Ya he hablado en otras ocasiones, y tomando siempre como referencia las lecturas de Althusser, sobre la manera que la religión pervirtió el pensamiento del ser humano, sabiendo sacar partido de las incertidumbres que le aquejaban y, por lo mismo, creándole confusión a través de las grandes cuestiones que suscitaba la misma. Así, de este modo, y a pesar que esa cosmovisión religiosa ya no lo cope todo, esta no deja de pervivir aún en nosotros a través de las secuelas que nos ha legado.
El otro día, charlando con una amistad que forma parte de un Comité de bioética, me comentaba que en el área de salud en la que desarrolla su actividad, le causaba un cierto estupor el ver como los pocos médicos que practicaba la eutanasia, siguiendo en todo momento la ley, eran considerados unos verdugos por el resto de compañeros que se acogían a la objeción de conciencia para no practicar la misma. He aquí, pensé, esa injerencia religiosa que prima todavía en la mentalidad no solo de bastantes facultativos, asimismo, también, en una parte de la sociedad que tiene como referencia una serie de acuerdos sobre derechos en torno a una confundida dignidad sobre la persona, pues los cuales no solo giran alrededor de unos fundamentos que beben de la propia religión sino, de igual manera, estos no se prestan a una profunda revisión.
La eutanasia presenta un gran dilema ético sobre la intervención médica en una buena muerte. Sobre todos esos factores que pueden llegar a intervenir en la práctica de la limitación de la vida de alguien, siempre contando con la voluntad del enfermo e, incluso, de los propios familiares Así, nos encontramos que un sector la considera muerte digna mientras que otro la ven moralmente inaceptable. Son estos últimos los que me llaman la atención.
Es así, y a partir de aquí, que me voy a remitir en parte a un artículo reciente que escribí: En primer lugar, decir que en nuestro país el caballo de batalla respecto a la objeción de conciencia, y me remito a las fuentes consultadas, es importante resaltar el fuerte empuje religioso, sobre todo desde el sector católico (el cual se refiere a la eutanasia como suicidio asistido).
Es de notar, a la hora de dirimir sobre el tema que nos atañe, un caso ocurrido en Granada en el que se enfrentó la postura de la administración pública con una orden religiosa (la de San Juan de Dios) que tienen un concierto con la Junta de Andalucía para hacerse cargo del cuidado de enfermos paliativos. El conocido como el caso de Inmaculada Echevarría en 2009, un caso junto con el de Ramón Sampedro que abrieron un debate en nuestro país sobre este tema.
Las implicaciones éticas y jurídicas fueron considerables a raíz de esto, sobre todo remitiéndome a unas investigaciones, también tuvo implicaciones, a partir del debate que se produjo, en el cambio de mentalidad en la sociedad española. En un estudio significativo del caso que realizan los investigadores Pablo Simón Lorda e Inés Barrio, se destaca lo siguiente:
Debido a las complicaciones de la enfermedad de la paciente (una distrofia muscular progresiva), esta había vivido en el Hospital de San Rafael (perteneciente a la orden antes citada) durante diez años con un pronóstico incierto (aunque su enfermedad era irreversible). Debido a esto, permanecía todo el rato postrada en cama y con la sola movilidad de un dedo. Como veía que su vida se prolongaba bastante, y esto le ocasionaba tremendas pesadumbres, manifestó su deseo que se le practicara una muere asistida. Quiso que no se le suministrara medicamentos y se le retirara el respirador. La dirección que gestionaba el centro donde se encontraba la paciente, traslado dicha petición al comité de ética de Andalucía. Este dictaminó que dicha petición suponía un rechazo al tratamiento, y que concurrían de acuerdo importantes postulados éticos internacionales. Al final dictaminó (con un solo voto discrepante), con gran revuelo público, que tal solicitud era de acuerdo a derecho (quepa destacar, según mis investigaciones, que con la nueva ley de eutanasia ha habido más apoyo en nuestra sociedad actual y que, de igual manera, anda más alejada de la influencia religiosa que la de ese momento). Las consecuencias de esto, tal como exponen los propios investigadores, es que a partir de entonces hubo una mayor transparencia “en las decisiones éticas al final de la vida”(1)
Existe una confusión a la hora de dirimir el empleo correcto de la eutanasia, algo que se trasladó a la calle y, por ende, al sector sanitario y que ha impedido tener un mejor criterio a la hora de acogerse a la objeción de conciencia (sobre todo por parte de sectores más conservadores y ligados al ámbito religioso). Sobre esto, y porque su criterio coincide con las conclusiones a las que quiero llegar, existe un estudio de varios investigadores sobre ética y muerte digna, que viene a referir que dicho debate solo es posible sin antes exigir “una mayor clarificación terminológica y conceptual, dado el abuso al que ha sido sometida”. Ellos ven cinco escenarios que cito:
- Eutanasia y suicidio asistido.
- Limitación del esfuerzo terapéutico.
- Rechazo de tratamiento
- Sedación paliativa
- Suspensión de atención médica por fallecimiento
Según los propios investigadores: “solo el primero carece de acuerdo ético suficiente en la sociedad española y es el centro de la controversia sobre la muerte digna. En los otros cuatro escenarios, que no son en ningún caso eutanasia, si existe ya un amplio grado de acuerdo ético y jurídico que ampara las actuaciones de los profesionales”(2) Con lo cual, después de realizada estas lecturas y contrastarlas con la opinión pública, pienso, por un lado, la importancia que tiene el tratar de clarificar el significado de este tipo de prácticas para hacer ver a toda aquella persona que objeta por estos motivos, que la misma respecta la dignidad de la persona y que se debe situar más allá del propio ámbito religioso. Es así, pues, que debemos abrir un debate para revisar ciertos criterios que han quedado no solo anclados en el pasado sino que también están pervertidos por esa filtración religiosa.
- Simón Lorda, P. y Barrio Cantalejo, M. (2008) El caso de Inmaculada Echevarría: implicaciones éticas y jurídicas. Intensiva vol. 32 nº9, scielo.iscii.
- Simón Lorda. P. (coord.) (2008), Ética y muerte digna: propuesta de consenso sobre un uso correcto de las palabras, Rev. Calidad asistencial Vol. 23, nº 6, eldevier.es.