Sobre la barra del bar hay un vaso de vino a medias y un libro de Patrick Modiano; también a medias. De título, ‘Para que no te pierdas en el barrio’.
El vino lo prefiero en vaso pequeño en lugar de una copa. Crecí en un barrio y un pueblo donde se cultiva la vid y se hace vino, y para degustarlo se utiliza un vaso pequeño. Esa manía mía en relación al vino es otra forma de recuerdo.
El paso del tiempo es un narcótico emocional. Nos adormece las emociones para poder seguir; el latigazo verdadero de las emociones acontece en la incertidumbre presente de la manecilla del reloj.
Nunca entendemos del todo al Ser que llevamos dentro y que nos provee del espectáculo de los sentimientos y las emociones. Es una fiesta intensa, inmensa e infinita. Todo es una eclosión pasional ante las situaciones y los acontecimientos que experimentamos; bien sea en solitario o en compañía.
En ese empeño social y personal con el que constantemente intentamos ordenar, controlar y dar explicación a todo a nuestro alrededor, es curioso que la incertidumbre y lo inexplicable de esa ebullición en nuestro interior para desplegar sentimientos y emociones y dejarnos atrapados, es lo que lo hace hermoso.
Observo que el camarero le llena el vaso a una mujer de mediana edad en la otra esquina de la barra. De complexión delgada, pelo ondulado, media melena de color castaño, tez morena y mediana altura. Ella le susurra algo al oído. Al momento, el camarero se acerca y me llena el vaso sin previa indicación mía. La miro, me sonríe. La sonrío.
Nuestro interior es un espectáculo hermoso al que miramos poco y con el que apenas experimentamos. Por lo general, solo nos acercamos a él para arrancarle las emociones y los sentimientos porque consideramos que nos hacen débiles, o porque creemos que nos pueden hacer daño. Nos molesta todo lo que venga de ahí. Egocéntricos, creemos que sabemos todo de ello. No advertimos el sortilegio constante que se produce en nuestro interior. Aceptar, observar, vivir y experimentar las emociones y los sentimientos, incluso cuando no son los deseados, nos hará participar de ese espectáculo que es estar vivo. Recibirlas cuando llegan, disfrutarlas mientras están vivas, aceptarlas cuando no son las esperadas, y dejar que se alejen cuando menguan en el paso del tiempo; esa es la experiencia de la que huimos.
Ella se acerca.
Sobre la barra, al lado de mi vaso vacío, el libro de Patrick Modiano. En la contraportada una frase que me atrae: ‘Un libro que contiene muchas preguntas y apenas alguna respuesta’. Como la vida, pienso.
-Nos desnudamos y leemos algo. Invito yo – me dice. En sus labios se pronuncia una sonrisa hermosa y fresca que inunda todo su rostro.
La oscuridad hace rato que ha quebrado la luz del día. La noche es incertidumbre; las calles vacías también. Incertidumbres apetecidas. En mi interior, el espectáculo más hermoso que existe.