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El íctus de Chomsky

17 de Junio de 2024
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Chomsky

En estos días ha trascendido que Chomsky sufrió un ictus hace aproximadamente un año y que fue trasladado frente al mar de California. Yo, sin ánimo de frivolizar, le hubiera recomendado los vientos que derriban caballos, que decía Herodoto y que en Cádiz, inspiran los sesgos de las decisiones.

A los veinte años, quién no soñó con cambiar el mundo. Y para ello, quién no aspiró a hacerlo desde los foros judiciales, la política o la sociología.  

El tiempo ha demostrado que la justicia es una quimera y supone poner la felicidad en manos de otro; y la política, como vaticinó el maestro García Trevijano, se ha convertido en un hecho partidista, divididos en aquellas castas imborrables de los Episodios Nacionales de Galdos.

Chomsky ha permanecido rebelde frente a los principales hitos revolucionarios, con la excepcion biológica de la Guerra Civil española.

Se opuso a Vietnam y afirman que cuando le hablan del genocidio de Gaza levanta la mano izquierda, tal vez porque sus órganos vocales yacen extirpados por la anegacion de su cerebro.

No quedan ya ideales revolucionarios. Aquí son best sellers los manuales de resistencia en lugar de “principitos” de utopía. Y así le va a la izquierda.  

A nadie le importa Assange, que apenas se enseña en las escuelas; que lo importa es INDRA o PRISA. Dónde están las balas perdidas de Couso o del hijo de Julio Anguita.

Aquí impera el síndrome del corazón roto, que si lo leen no es otra cosa que un momento de conmoción y luego un dolor a cada latido a la izquierda.

Sin embargo, quiero pararme en Chomsky, porque pronto empezarán los obituarios, mucho más fecundos que los tanatorios.

Y quiero detenerme en la principal quimera de su pensamiento. El dice que nuestros cerebros nacen preparados para el lenguaje inteligente, como si naciéramos dioses.

Chomsky  niega la divinidad, el ateísmo e incluso el agnosticismo, por incomprensibles.

Y es ahí donde yace la tragedia del ser humano. Disponer de unas neuronas preprogramadas desmentiría que el lenguaje tenga un carácter eminentemente social; y en cambio, sí sería creador.

El lenguaje es parte del mundo natural que prosternamos frente al dinero o las tentaciones de la carne que llamaban aquellos sacerdotes de sotanas blancas cuando Vallejo Nágera extirpaba el gen rojo.

Ese proceso por el que un cerebro dispuesto a la bondad, acaba orientado hacia una gramática monolítica de poder, significaría la conversión del Dios naciente de Spinoza, sucumbiendo ante el ser social que definiera Rousseau.

Así las cosas, cualquier interpretación sesgada del lenguaje resulta perversión. Y de ahí la trascendencia de los maestros, que no debieran conducirnos ni a los monoteismos, catequesis o vendedores de crecepelo. Tanto da.

Se nos están yendo los mejores. Se fueron Hemingway o John Dos Passos. Assange deambula entre barrote y barrote, próximo a su fractura, se llame ictus o colapso.

Así pues, antes de que ese hemorragia nos alcance a todos, mi homenaje al hombre que escribiera “Los Guardianes de la Libertad”. Libro obligado frente a las filípicas de Tezanos tan iguales como las de aquel Fraga del movimiento nacional bañandose en cualquier sitio menos en Palomares..

Educar en libertad no es interpretar el lenguaje, sino preservarlo puro; es casi volver a ser ácratas o Dioses.

La muerte se nos aparece a todos y a cada cual lo espanta o alivia, según.  Observas la educación infantil y las enseñanzas precondicionadas; el auge de la educacion privada de pijos pagada en negro por caja; y concluyes que el ictus ha corroído el hombre en busca de sentido.

Se nace crítico, se te somete preso.

Chomsky, Vietnam, Couso, Julio Anguita Parrado, Assange, Mohammed Ali, Aitor Aguirre y tantos otros. Basta de monogamias o tiaras. Aquí todo empieza en una discrepancia y acaba en un aislamiento. Se tarda, pero no es difícil reconocer a un o una psicopata integrada.

Y frente a esto, la justicia. Una máquina trituradora de seres humanos, donde cierto es que nos hace a todos iguales, y que hata Rato puede acabar en una Vespa, donde otrora una limousine, pero siempre el pajarito dentro.

Sospecho que Chomsky debe estar sufriendo en la reclusión forzada de su derrame cerebral. Pero lo más dramático es que no quedan émulos.

Aun así, sigue siendo pura la estructura del pensamiento cuando nacemos. Y ese es el legado del lingüista frente a ese mar que imagino azul de California, bajo los sones de Bruce Springsteen.

Mientras esto ocurre –lo contaré en el próximo artículo, si mi benévola Directora me lo permite- a Griñan la semana pasada le rodeó hauna turba mientras paseaba sus perros. Y es que uno se pregunta, qué hace este hombre en libertad, mientras los suyos languidecen entre rejas.

Y sobre todo, cómo quien los mantiene presos, es quien guardaba una caja fuerte en manos de su testaferro, ahora enchufado en la Delegacion del Gobierno andaluza.

Y acabo con una de las frases de Chomsky, que dedico al único togado que se ha quedado acompañándome en mi particular ictus al que he sobrevivido ya para nueve inolvidables años. A él, -por no abandonarme- mi eterno agradecimiento.

Otro mundo es posible.

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