Quizá haya más, claro, pero yo es el único queconozco. Y menos mal, porque soy un animal de horarios personalizados: melevanto cuando quiero y me acuesto cuando quiero.
Y cuando me levanto y he desayunado, a vecesdespués de las ocho de la tarde, quiero -necesito,soy adicto- comprar mi paquete de tabaco diario.
Si voy en coche, mi muy viejo Corvette del 63 (admito que es llamativo del carajo), lamadera me da el
¡¡¡¡Sóooo,tigre!!!!!!
a laida y a la vuelta.
-¿No puede ir usted a otra hora?
No, no puedo. ¿Y por qué debería ir a otrahora? ¿Por qué en Mad Madrid dejan a la gente moverse con más o menos libertadhasta las 15,30 y luego empiezan los controles y a partir de las 20 horas nopuede moverse ningún particular:
Sealquilan uniformes de Globo, con bicicleta incluida, para paseantes enfermos deansiedad. Nos están volviendo locos al tratarnos como delincuentes sometidos aarresto domiciliario.
-¿Por qué no compras un cartón y no tienes queir al estanco a diario? (ahora ya me están tuteando: llevo coleta y enocasiones no me he afeitado)
No tendría por qué responder, pero voy ahacerlo: si compro un cartón es fácil, yo también tengo mi ansiedad queridos hermanos, que me fume dos o hasta tres paquetesseguidos. Así que compro uno diario, y maldigo a los explotadoresdistribuidores de tabaco que no hacen paquetes de cuatro y hasta doscigarrillos, como sucede en muchos países más civilizados (o en la PillaSevilla que pueden conseguir de uno en uno y a mano liados).
¡Te aguantas Tigre!, si fumas que sean veintecigarros mínimo, así el cáncer o la impotencia o la "muerte del feto queva dentro de ti" funciona más rápido.
Si voy andando también me paran. Intento noenseñar mi salvoconducto como periodista, porque quiero averiguar como tratanlos policías elevados a la categoría de jueces -multa de 600 pavos por comprarsólo un bote de nocilla o una única barra de pan- a los ciudadanos.
Hasta ahora, y en mi experiencia, bien. Nostratan bien. Paternales pero con respeto. Ellos están tan quemados comocualquiera o más.
Envidia me dan los franceses, ingleses onorteamericanos, pues aunque sus calles están tan vacías o más (AHORA LO EXPLICO) que las nuestraspueden salir a la hora que quieran -y sin necesidad de un perro como pretexto-a comprar pan, nocilla o tabaco.
LAEXPLICACIÓN: El encierro domiciliario despierta alrebelde, al insumiso, que hay dentro de cada ciudadano; es muy contraproducente.
Como también lo es el haber reducido el horariode los supermercados. Voy a veces a los más próximos cuando estoy sinprovisiones a las nueve o diez de la mñana, antes de acostarme: estánreventados, y en muchos, en casi todos los que están cerca de mi Callejón delos Milagros, lo de la distancia de seguridad es imposible porque los pasillosson demasiado estrechos: a veces poco más de un metro; para dejar un metro ymedio de distancia entre los clientes habría que ser capaz de levitar y hacerla compra desde el techo, alegremente volando.
Otro burbon, por favor.
Tigre tigre.
(Y mañana o pasado cuento lo que a su vez a mí me cuenta Eduardo, el joven dependiente del estanco de la Avenida del Mediterráneo. Si alguien conoce más estancos abiertos hasta las diez, o incluso -mejor- hasta más tarde, ESTANCOS DE GUARDIA, por favor que lo ponga por aquí, en los comentarios. Gracias y suerte, anónimos compañeros de arresto domiciliario, nerviosos hermanos)