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El Covid y el dilema de Leviathan

20 de Julio de 2020
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Coronavirus

Desde que Hobbesnos habló de esa forma de estado absoluto, que todo controla y todo puede, elLeviatan ha inspirado horror y atracción en casi el mismo grado dentro de lateoría y la práctica política.  Ese sueñoantiliberal, necesario para lograr la paz y la justicia, temido comopantocrátor que premia y castiga, sigue siendo objeto de reflexión.

La limitación dederechos, el control de las libertades y la capacidad del Estado para conservarla salud y el crecimiento económico, han sido los ejes del debate político enlos últimos meses. Fuera del ruido mediático, de la demagogia vista enocasiones, el debate que se revela detrás de todo ello, tiene una profundidadque no puede pasar inadvertida estos días.

Así, se criticó porigual al gobierno de falta de control y previsión, de falta de capacidad deintervención, de no poner en marcha una estrategia de control social similar ala realizada en los países asiáticos, que permitía controlar los casostecnológicamente y no confinar a la población. E igualmente, sin solución decontinuidad, ha sido criticado por imponer un control excesivo en durante elEstado de Alarma poniendo en peligro las libertades y derechos civiles, dequerer desarrollar controles tecnológicos a la movilidad, por establecer unsistema de protección social para autónomos, trabajadores y empresas, comonunca se había visto en España, haciendo depender del Estado de manera directao indirecta a más del 60% por ciento de la población y de legislar de decretoen decreto con escaso control parlamentario y sin respetar la autonomía de lasComunidades Autónomas.

El Estado Social y Democráticode Derecho, se mueve pues entre la obligación de promover la igualdad efectiva,la salud y los derechos sociales en general por una parte y, por otra, la demantener las libertades civiles y la libertad de empresa. Es un equilibriocomplejo e inestable muchas veces. Hoy, después del estado de alarma, seguimosviendo los mismos dilemas a nivel autonómico, con gobiernos que navegan entrela seguridad y la salud de la población (aunque tengan que limitar laslibertades civiles y económicas de la ciudadanía) y el mantenimiento de unaactividad económica que está sufriendo una crisis sin precedentes,especialmente en las zonas turísticas.

Sin embargo, poranti-intuitivo que resulte, para mantener nuestras libertades públicas yeconómicas, se hace imprescindible una administración fuerte, con capacidad decumplir todas esas obligaciones que la Constitución le encarga al Estado, conrecursos presupuestarios para que se pueda garantizar un Estado Social.Igualmente pasa con las autonomías, las cuales para mantener su capacidad deautogobierno necesitan una mayor integración de sistemas y capacidad decoordinación, labor que sólo puede realizar un gobierno central conherramientas de intervención, transparencia y mecanismos de consenso entre lascomunidades.

Se ha demostradoque sin un sistema sanitario público reforzado, con mecanismos que permitanprevenir y controlar posibles brotes epidemiológicos (que hoy son causados porel COVID, pero que mañana pueden producidos por otros virus o bacterias), consuficientes profesionales y una capacidad de atención sanitaria de calidad, todoel sistema de libertades civiles y económicas se tambalea.

Igualmente, estamosevidenciando, que sin un Estado con recursos y capacidad de intervención en elámbito científico, económico y social, es todo el sistema económico el que seviene abajo.

El estado mínimoliberal, como se puede ver en buena parte del mundo, incapaz de proteger a lasociedad, sólo deja como alternativa un auténtico Leviatán totalitario o la leyde la selva donde sólo  los más fuertes,los ricos y los poderosos, pueden intentar protegerse detrás de los muros desus urbanizaciones.

Por desgracia paraellos, los virus no entienden de muros y el hambre tampoco.

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