El gran problema de la izquierda española —y en parte de la derecha— es que se ha llenado de niñatos. Algunos con cincuenta o sesenta años, pero niñatos. Gentes que viven en un mundo de colorines, que ha estudiado carreras universitarias (como si eso fuera algún tipo de distinción), que han trabajado poco o nada (con suerte funcionarios) y que se acogen a la primera estupidez intelectual que importan desde la Francia de la gauche champagne o caviar, filtrado por el liberalismo estadounidense y adaptado por los científicos españoles que desean que les publiquen mucho sin importar la calidad. Como dirían los franceses bobos (bourgeois bohème) postsesentayochistas, postmarxistas, postliberales, postdeconstruccionistas, post-ponga-aquí-lo-que-le-parezca-bien.
Da igual que se mire hacia el PSOE que hacia lo que queda a su izquierda, allí están los niñatos. En la presidencia del gobierno y el consejo de ministros pueden ver un casi pleno de este tipo de político carente de principios y conciencia. Mucho idealismo y buenos pareces pero entregados a la clase dominante porque, en el fondo, quieren vivir de esa clase dominante o asimilarse de algún modo —aunque nunca lo conseguirán—. Son los niñatos que acaban en puestos en la ONU (gran aparato ideológico del capitalismo) pero sin ensuciarse; en cargos de la Unión Europea o alguna institución internacional privada del buenismo. Y si en el PSOE rechina un poco los dientes tener entregadas esas siglas a tal panda de mangurrianes, en el resto de la izquierda es, directamente, un insulto. A la inteligencia, a la historia, a las luchas, a lo que ustedes quieran, un insulto.
Hoy existen Sumar y Podemos que son el summun de los bocabajo de partido que se sienten superiores a la clase trabajadora y que están entregados a todos los postmodernismos. ¿Cómo puede votar nadie a alguien que dice les niñes y dice que existen penes lesbianos? Salvo los que son como elles, nadie. ¿Cómo puede votar alguien a un partido donde la mayoría de sus cargos hablan raro y tienen a un diputado argentino-español que odia a España y a la clase trabajadora? ¿De verdad no se miran al espejo cada mañana y sienten vergüenza? No porque están para vivir de esto a costa de todos. Algo que también pasa en los demás partidos donde no es que destaquen las lumbreras, pero cuando menos no hablan tanto y tan mal.
Cuando Izquierda Unida existía —sí, existía, en pasado, porque lo de ahora no es IU— se sabía que, mal que bien, había un grupo de personas comprometidas con la clase trabajadora, que no se iban a bajar los pantalones, que no estaban a idioteces y que, cuando menos, actuarían como Pepito Grillo. Una conciencia de la clase trabajadora clara y definida. Hoy, lo que dirige Antonio Maíllo (que está ante una buena oportunidad de recuperar aquello) ya no es IU, es un engendro del garzonismo inilustrado —aunque Alberto Garzón es muy turras con sus análisis, los cuales no engañan porque son refritos de otros autores que se ha leído pero no ha comprendido— que se puso a desbrozar (al mando la dimisionaria) todo lo que oliese a clase trabajadora. Desfederación de Madrid, purgas en Andalucía, expulsiones de partidos… y todo para acomodarse al futuro que los niñatos vendían.
Alonso Puerta llegó a conseguir en 1994 casi dos millones y medio de votos y 9 eurodiputados. En los malos tiempos de Willy Meyer no se bajaba del medio millón de votos y llegó a obtener, cuando dirigía el cotarro el “pueblerino” de Cayo Lara, un 10% de los votos y 6 eurodiputados (aunque le pillaron a Meyer con una Sicav y hubo de dimitir aunque no dejaría de mandar directamente o por persona interpuesta). Esto dijo el garzonismo que era malo y se llevaron por delante al manchego. Los mejores resultados, con un PSOE hundido, no llegaron a superar los de Puerta y, lo que es peor, han ido llevando a la coalición hacia la irrelevancia. Muchos niñatos a los que ríen las gracia en los bares cutre-pijos urbanitas, pero que en realidad no son capaces de hablar a la clase trabajadora.
Con Francisco Frutos y Gaspar Llamazares probaron que ese arrimarse al PSOE no beneficiaba a la izquierda. Malos resultados, mucho pasar la mano por el lomo, pero intrascendencia. Con Gerardo Iglesias, Julio Anguita o Cayo Lara eso no pasaba y si bien no ganaban, eran una alternativa clara para la clase trabajadora o la falsa clase media urbana. Cuando alguien se cabreaba o no entraba al trapo de lo que se dijese en el PSOE, tenía IU como alternativa fiable. Si les siguen el juego de la alerta “que viene la derecha/ultraderecha” quienes palman siempre son los demás no el PSOE. Pasó con Frutos, pasó con Llamazares y ahora a pasado con Yolanda Díaz y demás descolgados. Si para algo sirve la historia es para intentar no repetirla, pero les puede, como buenos niñatos que son, la alfombra roja, el sillón, las visitas a la cadena SER y que El país y demás les rían las gracias.
Antes con IU no pasaba esto. Sabían que debían tragar un poco de quina para aparecer de vez en cuando en la prensa progre, en la de derechas tenían las puertas abiertas solamente si daban leches al PSOE, si no también cerradas, pero mantenían los principios por errados que pudiesen estar algunos. ¿Por qué en Zamora vence IU, sin aditivos, mientras en el resto de España casi ni existen ya? No porque sean más guapos sino porque siguen teniendo principios y los aplican. Como vivir en Argamasilla de Alba, seguro que Lara está esperando como agua de mayo la recogida de la sandía de allí (barata y buenísima), algo que no harán todos estos que tienen pisazos (a veces más de uno), que se pirran por las fiestas bohemias pero pijas y que ahora están acongojados porque, en muchos casos, no saben cómo seguir manteniendo el nivel de vida que els gusta.
Con IU esto no pasaba. Había incluso más peleas dentro de la coalición que ahora. En muchos casos debates ideológicos y estratégicos. Anda que iban a callar a los del PASOC o a los críticos del PCE. Ahora se discute sobre estupideces aprendidas en la facultad de filosofía o en la rama mala de políticas, pero nada de sustancia. IU, respetando la pluralidad española, no se entregaba al independentismo como estas gentes de ahora. A la IU de entonces le gustaba España —no les gustaba lo que había en España, que es diferente—, los de ahora la odian. Aunque según el día, porque si se levantan peronistas sueltan alguna soflama (falsa) nacional. A IU le parecía bien la construcción europea, pero no esta construcción europea. Los actuales matan por estar haciendo el pijo por Bruselas.
No, esto con IU no pasaba. Y muchos pensarán, votantes, militantes y purgados, para este viaje no hacían falta estas alforjas.
Queda preguntarse ¿se irán Yoli y sus amigues al PSOE? (Si esto sucede habrá que abrir bien las puertas porque todos los que se han pasado de IU al PSOE lo han hecho con tal energía que han acabado en la derecha de ese partido, véase Nueva Izquierda) ¿Volverán a retozar juntos podemitas y sumaristas? ¿Se irán todos a ya saben donde y dejarán que la clase trabajadora construya algo sin tonterías de niñatos? ¿Son agentes de la CIA?