Ahora que todavía circulan periódicos de papel, ¿se imagina usted las portadas de medio mundo, y algunas de España, con Puigdemont en La Rambla de Barcelona junto a una foto distinta, que sería la de Junqueras entre rejas?
Sería la imagen más explícita y potente del fracaso del Reino de España a la hora de enfrentarse al conflicto más importante desde que murió el mismo dictador que dijo aquello de que “España, antes roja que rota”, una orden que solo los catalanes se han atrevido a incumplir.
Es evidente que un presidente como Sánchez no puede consentir que estalle esa bomba mediática y, como ahora no puede controlar a Puigdemont, no le queda más remedio que abrir las puertas de las cárceles donde tiene encerrados a Junqueras y al resto de condenados.
Millones de euros invertidos durante los últimos años para recuperar la imagen de España en el mundo, y todo se perdería por unas portadas más que previsibles desde que el único presidente destituido por el artículo 155 de la Constitución decidió elegir un campo de “batalla” neutral para, desde el exilio, continuar su lucha por la independencia de Catalunya.
Se trata de una noticia que aún no se ha producido, pero, como tantas Espadas de Damocles, resultan más eficaces mientras mantienen viva la amenaza que si la descargan sobre sus víctimas.
Por cierto, hablando de portadas ¿ha visto usted en alguna de las de Madrid lo de la inmunidad recuperada por Puigdemont? Se lo pregunto porque todas informaron cuando el Parlamento europeo se la retiró, aunque fue la votación sobre inmunidades con menos apoyo de la historia europea.
Pero hace cuatro días el Tribunal General de la UE aceptó las cautelares solicitadas por Puigdemont, Comín y Ponsatí para recuperar la inmunidad, y también es la primera vez que se acepta una petición de esa clase.
Tal parece que Puigdemont lleva marcado lo de ser el primero en eventos importantes. Comenzando por el triunfo histórico que significó convocar un referéndum prohibido y conseguir que votaran dos millones de personas.
En cualquier caso, que Puigdemont aparezca en Catalunya solo depende ahora de que decida no hacer caso a sus abogados Costa y Boye que, aunque han declarado que la nueva inmunidad le permitiría regresar sin problemas, le recomiendan no hacerlo, pues no confían en que el Reino de España respete las resoluciones de la Justicia europea.
De hecho, el Gobierno español no ha emitido aún ningún comunicado con el clásico “respetaremos la decisión de los jueces europeos, aunque no estemos de acuerdo”. Una declaración de Pedro Sánchez que es más urgente y necesaria que nunca. Por lo de la democracia.
Para imaginar de lo que puede ser capaz Puigdemont es conveniente tener en cuenta que no resultó nada fácil soportar presiones como las que, desde todos los flancos y sin pausa ninguna, le asediaron durante los meses previos a la organización del referéndum del 1 de octubre de 2017.
En mayo de 2019 conquistó su escaño en el Parlamento Europeo, institución a la que también ha derrotado, de momento cautelarmente, acudiendo a la justicia europea.
¿No le parece también a usted que el poder judicial europeo es mucho más independiente respecto de la Comisión y el Parlamento de la UE, de lo que lo son los altos tribunales españoles respecto de los poderes ejecutivo y parlamentario del Reino de España? No olvidemos lo de “por la puerta de atrás”, toda una confesión de parte, incomprensiblemente sin consecuencias.
Lo cierto es que la primera semana de este mes de junio ha sido una de esas horribles para el Reino de España, pues a la recuperación por vía judicial de la inmunidad de Puigdemont, Comín y Ponsatí, se ha sumado, solo dos días después, una resolución del Comité de Asuntos Legales y Derechos Humanos de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa en la que se pide a España la libertad inmediata de los “presos políticos”, y también que deje de tramitar extradiciones contra los “exiliados”.
Un informe europeo que, este sí, ha provocado la respuesta del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, aunque con un titular primero, y después un texto, tan contradictorios entre sí, que la ministra González Laya se debe creer que los políticos europeos que leerán su aberración son imbéciles.
La sucesión de acontecimientos en Europa favorables a los independentistas catalanes condenados o perseguidos por el Reino de España ha “matado” el tema de los indultos, y el viernes 4 de junio parecían fuera de tiempo Ferreras y sus tertulianos de “Al rojo vivo” insistiendo en el tema e intercalando imágenes de una recogida de firmas contra los indultos organizada por el PP-Kitchen que, virtualmente, saca de Europa a ese partido. ¿Están Casado y los suyos más cerca de esos marroquíes con los que se reunió diez días antes de que perpetraran el asalto a Ceuta con miles de inmigrantes?
Por cierto, que, hablando de Casado, conviene reparar en el detalle de que ha asumido, de manera consciente y desde el principio, el fracaso total en la campaña contra los indultos. El objetivo de 100.000 firmas en quince días que ha planteado, incluidas las que reciben por Internet, resulta ridículo ante el mucho ruido que está haciendo, sobre todo si las comparamos con las 4.020.000 que consiguió Rajoy en dos meses del año 2006 contra el nuevo Estatuto de Catalunya y que, como ayer mismo nos contaba El Confidencial, se están pudriendo en 876 cajas depositadas en un almacén del Congreso, justo destino para el mucho odio que contienen.
Tampoco se nota demasiado entusiasmo entre los barones territoriales del PP-Kitchen ante la nueva movida convocada en la Plaza de Colón.
Por mucho que Sánchez y Casado intenten ignorarlo, se ha trasladado a Europa el centro de gravedad del problema más importante del Reino de España: el avance sostenido del independentismo en Catalunya.
Hay un detalle más que contribuye a que Sánchez deje resueltos los indultos antes de que finalice este mes de junio.
Hay viajes del rey a Barcelona previstos para el día 16, Cercle d’Economía, y para el 27, WTC, algo que aprovechará Sánchez para vincular la concesión de los indultos con las noticias sobre Felipe VI en Catalunya, cosa que lleva el valor añadido de incomodar mucho al PP-Kitchen, metidos en una más de las iniciativas mal calculadas de Casado. Al margen de las nuevas firmas del odio, en la concentración de Colón, para la que me atrevo a pronosticar un fracaso imposible de disimular, se verán miles de pancartas de apoyo al rey, para que no se olvide de quienes son los que de verdad están dispuestos a “lo que sea necesario” para defender su más estimada herencia de la dictadura franquista.
Pero, sobre todo, Sánchez quiere evitar que la aprobación en el plenario del Consejo de Europa de la propuesta a favor de los presos políticos y los exiliados catalanes se produzca mientras Junqueras y el resto siguen en la cárcel. Esa reunión del Consejo comenzará el 21 de junio.
No resultan extraños los rumores de relevos en el Gobierno de Sánchez pues, entre otras cosas, resulta difícil imaginar la continuidad de Margarita Robles.
Para terminar, es necesario destacar que hay quien, sin ser ninguno de los líderes independentistas, sí opina que es el momento de Europa.
Por ejemplo, el catedrático de Derecho Constitucional Javier Pérez Royo. Hace tres días escribió “Por fin llega la hora de la mirada europea”, una reflexión que finalizaba así:
“Lo que será interesante es ver cómo reaccionan los Magistrados del TS y del TC, si sus sentencias son anuladas por vulneración de derechos fundamentales reconocidos en la Constitución española y en el Convenio Europeo de Derechos Humanos. ¿Se les caerá la cara de vergüenza y renunciarán al ejercicio de la función jurisdiccional o continuarán en sus puestos como si no hubiera pasado nada?”.
Si me oyera el catedrático solo le diría que los mencionados pertenecen al mismo grupo de jueces, los del CGPJ, que han estado más de dos años realizando nombramientos a pesar de que su mandato había finalizado. Por tanto, no será por vergüenza que decidan retirarse, si lo hicieran.