“Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra.” ¿Conocen la frase? La pronunció Jesús cuando un conjunto de fariseos se disponía a apedrear a una mujer adúltera. Derecha e izquierda han cogido sus piedras dialécticas y están apedreando a Errejón sin compasión. No queda nadie en la política española que no se sume al escarnio contra el ex portavoz. Seguramente se merezca todo lo que le está cayendo, como aquella adúltera, pero a la mujer no le golpeó ni una sola piedra.
Cada insulto, mofa, exageración, dedo acusador… proviene de mujeres que siempre han deseado un Errejón en su intimidad o de hombres que hacen lo mismo que él, pero que hoy fingen estar escandalizados. Es bochornoso ver indignación en feministas que callaron durante años lo que era un secreto a voces y es repugnante ver a una derecha crecida sacando tajada de una situación meramente privada. Me sé todos los argumentos: Él ha contribuido a crear todas las doctrinas feministas, él es un hipócrita, él se cebaría si tú estuvieras en su lugar… todos esos son argumentos para lanzar piedras contra Errejón… Pero no quiero una sociedad así. Mañana Errejón podemos ser cualquiera de nosotros. Ante una campaña de linchamiento lo fácil es llamarle violador, acosador y abusador, pero Errejón no deja de ser un hombre muy sexual, un practicante de sus fantasías y un tipo con éxito entre las féminas.
Yo he sido Errejón muchas veces, me he dejado llevar por mis pasiones más bajas y no he reparado en sí la escena que estaba viviendo con una chica acabaría en un bodorrío en Los Jerónimos. No puedo juzgar a Errejón, porque el montaje salido de la factoría Iglesias Montero, me lo pueden imputar a mí cualquier día. No se puede permitir que escenas de alcoba se conviertan en un instrumento público para atacar a alguien. La intimidad de Errejón forma parte de las concupiscencias, que entiendo comparten muchos líderes mediáticos, entre los que destaca el propio Pablo Iglesias, el gran Caifás de esta lapidación.
Si nos sumamos al ataque contra Errejón y validamos los testimonios poco fundados de las amigas de Irene Montero, estaremos siempre a merced de lo que Fallarás diga de nosotros. Vivimos en una sociedad en la que se hacen crepes con forma de miembro viril, somos el sexto país del mundo con chicas en Only Fans, el Tinder está a la orden del día, pero ahora a todos nos parece intolerable, lo que hace Errejón. Somos basura y nos merecemos lo que nos pase. Mientras criticamos al ex portavoz de Sumar estamos mirando en Instagram a la culona del trabajo y lo que hace en el gimnasio. Mientras Iglesias traiciona al que era a su amigo, se olvida de las alumnas a las que ofrecía refrescarse en el baño.
Este tema es ajeno a izquierdas y derechas. Los calentones se producen en falangistas, liberales, demócratas cristianos y en anarquistas. Lo que no debe producirse nunca es el juicio social de un ámbito privado de nadie. Es muy nocivo convertir Twitter en el Juzgado de guardia. Airear las bajezas de alguien es peor que meterse rayas en las tetas de alguna. Publicar el robo de unas cremas es peor que robarlas. Contar el mínimo tamaño de un ex es peor que engañarle. Mostrar una conversación privada es más maligno que llamar "zorrita" a tu amante. Si no entendemos esto, seremos la sociedad puritana que somos. Los países católicos mediterráneos deben alejarse de prácticas centro europeas o norte americanas que se indignan más con el pecador que con el pecado. Tenemos que volver a perdonar al lujurioso, al que cae en la gula o tiene debilidad por el vino. En cambio, hay que volver a poner el grito en el cielo por el envidioso, el avaro o el orgulloso.
La mujer adultera levantó la vista y comprobó que ningún fariseo quedaba allí. Nadie había arrojado su piedra. Cristo le dijo: “Ellos no te han condenado y yo tampoco. Vete y no peques más.” Ese es mi mensaje para Errejón. ¿Quién soy para tirarle una piedra? ¿Acaso soy tan pulcro como se creía aquel fariseo que humillaba al publicano? Animo a Errejón a que se arrepienta de haber caído en ese mundo feminoide que niega las denuncias falsas y que considera que la mujer es víctima por el hecho de ser mujer. Abandonar la teoría del patriarcado, de la lucha de sexos y que encuentre a una mujer que le ame de verdad y que disfruten su sexualidad el resto de sus vidas. Seguro que alguna chica le perdona, cura sus heridas, como me ha pasado a mí. Si no quiere, que siga empotrando a "guarrilas", a actrices y demás admiradoras dispuestas a dejarse amordazar por un rato con Errejón. Él sabrá lo que quiere, lo que está claro es que nadie tiene la legitimidad de lanzarle una piedra, todos tenemos el deber moral de mirarle y decir: “yo he sido peor”.