Julián Arroyo Pomeda

Empecinamiento en el error

05 de Julio de 2022
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Mujer Victoriosa Revolución

Si no teníamos suficientes problemas, ahora se está preparando otro todavía más grave para algunos. Estamos ante un caso de moral tétrica, que lidera la plataforma Neos, de Mayor Oreja.

Animados por la nueva resolución del Tribunal Supremo norteamericano, que ha eliminado recientemente la protección al aborto, establecida en 1973, por decisión del grupo de jueces que dejó Trump, aquí vuelve la esperanza de que pueda ocurrir algo similar.

La plataforma Neos se ha manifestado en la plaza de Colón, un lugar emblemático del que se ha apropiado la derecha política para pedir su derogación. El Partido Popular presentó en 2010 un recurso contra del Gobierno de Zapatero, que lo elevó a ley y así se publicó oficialmente. Todavía hoy, el Tribunal Supremo de España no ha tomado su decisión. ¿Qué está ocurriendo? Desde luego, lo han guardado hasta que este órgano se renueve. Puede que los magistrados no se hayan puesto de acuerdo y por ello no saquen la decisión que debe ser muy ajustada.

En tiempos de Rajoy ya se intentó la modificación del decreto, pero el entonces presidente no dio el paso, porque la sociedad, según dijo, apoyaba la ley. El entonces ministro de justicia, Ruiz Gallardón, no cedió y presentó la dimisión. ¿Cuál es ahora la posición de los dirigentes populares?

Es difícil saberlo con certeza. Núñez Fijóo es un conocido maestro en echar balones fuera. Se agarra al recurso que tienen presentado. Solo queda esperar al pronunciamiento de los magistrados, que son todavía más taimados, porque tampoco nos van a ofrecer la decisión técnica y definitiva. Por eso vuelve de nuevo la presión social.

Trump y sus seguidores quieren amarrarlo todo bien y lo elevan al mundo religioso. El aborto va contra el mandato de Dios, así que a la justicia solo le queda acatar la ley divina. Esta situación me parece inaceptable. Hay que dejar a Dios con sus funciones propias, mientras que las leyes civiles tienen que resolver los problemas de la tierra y de esta vida. El derecho civil cuenta con su autonomía y no debe subordinarse a nada. Por eso su Tribunal Supremo ha decidido.

Ahora bien, unos jueces conservadores, que solo atienden a la llamada y orientación de lo alto, ¿qué derecho tienen a imponer leyes para toda la sociedad? Esto supone esclavizar a los ciudadanos y es un escándalo descomunal. Así la democracia se convierte en teocracia, aunque luego no tenemos inconveniente en atacar a otros pueblos y regímenes similares. Estamos superando las teocracias vigentes, aunque presumimos de ser demócratas. Un disparate.

La pregunta que debemos hacernos es lo que hay en el fondo de todo esto. Aquí tenemos un contenido inaceptable contra el que la sociedad tiene que rebelarse con rotundidad. Se trata de un intento de volver atrás, ya que el feminismo ha comenzado una transformación social, que es imparable. No se puede tolerar que se imponga un marco social en el que solo se pueda acatar y no elegir con autonomía.

No se entiende que se pueda ser libre, teniendo que seguir las órdenes del que manda. ¿Para qué entonces la libertad? En lo más hondo del tema se planea acabar con el derecho de las mujeres, que deben ser sancionadas como en tiempos pasados. De nuevo vuelven los estigmas más vergonzosos y el mayor de todos es mantener que ellas son el mal absoluto. Es decir, que las mujeres son tan malas como para atentar contra la vida de sus propios hijos, no dejándoles nacer.

El aborto es la muerte de un inocente, que tiene todas las potencialidades para nacer, pero se le impide. Y esto lo hace su propia madre. Un horror. Impedir el aborto es declararse a favor de la vida (pro-vida). El debate parece artificial: hemos avanzado para volver atrás. Mejor sería quedarnos donde estábamos.

Habría que pensar que estamos hablando del aborto voluntario, por el que no dejamos desarrollarse la vida, ya que la arrancamos, la yugulamos por las razones que sean.

Siempre estamos en lo mismo. El derecho a algo, sancionado por las leyes, no quiere decir que yo lo deba utilizar. Alguien que no está de acuerdo con el aborto lo que tiene que hacer es no abortar, porque su moral no se lo permite. Otro quiere hacerlo, pues adelante, porque las leyes le protegen. Solo se trata de elegir. Para eso somos libres. Lo que no se puede es adoptar una actitud cínica. El aborto no es una obligación.

Cuando aquí no estaba autorizado abortar, sabemos que las mujeres con capacidades económicas suficientes se iban al extranjero y volvían con el trabajo hecho. Nadie tenía que enterarse. Eran personas socialmente intachables, que practicaban la moralidad cristiana. Lo que es menos conocido es si contaban a su confesor que habían destruido una vida para que perdonara su crimen en nombre de Dios. Hemos pasado por mucha hipocresía.

Hoy ya seguimos siendo europeos y no norteamericanos. Continuamos bajo el imperio de nuestras leyes y las mujeres ganan más en derechos. No se trata de poner la vida frente a la muerte, sino de vivir cada vez mejor, mediante la protección de nuestros derechos. La institución judicial tiene mucho poder para ahormar a la sociedad. Por eso necesitamos profesionales sensatos con capacidad de pensamiento y capaces de interpretar lo que la sociedad demanda.

El debate de aborto sí o no carece de sentido. De lo que hay que tratar es de los derechos que pide la sociedad y que el Estado debe mostrarse presto a concederlos. El estado no puede depender de la religión. Otra vez, no.

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