“No senace mujer, se llega a serlo”, Simone de Beauvoir
Confieso que andomuy interesado en la controversia, pero perplejo y confundido con toda la polémica que está rodeando a lapropuesta o borrador de ley de libertad sexual quetrabaja el Ministerio para Igualdad, que tiene entre sus objetivos garantizarlos derechos de las personas trans, considerándolas sujetos de derechos y obligaciones.
La Ley, en línea con el Convenio de Estambul del Consejo de Europa,apuesta por la protección y reconocimiento de la diversidad sexual, la identidad y el género, yelimina los humillantes procesos médicos, psicológicos, quirúrgicos, y legales alos que han de someterse las personas trans si quieren ver reconocida suidentidad.
La Ley, que en determinados aspectos ya tiene precedentes en otrasleyes autonómicas, como en Andalucía desde 2004, regulará la denominada autoasignación de género. Es decir, el derecho de toda personaa decidir libremente y sin condicionamientos previos, su identidad o expresión de género.
Sus argumentos sebasan en la idea de que el denominado sexo biológico,que es el que se nos asigna al nacer según cual seannuestras características biológicas (genéticas, hormonales,anatómicas y fisiológicas)a partir de las cuales las personas son clasificadas como mujeres u hombres, nopuede ser el elemento fundamental a la hora de establecer la identidad persona.Ser hombre o mujer no puede limitarse al hecho de tener pene o vulva.
Para describir esta cuestión la Corte Interamericana de Derechos Humanos desarrolló el término de “Sexo asignado al nacer” explicándolo como una construcción social, propuesta que va más allá del concepto de sexo como masculino o femenino como un fenómeno biológico. Bajo esta teoría, la asignación del sexo no es un hecho biológico innato, más bien, a las personas se les asigna socialmente un sexo al nacer con base en la percepción que otras personas tienen sobre sus genitales. En este sentido, la categorización de un hombre o una mujer es un acto social, cultural e institucional. La mayoría de las personas son fácilmente clasificadas, pero otras no se identifican con estas definiciones poco flexibles de lo que significa mujer u hombre.
La identidad de género es la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente profundamente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento
La identidad de género es la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente profundamente, lacual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento. Laexpresión de géneroes la manifestación externa del género de una persona.
Las personas transson especialmente vulnerables y sufren unalto grado de marginación y violencia, siendo elsexismo una de sus causas. La transfobia se nutre de las inseguridades quetodos y todas tenemos sobre el género. Las personastrans son odiadas y temidas por desafiar y socavar los roles de género y el binarismo de género
Contra estaargumentación se levantan muchas voces dentro delfeminismo que manifiestan su oposición a unplanteamiento que fortalece el concepto de género,contribuyendo al borrado e invisibilidad de las mujeres, a su marginación y explotación en favor delhombre.
Defiende estacorriente de pensamiento, que con la denominada identidad o expresión de génerose favorece de nuevo al hombre, que a sucapricho podrá cambiar de sexo para seguir usando supoder, compitiendo en actividades deportivas y en otras muchas cuestiones, y ámbitos, donde impondría sumayor jerarquía y dominio. Que al desaparecer lascategorías hombre y mujer la desigualdad no podrá ser compensada por las políticas públicas en favor de la mujer y la igualdad, al no poderconstatarse.
Hasta ahora siemprehemos pensado que ser hombre o mujer, estaba determinado por una serie defactores diferenciales como los cromosomas X e Y, nuestros genitales, y otrascuestiones biológicas como, pelo, vello, barba,fuerza, testosterona, etc. Sin embargo, hace tiempo supimos que algo que también creíamosnatural como el género, era una construcción social y cultural que se podía alterar.
Entonces, si el género no es natural, por qué el sexo ha de serlo. Qué sentido tiene que desde pequeñosy pequeñas se nos encuadre en dos categorías, hombre o mujer, y se dejen fuera a otras identidadesdisidentes, o que a lo largo de la vida todos nuestros actos se vean conminadospor la obligación de tener que marcar con una cruzla casilla de hombre o mujer. Qué sucede con quienesno concuerdan con esta división, qué sienten cuando han de marcar una casilla, pensamos en elles.
Cuál es la razón de esta separación, no serían más lógicosotros criterios más objetivos para clasificarnos, oes que las mujeres siempre han de ser relegadas y marginadas a un escalafón inferior. Recordemos que el seguimiento de los deportesfemeninos sigue siendo minoritario, en precario y mal pagado. Qué se persigue y esconde tras esta diferenciación, para qué necesita el estado, el instituto de nuestroshijos e hijas, la entidad bancaria, Carrefour o El Corte Inglés, saber si somos hombre o mujer.No estaremos contribuyendo sin saberlo, además de ala marginación y exclusiónde aquellas personas que no se identifican con el sexo asignado, a aumentar ladesigualdad entre hombres y mujeres.
Romper con este binarismo me parece esencial para la igualdad ypara el respeto de todas las identidades y diversidades, entre las que seencuentran las mujeres y hombres trans. Existen legislaciones comparadas queadmiten un tercer género, el género sentido sin más, o quehan eliminado la obligación de identificarse con unade estas categorías, y ello no ha significado elborrado o la invisibilidad de las mujeres, ni ha supuesto un aumento de losdelitos sexuales de las personas trans, si es que podemos hablar sin error enestos términos.
Elevar a la categoría de norma la anécdota por muy dolorosa que nos resulte, como el mal uso quede una ley pueda hacerse, no es un ejercicio honrado para plantear el debatecon rigor, y encontrar la solución que satisfaga atodas las partes. Es posible que haya violadores que aprovechen estaposibilidad para seguir violando, pero no podemos humillar y ofender a losmillones de personas, mujeres y hombres trans con estos inverosímiles argumentos.
Porque larealidad, lejos de estas diatribas teóricas, es que la vidade las personas trans sigue marcada por ladiscriminación y la marginación y que en muchos países su esperanzade vida no supera los cuarenta años, siendo maltratadas por una sociedad quesolo entiende del terrible binomio de hombre y mujer, creado por el patriarcadopara imponer una realidad injusta y desigual, donde la jerarquía masculina loimpregna todo.
No creo quenadie inicie un proceso de tránsito hacía otra identidad por un camino plagadode dificultades, humillaciones, y precariedad, sino existe una poderosísimarazón para ello, como es la de vivir de acuerdo con tussentimientos e identidad. Los procesos de transición no son fácilesni social ni jurídicamente y, a veces. resultan muy dolorosos por laincomprensión del entorno que rodea a las personas trans. Por tanto, considerarla transexualidad como una elección, capricho u opción es un pensamiento quedista mucho de ser cierto.
Separar ydiferenciar ha sido siempre una de las principales herramientasdel patriarcado para dominar a las mujeres y a les disidentes, noalimentemos su poder con discursos de odio. Limitar derechos no fue nunca uncamino hacia la igualdad.