas maneras el buscador sincero, y que le da a la sabiduría su valor, lo tiene más fácil que nunca.

Se están echando muchas perlas a los cerdos, en estos tiempos, pero muchas de ellas pueden hacer que se transformen en príncipes generosos y gentiles que guíen a otros hacia una vida mejor, más autentica y con más sentido.

Una perla es la defensa que tiene la ostra frente a un cuerpo extraño y molesto que se ha introducido en su interior, de manera que la recubre con una substancia de gran belleza. La sabiduría hace lo mismo, es un remedio para el dolor y el sufrimiento brillante y suave, es la reacción gloriosa frente a algo que se nos ha metido dentro y nos molesta. Cojamos y echemos perlas, nos ayudaran a hacer la vida más plena.

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