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El derecho a comer de Isabel Díaz Ayuso

10 de Octubre de 2023
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Ayuso Comer

En la Comunidad de Madrid los niños que no tienen padre conocido no comen en el colegio.  Se les ha negado la beca de comedor que se otorga  a las familias más desfavorecidas, según la terminología oficial al uso, porque la palabra pobre suena mal. Según las últimas cifras la tasa de riesgo de pobreza y exclusión social afecta a un 28,3 % de los niños y niñas en España, es decir, a 2,2 millones. “Los niños y las niñas que viven en España se enfrentan a no pocas dificultades. Se encuentran entre los que ven la pobreza más de cerca que cualquier otro en Europa, están en riesgo de sufrir distintos tipos de violencia o son invisibles ante las administraciones, como aquellos que han llegado a nuestro país y todavía no tienen su documentación en regla.” Esto escribe la ONG Save The Children.

En la Comunidad de Madrid la infancia y adolescencia suponen el 17,75% de la población total, es decir, hay 1.201.345 de niños y niñas de 0 a 17 años. Se encuentran en los grupos de edad con las tasas de riesgo de pobreza o exclusión social más altas de la Comunidad, lo que significa que en 2021, 281.852 niños y niñas hasta 17 años estaban en riesgo de pobreza o exclusión social, de los cuales, 248.341 son niños y niñas menores de 16 años.

De estos niños y niñas, un millón de ellos se quedan sin beca de comedor: “Si me tengo que gastar 120 euros no llego a final de mes” , dice una madre. PP y VOX  han eliminado en Madrid, en Murcia, en Extremadura, las becas de comedor, lo único que garantiza a los niños una comida caliente al día,  para las familias más desfavorecidas. Solo un 11% de los alumnos consigue una beca de comedor en España.

Pero en Madrid, que siempre es diferente, la señora Presidenta, Isabel Díaz Ayuso, ha impuesto una condición especial para negarles esa comida: que los niños tengan padre. Padre conocido quiero decir, un padre legal que conste en el Libro de Familia. Las madres solteras, o sin hombre inscrito como fecundador de esas criaturas, no tienen derecho a que la Consejería de Educación dé de comer, una vez al día,  a sus hijos.

Ni siquiera en la interminable dictadura franquista que anatemizó, persiguió y condenó las relaciones sexuales no bendecidas por la Iglesia, se les negaron las ayudas sociales a las madres solteras o sin marido. Por el contrario, podías acudir a la Sección Femenina de Falange y a las organizaciones de caridad a suplicar una ayuda para la pobre mujer abandonada por un padre sin escrúpulos y en muchas ocasiones se podían conseguir algunas limosnas. Hoy, en el año 2023, en la Comunidad de Madrid, esa que compendia toda España para la señora Ayuso, y no se atreve a calificar de capital del Imperio por un poco de vergüenza -pero todo se andará con el apoyo de VOX- las normas democráticas actuales de las que carecía el franquismo dicen que si un niño o niña no tiene inscrito en el Registro Civil el nombre del padre, no tiene derecho al bono de comedor en el colegio.

Ciertamente, ni en la Edad Media, en la que surgieron las órdenes mendicantes de buenos religiosos que se preocuparon de los pobres, mendigando para darles de comer, se instituyeron normas tan perversas, para imponer la moral más reaccionaria y siniestra a costa de la salud y la vida de los más débiles: los niños y niñas y sus madres.

Después de 230 años de luchas feministas en Europa, de 45 años de democracia conseguida tras el horrible periodo dictatorial franquista, de haber logrado que se aprobara la Constitución de 1978, que “garantiza” la igualdad de todos los españoles y españolas, independientemente de su sexo, origen, religión, etc...los niños y niñas de Madrid que no tengan padre reconocido están marcados por la infamia de no haber sido inscritos como hijos legítimos ante la ley, por lo que merecen el mayor castigo: no poder comer.

Quiero creer que la ciudadanía madrileña que ha votado con tan gran entusiasmo a la señora Ayuso para que disponga y mande en la Comunidad de Madrid durante cuatro años más, añadidos a los cuatro anteriores, pensó que eso supondría que varios cientos de miles de niños y niñas se quedarían sin poder comer en el colegio, porque su madre no cumple con los preceptos católicos del matrimonio y la familia legales.

Como también quiero creer que si conseguimos que esa ciudadanía se entere de las disposiciones que es capaz de aprobar su presidenta -más que de sus creencias religiosas, ya que conozco muchos católicos que nunca le quitarían la comida a los niños por no saber quien es su padre- no volverán a votarla nunca más. O por lo menos, quiero creerlo.

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