La Mesa de Reconstrucciónque se formó en el Congreso para que lospartidos políticos hallaran soluciones a la grave crisis que estamospadeciendo, ha concluido como el Parto de los Montes: pariendo un escuálidoratoncillo.
Las cuatro mesas en que se dividió la original para tratar sobre los temas social, económico, sanidad y Europa, han tenido un final desigual. Las Mesas de Reconstrucción Social y Económica no han aprobado las medidas que tan arduamente habían imaginado sus señorías. Las de Sanidad y Europa sí, pero no parece que hayan tenido que discutir y pactar con mucho esfuerzo. La de Sanidad expresa la necesidad de lograr que la sanidad funcione mejor para lo que ya intuyen que habrá que aportar fondos extra, organizar mejor los servicios, aumentar la plantilla de sanitarios y prepararse para el próximo brote del virus. Lo que parecen obviedades tan vulgares que no sé si valen el tiempo y la masa gris invertida por los parlamentarios durante estos dos meses de encuentros, reuniones y discusiones. Sobre todo, cuando no se concretan las partidas económicas que se destinarán a cada uno de esos apartados, ya que todavía no se han aprobado los presupuestos, ni cómo se distribuirán entre las Comunidades Autónomas que tienen las competencias de Sanidad. Imagino las nuevas mesas de discusión entre los 17 representantes de los territorios y el gobierno central, enfurecidos, tirando cada uno de la lista de las cifras exigiendo cada uno más para su Comunidad donde los electores le apremian para votarle.
La Mesa de Europa ha aprobado lo acordado por amplia mayoría, porque con un sentido de la prudencia encomiable han aprobado lo que ha aprobado el Consejo de Europa en las también interminables reuniones de estos últimos días. Porque, en fin, ¿quiénes son ellos, los parlamentarios españoles, tan carpetovetónicos y pobres, para enmendarle la plana nada menos que a 27 mandatarios de otros tantos países, que reúnen 500 millones de personas? Si el acuerdo de los Presidentes de Gobierno de los más ricos países de Europa está bendecido por la de la Comisión Europea y el del Consejo, y con el beneplácito del Banco Central y la patronal, ¿qué más se puede pedir? Lo mejor ha sido que no han invertido tanto tiempo en llegar a tan inteligentes conclusiones.
Las otras dos Mesas, la de Asuntos Sociales y la de Economía, por el contrario, no han cosechado tan envidiables triunfos. Las conclusiones de la de Economía, cuyo contenido no conocemos, no se han aprobado por un voto que fue declarado nulo. Y lo fue porque a su emisora, una diputada de Podemos cuyo nombre no ha sido publicado, supongo que para no incomodarla, se le ocurrió pedir el voto telemático, pero después se presentó en la Cámara y votó presencialmente. Supongo que debe estar enfadada preguntándose por qué se lo han anulado, ya que en resumidas cuentas, ¿qué más da? Ella es la misma.
La Mesa de Asuntos Sociales ha fracasado tristemente. Tristemente porque afecta a los parados, los jubilados, las amas de casa, las mujeres maltratadas, los niños huérfanos, los discapacitados, los sin techo, los emigrantes y refugiados, los temporeros, los desahuciados de su vivienda, y otra ristra de desgraciados y desgraciadas que tenían que ver aliviadas sus torturas con las subvenciones dispuestas por esas señorías.
Y ha sido imposible aprobar sus disposiciones porque el Vicepresidente de Asuntos Sociales decidió que las ayudas económicas al sector de la Educación, que incluyen además de los aumentos de sueldos y de ratios de los profesores, la renovación de las aulas, las subvenciones para becas, educación especial, discapacitados y alumnos especialmente vulnerables, se repartirían a la escuela pública pero no a la concertada. Coherente con su pensamiento laico, Iglesias quiere negarle el pan y la sal a la enseñanza concertada que en mayor medida está administrada por la Iglesia Católica. Claro que en esa clasificación entran también las escuelas formadas por cooperativas y asociaciones de padres, muchos de los cuales además no son religiosos.
Pero cuando se tiene una convicción se debe defender, sin duda, y si el señor Iglesias es ateo y además quiere que en España sólo exista la enseñanza pública laica, tiene que proponer que los alumnos de esos centros, que alcanzan la cifra de tres millones, no reciban ninguna ayuda, aunque sea para el bocadillo del medio día. No importa que la Constitución reconozca ese sector de la educación, que corresponde a lo público, aunque sea administrado en buena parte por la Iglesia, cuya existencia y culto también está garantizado por la Carta Magna. Ni tampoco que las familias católicas, que todavía son bastantes, escojan esas escuelas, ni que los niños y niñas que a ellas asisten en muchas ocasiones necesiten becas y ayudas económicas tanto para estudiar como para desayunar. Porque las convicciones son las convicciones y no se puede ser traidor a ellas.
Ni Podemos ni Izquierda Unida pone en cuestión el papel de la Iglesia Católica, ni pide que se modifique la Constitución para prohibirle el ejercicio de la enseñanza, ni aún siquiera que se quiten los crucifijos de las aulas de la escuela pública, ¡pero darle dinero a los profesores y a los alumnos que tienen el mal gusto de enseñar y de estudiar en esos antros, de ninguna manera!
A la izquierda hay que pedirle además de valor y resistencia la inteligencia suficiente para no plantear ni pedir disparates. Pero lo que tenemos en el gobierno no es izquierda, como ya he comentado repetidas veces, sino un populismo, decadente por otra parte ya que no tiene la aceptación inicial, que es incapaz de hacer un análisis político y social de la situación española, de sus normas jurídicas ni de la relación de fuerzas económicas que existe en la actualidad. Porque no sabe aplicar el método marxista a sus planteamientos, ni quiere, porque entonces tendría que dejar ese desairado papel en el gobierno, convertidos todos los ministros de UP en lacayos del PSOE, que es decir del Capital, para ejercer el papel de oposición de izquierda, que es lo que le corresponde. Pero las sillas del Consejo deben de estar muy mullidas y halaga mucho que las televisiones te entrevisten al mediodía, además de la nómina que ingresan cada mes en su cuenta corriente.
No sé si los sumisos y bobalicones ciudadanos que votaron la coalición lo seguirán haciendo en el futuro, de lo que cabe bastante duda dados los resultados electorales de Galicia y del País Vasco, pero si así lo hacen que no se quejen luego de que sus revolucionarios representantes ni siquiera sirven para garantizarles una subvención de comedor en la escuela.