Días atrás publiqué un artículo sobre la situación en que se encuentra Madrid debido a los efectos de la pandemia titulado: Estado de alarma en Madrid a causa de la Covid-19. Cómo es lógico y natural los lectores pueden estar de acuerdo o no con su contenido y expresarlo si lo creen oportuno. Así mismo, los autores tenemos que aceptar los comentarios, tanto si son favorables o críticos. La libertad de expresión existe (cada vez menos gracias a la política) y se tiene que respetar.
He recibido -indirectamente sobre todo- algunas críticas de aquel artículo, porque hacía mención a la política de privatizaciones de la sanidad en la comunidad de Madrid, que el Partido Popular había llevado a cabo los últimos 10 años. En el artículo incluí dos videos, uno hacía referencia en el rifirrafe político entre los gobiernos central y autonómico; el otro describía, con pelos y señales, los cambios que se han producido en Madrid en cuestiones sanitarias.
Los rifirrafes continúan, la fiesta de la Hispanidad, deslucida como nunca a causa de la pandemia, fue aprovechada por algunos políticos para hacer públicas las críticas en la acción del gobierno central en lugar de intentar un acercamiento que permita superar la difícil situación del momento.
El que la ciudadanía no comprende es que ante una situación sanitaria tan peligrosa por la salud, sea aprovechada de forma vergonzosa por la clase política para descalificar cualquier decisión que no guste o no se esté de acuerdo. Los que antes eran opositores ahora se consideran enemigos. ¿Tan difícil les resulta llegar a consensos? ¿La salud, la economía y los índices de paro no son motivos, más que suficientes, para intentar con un mínimo de solidaridad y por razones de estado, dejar los rifirrafes inútiles a un lado y trabajar conjuntamente para buscar soluciones?
Si vieron el video que acompañaba el anterior artículo sobre la sanidad a Madrid, les invito a ver el siguiente donde se reafirma lo que decía el anterior, la forma como fondos extranjeros se hacían con la propiedad de los hospitales de nueva construcción o pasaban a ser propietarios de otros ya existentes y que supuso la pérdida de 3.000 camas y 3.200 médicos. No es extraño, pues, que Madrid tuviera los problemas que tuvo durante el primer brote de la pandemia y que está volviendo a tener actualmente.
El problema yo lo veo en la poca calidad de nuestra clase política, desgraciadamente pienso que es así. No luchan en favor de los ciudadanos, luchan para acumular el máximo poder y tener aseguradas las sillas por una, dos o las legislaturas que sean. Otro problema lo veo en la justicia, no es normal, por ejemplo, la no renovación del CGPJ porque a un partido no le interese perder el poder que ahora ostenta o, que la justicia tenga que intervenir anulando decisiones de gobierno, como ha pasado a Madrid donde el TSJM, a petición de la inefable Díaz Ayuso, ha derogado medidas encaminadas a parar la propagación de los contagios de la Covid-19.
¿Qué piensan ustedes, queridos lectores? ¿Qué razones tiene Isabel Díaz Ayuso para estar enfadada con las decisiones del gobierno central? ¿Hasta donde llegaría su incordio si Pedro Sánchez hiciera lo que ha hecho Emmanuel Macron, presidente de Francia, ordenando el toque de queda a partir de las 9 del anochecer hasta las 6 de la mañana siguiente a París? ¿No resulta vergonzoso que mientras los políticos se pelean, los ciudadanos puedan contagiarse, con la posibilidad perder la vida?