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Estados Unidos podría quedarse sin sus hamburguesas

02 de Febrero de 2025
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Estados Unidos podría quedarse sin sus hamburguesas

Son las cuatro de la madrugada de un lunes cualquiera y Consuelo Vega llega a la fábrica de Postville, Iowa, dispuesta a empezar su turno. Esta mujer mexicana de 39 años, con el rostro marcado por horas de insomnio y la dureza del trabajo, se prepara para una jornada más cortando carne. Se pone el delantal de cota de malla, un armazón que la protege de los cortes del cuchillo, y se estira el guante metálico que le cubre la mano izquierda. Con la derecha, coge el cuchillo largo y afilado que será su herramienta en las próximas ocho horas.

Consuelo se coloca ante la cinta transportadora, una cadena sin fin de trozos de ternera que avanzan implacables. Con movimientos precisos y repetitivos, comienza a cortar la grasa y los tendones que cubren la carne. Su experiencia se hace evidente en cada corte, limpio y rápido, mientras que los trozos de ternera quedan listos para ser envasados ​​y enviados a todo el país.

A su lado, en la misma línea de producción, se encuentran Lilian, Rosa y Jorge, otros compañeros de trabajo que también hablan en castellano. Todos ellos provienen de América Latina, al igual que la mayoría de los trabajadores de esta fábrica de carne situada en el corazón de Iowa. Este estado, conocido como "el matadero de América", es el principal proveedor de carne de todo el país. Aquí se producen los filetes, costillas y hamburguesas que acaban en los platos de millones de personas.

Consuelo y sus compañeros saben que su situación es precaria. Son inmigrantes sin documentos, trabajadores invisibles que viven con el constante miedo a ser descubiertos y deportados. A pesar de su contribución esencial a la industria cárnica de Estados Unidos, su presencia es considerada ilegal y podrían perder su trabajo en cualquier momento.

La pregunta que planea sobre ellos es si Estados Unidos podría quedarse sin sus hamburguesas. El país depende en gran medida de la mano de obra inmigrante para mantener la producción de carne a un nivel elevado. Si todos estos trabajadores fueran deportados, la industria cárnica podría sufrir gran impacto. Sin embargo, esta es una pregunta que pocos se hacen, mientras la sociedad sigue disfrutando de sus hamburguesas sin tener en cuenta a las personas que están detrás.

Consuelo sigue trabajando, cortando la carne con la misma diligencia de siempre. Sin embargo, su mirada refleja la incertidumbre de su futuro. Sabe que su trabajo es esencial para la economía del país, pero también sabe que su presencia es vista como amenaza. Su historia es la de una inmigrante que busca una oportunidad para mejorar su vida, pero que se ve atrapada en un sistema que la invisibiliza e ignora.

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