04 de Octubre de 2024
Actualizado a la 13:12h
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capitalismo

Soy un convencido de la repetición cíclica de los acontecimientos históricos porque los seres humanos tenemos una naturaleza invariable. Cambian los personajes pero no los argumentos, de los cuales, sin duda alguna es la voluntad de poder el más recurrente. Hace unos días que terminé de leer una novela del polifacético y peculiar Jack London (1876-1916). Se titulaba " El talón de hierro" y se publicó hace la friolera de 116 años. 

El autor norteamericano pone en boca de su protagonista las bien conocidas tesis del materialismo científico marxista. Escandalizado por las deplorables condiciones de los asalariados americanos cuya única posesión era su propia prole, advierte a quien quiere escucharle de la existencia de una omnipotente oligarquía que controla por completo todos y cada uno de los resortes del poder em la sociedad. y en consecuencia las vidas de unos nuevos siervos llamados proletarios. A esta élite despiadada y opulenta hasta la obscenidad la llama "el talón de hierro". 

Una minoría escandalosamente rica posee todos los medios de producción, los periódicos y la información que es sistemáticamente tergiversada y manipulada para ocultar la realidad social de la explotación. Controla a la milicia, a la policía y a los jueces. Ha comprado a los sindicatos más importantes para elevar a una casta de obreros privilegiados y colaboracionistas y ha colocado a diputados secuaces de la plutocracia para que los parlamentos nacionales solo respondan a sus intereses de clase. 

En definitiva un conjunto de corporaciones y trust constituye el verdadero gobierno en la sombra que aspira al dominio mundial para obtener el máximo beneficio. La clase media no tenía cabida alguna transformada en un pigmeo entre estos gigantes que engullen poco a poco pero sin piedad sus más modestos negocios. 

En definitiva "el talón de hierro" es una dictadura totalitaria sin ningún género de dudas llamada capitalismo a la que nadie puede oponerse a nivel individual puesto que la población se encuentra cautiva de sus deudas y necesitada de míseros salarios. 

Siguiendo las teorías marxistas antes o después llegaría una crisis del sistema ahogado por excedentes de producción que no se pueden consumir ni vender. Solo queda intentar colocarlos en el extranjero por lo cual chocarán inevitablemente con otras plutocracias capitalistas, con otros "talones de hierro" en busca de beneficios. En aquel año de 1908 Jack London planteaba un inevitable choque con Alemania. La guerra consume los excedentes nacionales, logra nuevos recursos y energía y reduce las masas mal pagadas y desempleadas al transformarlas en ejércitos patrióticos. De este modo la propaganda convierte la lucha de clases en un enfrentamiento entre EEUU y Alemania mientras lo justifica con alguna causa noble. 

Jack London ejemplifica lo dicho con la biografía de John D. Rockefeller que organizó el primer trust perfecto partiendo de la Standard Oíl. Desde el negocio del petróleo invirtió en los ferrocarriles para más tarde extenderse al gas, la electricidad, las hipotecas de las granjas, la minería, los bonos estatales, la telegrafía, los periódicos, las compañías navieras, las agencias inmobiliarias y los bancos. Para el protagonista de la novela no queda más remedio que organizar una revolución que se transforma en una dura batalla urbana en lo que llama " la Comuna de Chicago " que recuerda a lo sucedido en la Comuna de París en 1871 cuyo himno fue nada menos que "La Internacional".

Nunca he sido comunista lo cual no quita que algunos de los postulados de Marx me suenen muy acertados. Para empezar que la historia se repite, no se si como tragedia o como farsa, tal vez como ambas cosas. Cambien a Rockefeller por cualquiera de los oligarcas tecno- futuristas actuales, a la Standard Oíl por BlackRock  o Vanguard, a Alemania por China, a los periódicos de entonces por los serviles medios audiovisuales actuales y a los viejos políticos y cámaras de representantes por los inanes títeres puestos al frente de los gobiernos occidentales. Piensen en la progresiva depauperación de la clase media y trabajadora de la que tanto se quejan con la boca pequeña nuestros dirigentes mientras predican solidaridad con colectivos minoritarios que constituyen la nueva aristocracia de las víctimas. 

Si. Parece el eterno retorno. 

Bueno, hay una gran diferencia y es la existencia de grandes arsenales nucleares. En realidad el capitalismo triunfa porque responde a la perfección con la naturaleza de los seres humanos que busca maximizar sus beneficios y por tanto su poder, con el mínimo gasto. Por eso la tentación de la esclavitud más o menos disfrazada nunca se extingue. Y lo peor es que no parece que exista remedio alguno. Y cuando en Rusia "el talón de hierro" resultó derribado en 1917, una nueva casta política ávida de poder ocupó su lugar y organizó una nueva religión, la socialista, que con la excusa de la igualdad y la justicia social edificó una dictadura tan despiadada como la anterior. Como decía Steven Pinker la búsqueda de la justicia ha provocado en la historia más muertes que la codicia. Pudiera ser.

Lo que me produjo cierta ternura fue leer la ingenuidad de Jack London. En su novela, una huelga general organizada por los socialistas a nivel mundial consigue detener el enfrentamiento de los capitalistas anglosajones con los plutócratas alemanes. Todos sabemos lo equivocado que estaba y tan sólo seis años después de la publicación de la obra estalló la Primera Guerra Mundial. La conflagración supuso el fin de la Segunda Internacional obrera impotente de oponerse a la estallido bélico. De hecho, burgueses y proletarios fueron incapaces de resistirse a los cantos de sirena de los diversos nacionalismos muy bien vendidos por las respectivas propagandas. Murieron a millones poco después y en general sin la gloria y el honor que los plutócratas les prometían. 

Es otro de los invariables de la conducta humana, la llamada de la tribu, una expresión colectiva de vanidad y estupidez. Thomas Mann, en sus " Pensamientos en la guerra" estuvo cegado por el nacionalismo en forma de chovinismo pangermano; contemplaba la masacre como un enfrentamiento entre la noble cultura alemana y el egoísmo individualista de los sistemas políticos liberales franceses o ingleses. En el bando opuesto Henri Bergson el famoso filósofo francés declaraba que la guerra contra Alemania era la lucha de la civilización contra la barbarie. Si. Hasta las mentes más brillantes se dejan engañar para caer en los delirios colectivos envueltos en causas nobles.

Somos muy sugestionables y el sentido crítico es tan frágil como los jarrones chinos Democracia, libertad y derechos humanos son las palabras fetiche en la actualidad. El eterno retorno. de nuevo. Es una pena que la Historia no se tenga en cuenta. Aunque bien pensado tal vez de igual ya que otra de las eternas repeticiones humanas tiene que ver con la falta de memoria que es cada vez mas breve. Peor todavía, el nuevo "talón de hierro" tergiversa a su antojo los recuerdos, siempre tan influenciables, en su propio interés. Menos mal que tenemos a Ernst Urtasun, todo un prodigio en historia interesada para ilustrarnos y entretenernos con disculpas y descolonizaciones. Pan y circo. Otro de los eternos retornos. Ya lo utilizaban los romanos.

 

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