En el dia del desembarco de Normandía Francia invitaba a Ucrania y no a Rusia a las celebraciones de la conmemoración. Nada sorprendente si se ve desde el prisma de la Historia con mayúscula. Pocos lo saben pero la División Waffen SS Galitzen ucraniana se adiestró en Francia. Mas específicamente en Pau y cercanías de Biarritz por el sur y en Lorena por el norte. Esa querencia siguió cuando la División Das Reich, que enarbolaba como emblema el Wolfsangel, arrasó Ouradour sur glane, todavía hoy pueblo en ruinas y con la consideración de pueblo mártir. Hoy la División Azov alza orgullosa el Wolfsangel en sus banderas y a todos nos parece muy bien. Como ha dicho recientemente en una conferencia de prensa la responsable de información en la Casa Blanca. "Luchamos con los ucranianos contra los nazis". El mundo basado en reglas- para los que no lo recuerden. No en las de la Resistencia y la V República, cierto, sino en las de Vichy y la colaboración, ¡que importa!
Recordemos también que esa División estuvo mandada por Jaroslav Stetsko a quien Francisco Franco extendió la hospitalidad de España, como a su cómplice Stepan Bandera. Bandera prefirió Alemania y Stetsko los EEUU donde por 40 años fungió como presidente de la Asociación de Pueblos cautivos de la URSS, estancia que le permitió anudar complicidades con los que después organizarían el golpe de estado del Maidan de 2022, lo mas neocon de lo neocon. Y cuyas consecuencias estamos viendo hoy. Y pagando Ucrania, Rusia con sangre y todo el mundo mundial con una inflación desbocada.
Para intentar salir al paso de todo este tsunami de falsedad, calumnia y falacia elevada a doctrina moral el Ministro Consejero de la Embajada de Rusia ha ofrecido un youtube. El país que se dejó mas de veinte millones de muertos en esa contienda salvaje y que redondeó ese sacrificio perdonando a Alemania y haciendo de ese país el mas querido de entre todos los del mundo ha de recurrir a ese humilde modelo de comunicación para transmitir lo que debiera de ser doctrina universal.
Mientras tanto, ondean a la puerta de la Embajada de la Federación rusa en Madrid las banderas nazis del Blut und Boden prohibidas en Alemania. Vuelven así, en un círculo de horror, los tiempos de otra victoria, los de la España una, grande y libre, liberada del horror de la democracia liberal, hija de la conspiración judeomasónica por el Ejército profesional de Marruecos, harkas marroquíes y fuerzas legionarias, transportadas a la metrópoli en aviones Heinkel, visto que el golpe había fracasado en la Península.
Paradojas de la Realpolitik. Los que nos liberaron de nosotros mismos en Normandía han decidido resucitar el nazismo para usarlo contra quienes debelaron el nazismo, algo inverosímil pero cierto, para desgracia de todos los que tenemos como referencia a los principios de los padres fundadores americanos, la Asamblea Nacional francesa y el Cádiz de 1812.
Y yo, que oia los gritos de esos nazis de hoy bajo las banderas que yo creía definitivamente arriadas, no podía dejar de pensar en la Rusia que fue mi anfitrión seis años. Los brazos en alto de Tchaikovsky a la entrada de ese Conservatorio que es como el Sancta Sanctorum de la música y que solo no envidia Viena; la tristeza infinita de Shostakovich, las aguas prístinas del Lago Baikal, el invernadero de los Decembristas en Irkuskt, y volaba sobre los lotos de Astrakan, los canales de San Petersburgo, el antiguo edificio de Manuscritos Orientales a la orilla del Neva, protegidos por la sombra de las agujas del Almirantazgo en la otra ribera de ese río padre. Allí, en su desembocadura, Pedro el Grande desafía a su gran contendiente, Suecia, en lo que el imagina va a ser la guerra del agua que terminará por hacer de Rusia otra Atenas del Báltico. Y la música lejana, su eco, mezcla la carta de la adolescente Tatiana al imbécil de Eugene Onegin con la alegría del Glinka que vivió entre nosotros diez años sin que supiésemos interpretar su legado. Pero sobre todo veo en blanco y negro el Apocalipsis que Occidente llevó a su solar, las mujeres suplicantes, las aldeas en ruinas, los Stukas arrasando unidades del Ejército rojo, y las imágenes insoportables del Holocausto en sus tierras de sangre, crimen del que nuestros aliados se sienten orgullosos sin que a nosotros nos interpele esa barbaridad contra la civilización, ni occidental ni oriental, simplemente humana. Llueve sobre mojado. Ya en la guerra de Crimea prefirió Inglaterra una lectura geoestratégica antes que una lectura de civilización e impidió que Constantinopla volviese a ser cristiana. Rusia lo pagó cuando en 1877 rompió el Imperio Otomano en países cristianos.
Nada mas llegar a Rusia me reía yo de la paranoia rusa. Solo que de paranoia no tiene nada. Ahora mismo la estrategia de nuestros amos es financiar la revancha del nazismo derrotado en 1945. Que en esto estemos colaborando todos los occidentales es insoportable. Y a mi como español liberal ver esas banderas triunfantes del Blut und Boden en Madrid, las que ondeaban mientras en Lviv se mataba a mujeres en las calles o en el cercano barranco de Baby Yar se aniquilaba a 30.000 pobrecillos en tres días, me derrota y abruma. Pero que colabore en eso un partido político que canta la Internacional puño en alto y luego va a Bildeberg a recibir instrucciones me produce arcadas.
No se que mas decir. Dirigirme al Ministro Consejero y asegurarle que su discurso es vano frente a este mundo en ruina moral. Pero infinito en su sustancia. Y como metáfora un acta de acusación irrefutable. En fin: somos muchos los que mantenemos viva la memoria del sacrificio del pueblo ruso, de su alma inmortal, de sus limpias y mas altas banderas, la sangre de sus hijos.
Slava!