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Elogio de Boris Johnson

12 de Febrero de 2023
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Boris J
Gran Bretaña no hará nada para combatir el coronavirus. Esta es la principal ‘fake new’ en relación a la estrategia del Reino Unido para combatir la pandemia. Lo que pasa es que su primer ministro, Boris Johnson, se ha desmarcado del consenso mundial de la estrategia de aislamiento social. Y eso le ha merecido todo tipo de críticas. Le censuran por su supuesta pasividad ante la crisis y por poner la economía por encima de la salud.Veamos. El Reino Unido es líder mundial en creación de modelos estadísticos de brotes y análisis de datos. No en vano el Imperial College de Londres es una autoridad mundial. Por eso cuentan con un completo plan combatir el coronavirus. Puede consultarlo en su página web:https://www.gov.uk/government/publications/coronavirus-action-plan/coronavirus-action-plan-a-guide-to-what-you-can-expect-across-the-uk#fn:11El plan comienza por contener y retrasar para planear cómo mitigar y desde luego cómo investigar. Un completo plan con el objetivo de proteger a las poblaciones más vulnerables con enfermedades subyacentes.Para ‘contener y retrasar’ plantean sistemas de detección temprana con el objetivo de retrasar la expansión fuera d la temporada de invierno. Para ello plantea cuarentenas obligatorias de todos los que presenten síntomas y de sus contactos más cercanos. “Rastreo y aislamientos rápidos” de todos los contactados.Tras el ‘contain to delay’ pasan a la fase de ‘mitigate’. Para eso, los hospitales privados pueden estar a disposición de las autoridades sanitarias, Defensa está en alerta para lo que sea necesario e incluso se plantean el cierre de escuelas. Y todo ello sin estado de alarma…Los asistentes sociales colaborarán con los agentes de salud para la atención domiciliaria y se echara mano de profesionales sanitarios jubilados y recién licenciados.Pero al contrario de la estrategia de “aislamiento social” masiva, Reino Unido apuesta por garantizar la mayor normalidad posible. ¿Por qué? En primer lugar, “por el fracaso evidente en otros países”. En segundo lugar porque las medidas deben de ser “equilibradas” en su impacto en la sociedad. Y el objetivo es minimizar el impacto social y económico “teniendo en cuenta las compensaciones”. O sea que los británicos asumen que si paran forzosamente una actividad deben de compensar… Y por supuesto, el plan británico cuenta con posibilidad de retrasar el pago de las deudas tributarias. Lo llaman “Time to Pay HMRC”.Pero hay una tercera razón: la llamada inmunidad de rebaño. Una teoría epidemiológica que consiste en asegurar que si un porcentaje elevado de la población ha pasado la enfermedad y ha generado anticuerpos, protegerá de manera más eficaz a quien todavía no la ha pasado. Puedes leer más aquí:https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/11078115Gran Bretaña no está pensando en esta oleada de coronavirus, sino en las segundas oleadas, para la que si un porcentaje elevado de la población ha pasado la enfermedad podrá combatirla de manera más eficaz tanto individual como colectivamente.

Suicidio colectivo

Por el contrario, todo el mundo parece haber apostado por la estrategia del aislamiento social, una teoría epidemiológica de libro que afirma que si todos permanecemos socialmente aislados, evitamos el contagio. Por primera vez en la historia, los epidemiólogos de la OMS se muestran satisfechos de poder combatir una pandemia mediante el aislamiento social mundial. ¿Arrogancia como reconoce en privado algún médico de la OMS?Esta por ver que la estrategia tenga efecto. Especialmente en países latinos donde la picaresca es la norma. Pero además de eliminar el efecto de inmunidad de rebaño, supone unos elevadísimos costes que quizás no resulten “equilibrados”.Veamos. La hostelería española supone un 7,2% de nuestro PIB. El turismo supone un 12,3% y el comercio un 12%. Todos estos capítulos pasan a cero a partir del Estado de alarma. Siendo conservadores, un mes de parón supone un 2% de PIB lo que supone entrar en recesión. Si el estado de alerta se prologa más allá el impacto se va multiplicando.Pero hay más costes: incremento del paro en la población más vulnerable y destrucción del tejido productivo difícilmente recuperable. Y a todo esto, hay que sumar los costes emocionales: fallecidos que no pueden ser velados, bodas interrumpidas, erosión de la convivencia familiar, costes sanitarios y psicológicos del sedentarismo y el confinamiento, servicios religiosos en cuarentena, etc.Quizás algunos contraargumenten que también hay beneficios: incremento de la convivencia familiar, aprender a aburrirse, probable incremento de la natalidad, cambio en la cultura empresarial hacia el teletrabajo, etc. Cierto. ¿Pero compensa el suicidio colectivo?El gran argumento -sin embargo- es que la vida y la salud está por encima de todo. ¿Por qué entonces la Sanidad española no ha dispuesto de aparatos de alta tecnología para el tratamiento del cáncer hasta la donación de Amancio Ortega?, ¿debe de ser infinito el presupuesto sanitario?, ¿cuál es el límite?Hagamos el análisis más doméstico. ¿Es lícito arruinar a la familia y las posibilidades de estudio de los menores para financiar una operación del abuelo?, ¿es lícito no hacerlo? Por supuesto, todo es cuestión de “equilibrio”. Porque la salud es un bien. Pero el mantenimiento del tejido productivo y del empleo, también.Y además, ¿tenemos garantía de éxito con un plan de choque tan brutal como el aprobado?¿No sería más razonable contar con un plan detallado por fases como Gran Bretaña?, ¿no es más razonable pensar desde ya en la segunda oleada del virus?, ¿alguien en España ha pensado en la colaboración de los asistentes sociales con los agentes de salud para la atención domiciliaria?, ¿alguien ha plantead movilizar a los médicos jubilados?Otrosi: la última fase del pan británico es la investigación. Ya se han destinado 20 millones de libras para investigar una vacuna que permita luchar contra el virus y no sólo contra sus síntomas.La verdad es que leyendo el plan británico uno siente una sana -o no- envidia.
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