Hoy día 16 de abril se celebra el día mundial del emprendedor, una efemérides que tiene como objetivo fundamental la puesta en valor y el impacto que el impulso del emprendimiento supone para cualquier territorio. Así, y si bien en los últimos años el porcentaje de personas con intención de emprender en España aumento a casi un 10% según el estudio realizado por el GEM Global Entrepreneurship Monitor, aún las tasas de personas que deciden dar ese pasó resultan cifras pequeñas, siendo además la media de edad avanzada— 35 a 54 años —y la motivación fundamental de quienes dan el paso orientado a su necesidad de búsqueda de empleo y no a una clara vocación pasional en este campo en un 70%. Datos que nos distancian mucho de otros países de referencia en el campo emprendedor europeo como Estonia, considerado el nuevo Silycon Valley tecnológico en el viejo continente por su apuesta por la potenciación educativa emprendedora, la flexibilidad burocrática en los procesos de emprendimiento o la conexión de su ecosistema público y privado en la construcción de su estrategia de país innovador.
Por ello, todavía queda muy lejos el modelo de sociedad en el que el emprendimiento y la motivación por la apuesta por la innovación sea un elemento permanente, transversal y mayoritario en edades tempranas en un país, el nuestro, en el que con todo, el talento generado en el ecosistema startup, investigador y emprendedor supone una referencia en el ámbito europeo e internacional.
Aún con todo, en unas efemérides como la de hoy, toca reivindicar la necesidad de cambios, de apuestas fundamentales para que el emprendimiento sea un vehículo generador de riqueza y de impulso al progreso de España. Y todo ello, con medidas que en el ámbito educativo, formativo, económico y fiscal favorezcan los procesos de potenciación de las habilidades emprendedoras, su aceleración , plasmación en proyectos y escalabilidad. Así, en estos ámbitos se muestran como fundamentales impulsar de manera transversal la educación emprendedora y las competencias vinculadas a las mismas en el sistema educativo desde las fases iniciales o el impulso de dichas habilidades. Acciones que unidas a una política de incentivación tributaria que premie aún más el emprendimiento y potencie la innovación deben venir a configurar un nuevo modelo de país capaz de enfrentar los profundos retos, oportunidades y también desafíos que el Siglo XXI nos depara en el marco de la cuarta revolución tecnología y sostenible.
Acciones todas ellas que de igual forma, deberán ir acompañadas de otras que favorezcan aspectos como los de la apuesta por la tecnología como elemento base de los emprendimientos, la internacionalización de las iniciativas, la necesaria identificación de mecanismos inversores privados y mixtos en fases más avanzadas que las iniciales o semilla. En definitiva, son sólo estas algunas de las líneas necesarias en un país que mire al futuro potenciando su ecosistema emprendedor, innovador y startup como elemento generador de riqueza, progreso y dinamismo económico. Una obligación de las administraciones públicas pero un compromiso necesario desde el ámbito privado en ese marco de colaboración para
Hacer posible el reto de convertir a España es un país de referencia internacional en el campo emprendedor.