Muchachos sin preparación militar, sin ropas para afrontar el frío polar, hambreados y torturados por sus propios jefes, fueron llevados al sacrificio por los mismos que habían convertido a la Argentina en un infierno. Fortunato Galieri, el general que declaró la guerra, murió en la cama ebrio de poder y de alcohol.
-Si no entendemos que toda guerra es un crimen, seguiremos repitiendo la máxima utilizada por los devotos del belicismo y por los fabricantes de armas: “si quieres la paz, prepárate para la guerra”.
-Semejante falacia es la que da pie a la descomunal carrera armamentista, el camino que no conduce a la paz sino a la guerra. Que no es otra cosa que destrucción y muerte.
-Por eso es que en la Argentina se sigue calificando de héroes y no de víctimas a los muchachos que murieron cuando los genocidas militares invadieron las Islas Malvinas el 2 de abril de 1982.
-En aquella aventura fueron llevados como carne de cañón chicos de dieciocho años, la mayoría provenientes de zonas cálidas a un territorio donde las temperaturas congelan hasta el aliento.
-Además de morir bajo el plomo de los colonizadores ingleses, muchos de ellos fueron hambreados y hasta torturados por los oficiales argentinos, hijos de la escuela del fascismo militar que impuso el terrorismo de estado llamando guerra al genocidio de treinta mil personas.
-Desde entonces, el lenguaje belicista les sigue llamando héroes, una sutil manera de convertir a las guerras en gestas heroicas y a quienes mueren en ellas, en héroes. -¿Serían héroes los que bombardearon Guernica?
--¿También los niños que murieron aplastados por las bombas en sus casas o en una escuela?
-¿ O los que quedaron sepultados bajo los escombros en un hospital?
-¿Serían héroes los que arrojaron las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki?
-En las guerras no hay héroes: hay víctimas y victimarios.
-Terminemos de una vez por todas con la máxima belicista y si de verdad queremos vivir en paz, eduquemos y luchemos para la paz. .