En mucho España y yo nos parecemos

Aarón García Peña
03 de Enero de 2025
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En mucho España y yo nos parecemos

En mucho España y yo nos parecemos: se ha casado siete veces para conseguir tener un hijo similar a su primer marido y ambos somos reglamentariamente anárquicos, una clave de Fa a punto de quedarse embarazada, desvaríos de nuestra propia negligencia. Ahora, para nunca impacientarse, ni Dios ni el Diablo la reclaman; pudiéndosela ver como un espectro —río innavegable—, como una incógnita arrastrando sus cadenas que tarda en decidirse sobre si debe o no asustar al resto de fantasmas.

En mucho España y yo nos seguiremos pareciendo. Será oblicua, sucia y despechada; todos los inciensos de África le declararán la guerra. Cuando se incline sobre Isabel Segunda para besarle las mejillas, resultará imposible distinguir quién es el cadáver. Cada vez que comprenda una palabra, guardará en su sobaco un aullido de lobezna. Cada vez que reniegue de su vida, recibirá un golpe en la entrepierna de su médico forense.
Desde algún universo paralelo, alguien vomitará sobre ella cuatro estrellas fugaces
o construirá con sus fronteras otro nido de escorpiones. Y Dios dejará de existir cinco minutos para dejar de verla.

España se parece a todos y cada uno de los españoles. Esperó a la mayoría de edad para decidirse a responder por su nombre.
Estuvo cincuenta años sin salir de su habitación porque no se decantaba por ningún lugar de entre los muchos que soñara de pequeña. Y sólo al fallecer ha decidido lo que verdaderamente quiere hacer con su vida: convertirse en un pozo al que tirar en él a todas las personas amables.

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