La ultraderecha, es decir el fascismo, está atrapando en nuestra democracia cotas de poder hasta el presente desconocidas. La derecha recalcitrantemente fanática del pp, la que ñoñamente patalea y hace pucheros cuando pierde en las urnas, no sólo comparte contenido, colabora y compite con Vox. El Consejo General del Poder Judicial, al presente, okupa en dicha institución, se auto-faculta para resistir, usurpando la soberanía de la Constitución, en un territorio que ya no les pertenece. Sin vergüenza, con mandato viciado ya caducado, se inclina, cómo no, coherente con su falta de ética, (quizá por eso del buen sueldo y privilegios) a aseverar, que la apología del franquismo, fascismo, está guarecida por ley. Su ley.
No es menor el asunto. Es una cuestión de Estado, que afecta, colisionando con notorio ultraje, los derechos humanos. Tratamos de nada menos que del fascismo, una ideología que sembró el terror y la muerte en Europa, que trajo el averno a la tierra y pretende resurgir. Reflexionemos sobre cómo luchar contra esta maldad y cómo obstaculizar todo lo que lo favorezca, alimenta. Veamos. En el CGPJ, lo justifican, con carencias en la reflexión, falta de arresto democrático y escasa atención a los sentimientos ajenos; no sólo de las víctimas. Su coartada, subterfugio, es tan simple como bochornoso: <Si no se humilla a las víctimas>. Bien, pero: ¿Es posible, en esta sentencia, una mayor contradicción, simpleza, patología ideológica, mentecatez, o, y, pobreza intelectual? La libertad de expresión en el contexto de la exaltación del fascismo, tiene un claro límite. No es libertad de expresión cuando cabalgando sobre ese enunciado, se pisotea la dignidad de muchos, y se aplaude y glorifica a los que dieron un golpe de estado; a quienes torturaron, encarcelaron, asesinaron, a inocentes, planificando un genocidio contra todos los que defendían legítimamente la república, los derechos humanos conseguidos, y a los que querían perpetuar la democracia.
Durante más de cuarenta años la sociedad se vio sometida a una despiadada e implacable vigilancia y, a un ñoño, mojigato, simplón, pero efectivo adoctrinamiento fascista; sus efectos se extienden en el tiempo. La falta de conocimiento sobre la patraña tremebunda de la sangrienta dictadura, la falla en la enseñanza de nuestra historia reciente en las escuelas, Universidades, favorece, por oscurantismo, ignorancia, de demasiadas personas, el blanqueo del fascismo. Tenemos que programar que en las escuelas se platique y se estudien todas las fisonomías del fascismo, totalitarismo, dictaduras, como la de Hitler, Mussolini, Stalin, Franco,,,,,,,,,. Durante su larga y funesta vigencia, la espeluznante dictadura franquista encarcelaba, torturaba y asesinaba a los que no pensaban como ellos y levantaban su voz contra el golpe de estado, contra el terror organizado.
Refrendo. No es libertad de expresión dar forraje al fascismo; es alimentar a la bestia, que desplegará, si engorda, su indiscriminada violencia. No, esto no es materia de libertad de expresión, es ni más ni menos que la defensa, a más de la vida, -recordemos, de más de 26 millones de ciudadanos-, de todos los valores democráticos que tanto les ha costado a nuestros mayores y que entre sus herederos, nosotros, debemos mantener y salvaguardar. Estamos defendiendo la vida y la dignidad de toda la sociedad. Tenemos un problema, grave y peligroso con muchos de nuestros jueces, que más parecen aprendices de dictador. Jueces que proceden de manera interesada o con carencias intelectuales, o y patología ideológica. Y nos preguntamos: ¿Cuándo lograremos que ensalzar, glorificar al asesino dictador Franco y secuaces y, alabar las inhumanas salvajadas que idearon, impusieron y ejecutaron, sea un grave delito? Defender, amparar, patrocinar, al sanguinario dictador, a sus cómplices, es ultrajar, repudiar y despreciar a millones de personas que sufrieron tortura, cárcel, asesinatos, exilio; sin olvidar a miles de niños y niñas que fueron arrancados de los brazos de sus padres, de su tierra, y a los que se quedaron huérfanos, huertanas.
No debemos seguir permitiendo, lo que el CGPJ pretende, blanquear el fascismo y, que impunemente se pueda exaltar y reverenciar a los que simple y llanamente fueron salvajes asesinos; cuya finalidad, no nos engañemos, fue la de apoderarse de un país, sembrando el terror, para poder robar todo lo que pudieron y más. Millones de seres humanos padecieron todos esos horrores, por la demencial ambición desmedida de unos pocos. Qué barbaridad, qué atrocidad, cuánta perversidad. No debemos alabar, menos obviar dicha maldad. Tenemos que seguir exigiendo y conseguir que, ensalzar al asesino dictador Franco y adictos sea un delito. Alemania e Italia lo tienen claro. Hay que cerrarle las puertas al fascismo, si no deseamos que otra hecatombe, pueda campar diseminando su esquizofrenia, su locura, por nuestras haciendas. Y termino: Es la obligación de toda democracia continuar investigando, estudiando, cómo se puede lograr que los ciudadanos, a nivel planetario, desarrollen un pensamiento crítico, donde la lógica, la razón y la ética predominen. Pero mientras tanto, sí sabemos que si incluyéramos de una vez, más seriamente, con pedagogía moderna, el estudio de la filosofía y de nuestra historia, en nuestras aulas, la capacidad de razonar y reflexionar se amplificaría hasta el punto de colegir con meridiana claridad, sin posible autoengaño, si lo que pienso es fruto de mi reflexión o reflejo de lo adoctrinado. Si filosofo yo o soy el médium del pensamiento de otros.