La posible escalada bélica en Oriente Medio tendría como efectos directos el cierre al trafico marítimo del Estrecho de Ormuz y del Canal de Suez y como efecto colateral una nueva crisis del petróleo tras alcanzar el crudo los 150 dólares el barril. Ello provocará incrementos del precio del dinero por parte de los Bancos Centrales lo que tensionará hasta el paroxismo las tasas de inflación en EEUU y la UE y conllevará la asfixia económica de incontables países con una Deuda Pública estratosférica.
El incremento espectacular del precio del crudo podría originar una psicosis de desabastecimiento que tendrá su reflejo en un salvaje encarecimiento de los fletes de transporte y de los fertilizantes agrícolas. Ello, aunado con inusuales sequías e inundaciones en los tradicionales graneros mundiales y la consecuente aplicación de restricciones a la exportación de commodities de dichos países para asegurar su autoabastecimiento, terminará por producir el desabastecimiento de los mercados mundiales, el incremento de los precios hasta niveles estratosféricos y la consecuente crisis alimentaria mundial.
Asimismo, la escalada brutal de los precios de energéticos y carburantes acabará lastrando la incipiente y frágil recuperación económica mundial y desembocarán en escenarios de estanflación secular (secular stagflation). Así, el fenómeno de la globalización económica ha conseguido que todos los elementos racionales de la economía estén interrelacionados entre sí debido a la consolidación de los oligopolios, la convergencia tecnológica y los acuerdos tácitos corporativos. Todo ello terminará por dibujar en el horizonte del próximo quinquenio un escenario de proteccionismo económico, con la subsiguiente contracción del comercio mundial, posterior finiquito a la globalización económica y ulterior regreso a los compartimentos estancos en la economía mundial.