Si consideras que todo el espectro ideológico de izquierda, derecha y centro, sin hacer distinciones, es pura ingeniería social diseñada para dividir y enfrentar a los ciudadanos mientras son esquilmados sistemáticamente a base de impuestos, es porque, sin duda alguna, eres fascista.
Si crees que Pedro Sánchez es el mayor sátrapa de la historia, superando incluso a sus antecesores en cuanto a corrupción, deslealtad y psicopatía, eres fascista.
Si sientes que el feminismo, la ideología de género, el lenguaje inclusivo y toda la parafernalia progre woke obedecen a un delirio esquizofrénico para auténticos desquiciados mentales, es evidente que eres muy fascista y mucho fascista.
Si te preocupa que exista una presunta invasión de inmigrantes condicionados por una religión y unas costumbres absolutamente incompatibles con la cultura europea, y los conflictos que esto pueda originar, además de fascista, eres un conspiranoico.
Si crees que el sistema, el Estado, las instituciones y los chiringuitos ideológicos financiados con el dinero que te expropian son una auténtica estafa, eres, sin duda, un fascista de pata negra.
En definitiva, si te gusta pensar por ti mismo y tu objetivo en esta vida es vivir en armonía, prosperar, proteger a tu familia y no dejar que te roben, tendrás que asumir que, a los ojos del establishment político actual y de los guardianes del "pensamiento único", serás un peligroso fascista, racista, machista, ultraderechista o cualquier otra payasada que se inventen para amenazarte con esa exclusión social que tanto temes.
El día que pierdas el miedo a que te llamen "fascista" o te pongan una etiqueta inventada por el simple hecho de pensar diferente y tener criterio propio, podrás dar el primer paso para cambiar tu vida y ayudar a cambiar este país de imbéciles. Tú decides entre seguir siendo un acomplejado y dejar que te estafen o plantar cara y decir "hasta aquí", asumiendo todas las consecuencias.
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