Veníamos alumbrados de Jerusalén, Atenas y Roma, ese triángulo divino por el que también se ha derramado mucha sangre. Ese viaje circular de luces y sombras fanáticas con sus muertos, sus héroes anónimos y sus falsos héroes. No hay duda de que en el resultado final -que la Historia estudia-distorsiona según autores y revisionismos- salen muchas más víctimas que verdugos, aunque los verdugos bajo el amparo de la lealtad a unas ideas reivindican asimismo su papel victimista. De modo que el mundo funciona como todo uno en su victimismo, es una única y gran víctima de sí mismo, está victimizado ad infinitum;pero bajo el alumbrado y las luces de las fiestas navideñas se rompen el hechizo de la queja y el encantamiento de la querella y entonces -no se sabe muy bien el porqué, el espíritu navideño- el mundo se libera de la victimización cultural y se vuelve dichoso, elegido y concordante.
Estamos inmersos en la era digital. Pero también en la era del vaciamiento. Vaciamiento del lenguaje en aras de los eslóganes y de una retórica retorcida que no se corresponde con los hechos objetivos. Vaciamiento del conocimiento -pese a la abrumadora información- para facilitar el borreguismo y el gregarismo (la escuela como paradigma manifiesto y relevante). Vaciamiento de los símbolos en pos del negocio, como máximo ejemplo las navidades -la celebración no merece la mayúscula ni el singular ni la singularidad, sino el plural masificado e indiferenciado-. A la fiesta no le cabe más paganismo (del malo) y consumismo.
Participamos como actores y artífices en la ceremonia de la confusión, lo hortera pasa por progreso y lo valiente por reaccionario; lo público por lo barato y el sentimentalismo de anuncio por sensibilidad. La libertad por el ruido y por un móvil virguero que grabe para la temporalidad más efímera el último alumbrado.
Veníamos alumbrados y sanguinolentos de Atenas, Roma y Jerusalén y hemos llegado deslumbrados y desangrados de pensamiento a las luces de colores de las pascuas, que asombran sin ilustrar. Previamente hemos abrevado extasiados en Halloween y en el Black Friday. Estos tres acontecimientos de finales de año, halloween-black friday-navidades -enunciados así, desvirtuados, entremezclados y diluidos en la misma sustancia mercantil- son icono y síntesis por paroxismo de la conducta anual de la masa social que es más real que la sociedad de masas de los libros.
La fantástica sociedad posmoderna se divide básicamente en tres tipos de personas: alumbrados, deslumbrados y apesadumbrados, estos últimos viven en estado marginal (muchos se suicidan). Los otros inventan la vida como puro artificio.
Dicen que todo está cambiando, en efecto, el capitalismo omnívoro ahora es también digital. El inmenso hueco que se queda a oscuras entre la primera lumbre del hombre primitivo y las lumbres del humano contemporáneo se puede iluminar con la palabra superfluidad.
Nos creíamos grecorromanos y judeocristianos y al final nos hemos quedado de soñadores insomnes frente a la orgía de los escaparates y las luces.