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El uranio de Barcelona

06 de Noviembre de 2023
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Radiacion-Collserola

Todo aquel que haya vivido un tiempo en Barcelona conocerá la sierra de Collserola, ese conjunto de majestuosas montañas y bosques que abraza la metrópolis catalana.

Lo que quizá no sepan es que esas mismas montañas esconden un secreto.

Son radiactivas y contienen uranio.

Un buen ejemplo de ello es el pequeño yacimiento de uranio que hay en las inmediaciones de la Pedrera dels Ocells (Santa Creu d’Olorda), una antigua cantera de pizarra negra ahora restaurada en un hermoso mirador.

Medición radiológica del pequeño yacimiento de uranio de Collserola. Fuente: ECONUCLEARES.

¡¿Pero, no es esto un escándalo?! ¿Cómo es que no se ha evacuado la zona?

Pues la realidad es que nunca ha existido la necesidad de preocuparse o agitarse por este tema, ya que la radiación que existe en Collserola es absolutamente normal y segura.

Lo que es realmente alarmante es el nivel de preocupación que se ha instaurado en nuestra comunidad cuando surgen los términos “radiación” o “radiactividad”; preocupación que es, en la mayoría de los casos, ilógica y contraproducente.

Y es que la radiactividad está por todas partes. Desde nuestro nacimiento hasta nuestro último aliento nos encontramos expuestos a un constante bombardeo de radiación ionizante*.

Estas radiaciones tienen un origen de lo más variado. Provienen de los elementos radiactivos que contienen las rocas y los minerales, los alimentos, del espacio, etc. Esto es lo que conocemos como radiación natural de fondo.

¡Incluso tú eres radiactivo! La radiactividad que tiene nuestro cuerpo la debemos a los alimentos que ingerimos, ya que estos también contienen elementos que son radiactivos de forma natural, como el potasio-40, el carbono-14, así como trazas de uranio y torio. El potasio-40, por ejemplo, es el responsable de que los plátanos sean un alimento particularmente radiactivo.

¿Significa eso que deberíamos dejar de comer plátanos?

En absoluto.

El secreto está en la dosis

Cuando sopesamos los riesgos de la radiación ionizante, debemos tener en cuenta el concepto de dosis.

Desde que la vida se originó en nuestro planeta, ésta ha tenido que coexistir con los efectos biológicos que ocasiona la radiación natural de fondo. Por ese mismo motivo, todos los organismos de la Tierra han desarrollado mecanismos para reparar los daños ocasionados por la radiación ionizante.

¿Quiere decir eso que somos invulnerables a la radiación y que eso de que produce cáncer es un cuento chino?

No.

Todo depende la dosis que se recibe. Si los daños generados por la radiación superan ciertos niveles, el organismo es incapaz de arreglar todos los destrozos. Eso hace que, una vez superado ese umbral, el sujeto pueda presentar en el futuro una mayor probabilidad de desarrollar enfermedades como el cáncer, o, si la dosis es extremadamente alta, de desarrollar un cuadro de síndrome de irradiación aguda (daños generalizados en los órganos y tejidos que se presentan a las pocas horas o días de la exposición).

De esta forma, la gravedad de los daños que ocasiona la radiación a nuestro cuerpo depende completamente de la dosis (la cantidad de radiación a la que se ha sometido) y la tasa (la velocidad a la que se ha recibido dicha dosis). Este concepto quizás pueda parecer algo confuso, pero lo podemos visualizar más fácilmente si lo comparamos con otras situaciones parecidas que nos ocurren en el día a día.

Un buen ejemplo de ello es el alcohol. Todos sabemos que no es lo mismo tomarse una caña de cerveza que un barril entero (dosis) o tomar 10 chupitos de vodka a lo largo de un año en vez de tomarlos de golpe en 10 minutos (tasa de dosis).

Una vez se comprende esto, uno empieza a ver que, en muchos casos, el miedo que tiene la gente a la tecnología nuclear es irracional y, en muchos casos, infundado. Gran ejemplo de ello es el miedo que se tiene a vivir cerca de una central nuclear, cuando se sabe que la dosis radiológica anual asociada a ello es menor a la de comerte un solo plátano.

Dosimetría de un plátano, Fuente: Alfredo García (@OperadorNuclear.

No se me ocurre mejor forma de concluir este artículo que citando a la inigualable Marie Curie con su célebre frase: “Nada en la vida debe ser temido, solamente comprendido. Ahora es el momento de comprender más, para temer menos.”

*En este artículo, cuando hablamos de radiación, nos referimos en todo momento a radiación ionizante. Esta se trata de partículas muy energéticas, capaces de ionizar y dañar moléculas químicas, como es el caso de nuestro ADN. Es necesario diferenciarla de las radiaciones no ionizantes, las cuales no tienen suficiente energía como para destruir el material genético. Estas son, por ejemplo, las ondas de radio, las microondas o la luz que está saliendo ahora mismo de tu pantalla.

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