Foto del perfil del redactor de Diario16 David Márquez.

Estado de poca gracia

25 de Agosto de 2025
Guardar
Estado de poca gracia. Mezquita de Córdoba

Cuando Pérez Reverte responde, legítima y acertadamente, a los cretinos, como él los define, que celebraron «en redes» el incendio en la Mezquita de Córdoba, está, no obstante, facilitando un altavoz a esos analfabetos, porque la marca Pérez Reverte consigue mucha más difusión, regalo para los cretinos que no son nada sin ese empuje. Así yo, que no frecuento las redes, ya estoy nombrando a los cretinos. Pero esto parece que ni Pérez Reverte, ni el resto de personas atrapadas en las redes antisociales, incluyendo los medios de distracción, son capaces de verlo con la claridad que uno lo distingue desde fuera. Es preciso salir de ahí, por completo, para destapar la enorme locura, el desproporcionado, contradictorio disparate que supone seguir combatiendo lo que uno mismo alimenta.

Y ya que estamos, merece considerarse cómo, al igual que en el resto de noticias, la polémica se ciñe a los elementos más superficiales. Así, en este caso, todo giraba en torno a si la máquina de limpieza, supuesta causante del incendio, debía o no estar allí, a si fue convenientemente estudiada su ubicación, a si tal y cual otra circunstancia que solapa el que me parece tema central y preocupante: la seguridad de la máquina y/o su batería de carga, el modelo de la misma, la fabricación, la presencia de similares ingenios en determinadas ubicaciones y el estado de riesgo en que tales patrimonios artísticos y humanos, ya sean monumentos, centros comerciales, hoteles, edificios de viviendas, estadios de fútbol, se mantienen sin que nadie preste atención, hasta que pasa lo que pasa. Entonces se acude al lugar de los hechos, se estudian los agentes presuntamente sospechosos de culpabilidad, se entrevista a algún que otro personaje protagonista de un emocionado testimonio (el cual no aporta nada relevante), y se descarta, quizás con más intereses ocultos de los que imaginamos, cualquier otro tipo de valoración que profundice, porque nos movemos en la Transición Egoenergética, y hablar mal o más de la cuenta de las máquinas y sus baterías, hoy, es tabú.

Pero ya me desvío (o no) del tema que me ocupa: ese atavismo digital bajo el que la mayoría del público renueva, actualiza las anquilosadas actitudes frente a la vida y los otros, tan propias del Medievo, tan atrasadas, paradójicamente, respecto a Grecia, por mucho (quizás por eso) ingenio tecnológico que aplique a su día a día. Tareas como quedar por encima o llevar la razón, tan propias, históricamente, del más imbécil del castillo, la manada, clase, familia, peña, asociación, del partido o sindicato, se siguen desarrollando con todo el refinamiento digitocutre que proporciona la herramienta prótesis no-teléfono, en un entusiasta, colectivo ejercicio de tecnomediocridad donde prima y se valora, por encima de cualquier consideración, la poca sesera, el producto del rencor y la envidia. Y es en los famosos «estados» del indeseable «WhatsApp», que en todo no-teléfono imbécil ha de gobernar, donde se refleja significativamente todo el mal rollo, el rollo a secas, la apariencia a secas, sin objeto, donde se delatan el punto flaco, la debilidad, el complejo, la mala leche y la irrefrenable manía de llevar la puñetera razón de estos analfabetos de la vida a los que supongo se refiere Pérez Reverte. Siglos aguantando la misma historia, para arribar a 2025 y más allá de Ganímedes, con toda la tecnología (estancada ya, repetitiva hasta el aburrimiento) y las «posibilidades» ahí, para seguir anquilosados en el metemierdismo, la envidia y el rencor de unos, otras, todas, tudes y las que queráis etiquetar, como buenas amantes de las etiquetas, por cierto.

Si ya erais mierdas, las pantallas os han hecho a vuestra misma imagen y semejanza con idiotez aumentada, mejorada, multiplicada hasta el infinito. Vuestros perfiles antisociales y ese «estado», ese lanza/recibetiritos en tiempo real, conforman un muestrario de lo peor que podéis ofrecer al mundo y a vosotros mismos: EGO. No os queda tiempo ni agallas suficientes para anular esa prótesis no-teléfono idiota durante una jornada al completo, para salir a la calle sin ella y vivir la vida per se, y ver lo que sucede: daos una vuelta por Córdoba, girad la cámara desde la Mezquita hacia el este, y a diez minutos de las afueras hallaréis una fábrica de armas (nexo con Transición Egoenergética), la primera, en terrenos de la Universidad, en esta «ciudad de las tres culturas». Eso que le debería importar y doler a todo abanderado de la «cultura». Pero no, la «actualidad», la distracción y la indignación de bote giraban en torno a lo que Reverte contestó a los cretinos, lo cual derivaría en si Mezquita o Catedral, etc. Polémicas antiquísimas a estas alturas, como esa foto de dos semanas que pone en riesgo la apariencia de cualquier perfil o estado que se precie: La amenaza de perder visibilidad, aquello que las demás, los otros, puedan pensar si algo no se mueve en tu Insta, Facebook, o si cambia en tu estado, sobre todo si no hay huellas de alusiones, contestaciones, réplicas…

Cuando Pérez Reverte y los «consagrados» entran al trapo ante cualquier mamarrachada, están alimentando aquello que condenan, colaborando. Picaron y pican el anzuelo igual que tú, sin pausa, lanzando o recibiendo el guante, el desafío, en defensa del «honor» y la «razón», a costa de lo verdaderamente condenable. Yo mismo, con este mi artículo, ya he ido demasiado lejos.

Se acabó.

Pdta:

«Habla si tienes palabras más fuertes que el silencio; si no, guarda silencio».

Eurípides de Salamina.

Lo + leído