Hace unos días oía hablar en la SextaXplica a dos interlocutores conocidos, José Luis Ábalos y Celia Villalobos. Es costumbre verlos enfrentados a los dos, pero a mí me llamó la atención esta vez el lenguaje empleado Por ella lobos. Le decía a Ávalos lo siguiente: Tú eres del pensamiento único. Lo que dices va a misa y los demás, al infierno. Me hizo gracia.
Del pensamiento único ha sido siempre Villalobos, aunque lo llame liberal, que es más suave. Como se empeñara en algo, eso es lo que hacía, que para eso era la Presidenta, aunque no hubiera ganado las elecciones con las mayores trampas. Incluso ahora sigue manteniendo sus rotundas opiniones para acallar a otro y asustarlo, porque ella representa la autoridad de saber y gobierno.
Lo que me hizo gracia es lo cristianona que es, poniendo en su boca las palabras misa e infierno. Que antigua se muestra: el infierno ni siquiera existe, como habrá oído decir al papa. Ella establece la divisoria, refiriéndola a Ábalos de que unos van a misa y otros al infierno.
Si no estás de acuerdo con lo que yo digo te irás directamente al infierno, sin pasar por la misa. Como es una mujer era experta en chascarrillos y en zarandajas, pues eso es lo que le sale, sin importarle que el interlocutor lo entienda o no.
Además, pensamiento único fue descrito por Schopenhauer en 1819 como el se mantiene a sí mismo, porque es una unidad lógica independiente. Otros han hecho la referencia a la tecnología, hablando de un pensamiento unidimensional, propio de una lógica totalitaria, o la preeminencia de lo económico sobre lo político. Últimamente, se habla de globalización o de dictadura frente a la democracia.
¿A qué se habrá querido referir Aguirre? A nada especial. Ella suele unificarlo todo de una manera un tanto simplista. Lo ha oído y emplea las frases siempre que le apetecen. Pareciera así que tiene una gran cultura que es de lo que siempre busca, aparentar.
Luego está lo de la misa y el infierno, propio de una cultura cristiana en la que se ha movido siempre, pero que coincide con la de su tiempo. Actualización tiene muy poca. Ahora que con el desparpajo que se gasta y una imagen de poder que todavía le acompaña, no se las arregla tan mal.
Todavía recuerdo cuando fue Ministra de educación. Una tarde resulta que estábamos un grupo, hablando del programa de filosofía en un despacho. Entonces nos tocaba tratar del marxismo y programarlo. El caso es que ella pasó por allí, ya se había marchado Solana, y no se privó de intervenir. “El marxismo es algo trasnochado ya. No pierdan el tiempo en eso. Lo que ustedes tienen que incrementar es el liberalismo, ya que es el que nosotros practicamos. Lo demás es anacrónico”.
Todos nos quedamos perplejos y muy extrañados y pensamos que era precisamente entonces cuando le debíamos dar prioridad, porque pronto ya estaría prohibido. Qué mujer. De este modo se fue haciendo famosa a quien no la conocía. Contestaba a todo el mundo muchas veces sin saber qué ni por qué.
Pensar ella en el uso del lenguaje, ¿para qué? Ella se expresaba y comunicaba. Y así quitaba nombres en las plazas y calles de Madrid, o los sustituía por otros porque no le gustaban. Además, no eran graciosos ni chuscos y quedaban muy antiguos. Había que actualizar mucho.
¿Y la policía que la multó por aparcar su coche un momento en una acera, porque necesitaba sacar dinero el banco? Eran unos impertinentes. Primero se comprueba de quién es y luego se entera uno de los motivos que tenía, pero no. Estos zotes lo que querían es humillarla para que saliera en los periódicos. No en vano ella la Presidenta de Madrid, según habían averiguado. Y como buscaban solo están, no les permitió que abusaran de ella, aún a riesgo de atropellar a uno de los agentes. Estos habrán acabado posiblemente en el infierno, otra cosa no merecían. Además, eran también de pensamiento único. Bien claro está.
Ya lo sabe Ábalos. Se ha merecido la corrección que le han dado. Que deje que la gente vaya a misa y no al infierno. Podría ser el día de su muerte cuando se acordara de esto. Ha sido una especie de corrección fraterna, muy merecida.
-- Gracias.
-- De nada.
Nadie olvide que Aguirre abrió el camino de Madrid a las otras dos descendientes, Cifuentes y Ayuso. Ella puso los cimientos, por desgracia para la capital.