Recurrir al enemigo exterior es una vieja artimaña de los gobernantes inoperantes que falsean la realidad y excitan el nacionalismo visceral, para ocultar su fracaso en la gestión y el incumplimiento de lo prometido. Bagaje del ya expresidente mexicano, López Obrador, que en seis años de mandato no ha atenuado los graves problemas que sufre la población. México sigue siendo uno de los países más violentos del mundo con cien asesinatos diarios, una cuarta parte feminicidios. Delitos de los que el 94,8% quedaron impunes en 2020, un 2,4% más desde que Obrador llegó al poder, según el último informe oficial Evalúa, sobre el trabajo de jueces y fiscales. México mantiene un nivel de pobreza del 36,5%, 46,8 millones de personas. Y nada ha cambiado respecto de la sempiterna corrupción de la administración y la policía, o en la incapacidad del Ejecutivo federal paradar seguridad a los habitantes de varios estados, como Sinaloa, donde reinael terror de los narcotraficantes.
Realidad objetiva de la que Obrador no habla y quiso ocultar exigiendo disculpas a España por la conquista de hace cinco siglos. Línea que sigue la nueva presidenta, Claudia Sheinbaum, al no invitar el Jefe del Estado español, Felipe VI, a su toma de posesión por no haber hecho pública esadisculpa. Infantilismo impropio basado en la falsa e inventada Leyenda negra, para burlar las elementales normas de la diplomacia internacional. Felipe VI, representa al Estado español en el mundo, hecho indubitable que obligó al Gobierno a no asistir a ese evento: se sea o no monárquico.Leyenda negra, tejida con intención aviesa por la órbita culturalanglosajona y calvinista, como si las naciones conquistadoras que se han sucedido a lo largo de la historia no hubieran cometido todo tipo de tropelías. Si se quiere ser riguroso, nada del pasado debe juzgarse con los ojos del presente, sino contextualizarlo conforme al momento histórico en el sucedieron. Tampoco tiene sentido ocultar que los conquistadores españoles cometieron brutalidades, pero ni fuimos los únicos ni los más crueles.
De igual modo es justo, y objetivo, reconocer que la conquista de América fue la primera en que la metrópoli reconoció derechos a los pueblos conquistados, como nunca hizo ningún otro imperio. En 1500, la reina Isabel la Católica, firmó en su testamento que los indios seguirían siendo propietarios de las tierras que les pertenecían antes de la llegada de los españoles, y prohibió que fueran esclavizados. Decretos que abrieron el camino a las llamadas Leyes de Indias. La primera en 1512, cuando Fernando el Católico firmó las Leyes de Burgos para el gobierno de naturales e indígenas, y convocó la primera Junta de teólogos y juristas —hecho inédito en la historia de cualquier conquista— en la que se concluyó la naturaleza jurídica de hombres libres de los indios, que sus derechos de propiedad no podían ser expoliados por ser súbditos de la Corona, y se crearon las instituciones del requerimiento y las encomiendas para la gestión de la tierra. En 1542, el emperador Carlos I promulgó las Nuevas Leyes, que establecieron que por ninguna causa—rebeldía o guerra—se podía esclavizar a los indios y, entre otras medidas, sustituyó el sistema de encomiendas por el de repartimiento.
Leyes que numerosos historiadores consideran las precursoras de la declaración de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional. Por no pormenorizar en los debates que permearon todo el proceso de conquista, desde que el dominico Francisco de Vitoria, en 1539, defendió en su obra Relectio de Indis, el carácter injusto de la conquista y el derecho de los indios a auto gobernarse. Argumentos en los que abundó su discípulo Bartolomé de las Casas en la Junta de Valladolid de 1550. Ningún imperio se planteó tales cuestiones éticas y morales ni reconoció tales derechos a los pueblos conquistados.
Por eso es absurda y fuera contexto la actitud del Gobierno mexicano que parece desconocer, o no quiere reconocer, que los pueblos precolombinos vivían enfrentados y eran muy crueles entre sí y en sus rituales. Pueblos que adquirieron una conciencia colectiva por el uso de un idioma común, la creación de universidades donde podían estudiar los indígenas —la primera en 1538 en Santo Domingo—, y la confraternización y matrimonios mixtos que alumbró el mestizaje que enriqueció y enriquece el mundo. Ignoranciae interés político gallináceo que está detrás de la decisión de la nueva Presidenta mexicana. Y de los partidos que han enviado representantes a sutoma de posesión, dando por buena la Leyenda Negra y, de paso, hacer unfeo a la Corona y al Gobierno; pero que aquí no se atreven a abrir el debate sobre monarquía o república que muchos anhelamos.