Somos una nación con cinco siglos de historia pluricultural y transversal que hemos conquistado medio mundo, transmitiendo además nuestras enfermedades cómo la sífilis mediante las violaciones, felonías ya denunciadas por Bartolomé de las Casas en Brevísima relación de la destrucción de las indias. Lo que no narra el insigne fraile domínico es la última voluntad escrita en el testamento de Isabel I, que según las Crónicas de la Indias se llegó a respetar en parte: «Y no consientan ni den lugar que los indios reciban agravio alguno en sus personas y sus bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido, lo remedien».Abundan las leyendas negras sobre nuestros hombres de armas en los reinados de los Reyes Católicos y Carlos I, y más sobre lo insulsos o así denominados en algunos sitios Borbones, de los que cabe recordar, por ejemplo, a Carlos III, apodado “El alcalde de Madrid”, gran impulsor de las ciencias y las letras. De tal guisa hemos permeado el continente americano con nuestra bella lengua, hablada por 572 millones de personas, cuya última cumbre literaria la inició con el realismo mágico el guatemalteco Miguel Ángel Asturias.De Donosti hasta El Parque Natural del Estrecho, incluidas las islas Canarias y las Baleares, hemos aportado a nuestro maltratado planeta una plétora de hombres y mujeres sabios en cualquier campo. Encima, que se sepa, España es el la patria, al entender de muchos, por su clima, gastronomía, ecosistemas, cultura de la calle, hospitalidad y sobre todo la simpatía de sus habitantes, donde mejor se vive del mundo, aunque cierto ex ministro lo hubiera explicado hace unos años de una manera desafortunada refiriéndose a los camareros, oficio igual de digno que cualquiera.Cuando ganamos el campeonato mundial de fútbol se echaron a las plazas a celebrar la furia millones de compatriotas, incluidos los nacionalistas; había en nuestra selección catalanes y vascos de raigambre. A Nadal y los Gasol, entre otros, no se les para de halagar con merecimiento. También somos la primera nación en trasplantes, lo que habla de la generosidad de los conciudadanos.¿Entonces a qué viene que nuestros políticos de izquierda a derecha se refieran a “este país”? La izquierda, a la que pertenezco, vive acomplejada con a la apropiación del dictador del término, como si se le fuera a juzgar por ello. Tenemos voz en Europa, somos el puente con Iberoamérica y el Mogreb. Dejémonos de estulticias y clamemos desde el respeto a las CCAA, a la democracia y a la libertad, simplemente, España.
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