En esta ocasión el médico investigador Boris Pérez llegaba tarde a una cita, y en el camino iba pensando en dos navajas. La primera de ellas es la Navaja de Ockham. Se trata de un fraile franciscano inglés que formuló un principio filosófico según el cual, cuando dos o más explicaciones se ofrecen para un fenómeno, es preferible la explicación completa más simple.
En el caso de Boris, podía elegir entre dos explicaciones para justificarse. Podría decir que llegaba tarde porque se había quedado dormido, o decir que una nave extraterrestre le abdujo y devolvió a la Tierra con retraso. Ambas explicaciones justificaban su tardanza, pero la primera es más simple y la preferible según Ockham.
El principio de Ockham creó una gran controversia, y en el siglo XVI se le añadió en nombre de Navaja, por la broma de que afeitaba como una navaja las barbas de Platón. La controversia se mantiene hoy día, pero Boris piensa que Ockham se refería a qué va a pensar la persona que recibe la excusa.
De esta manera, ante un suspenso el estudiante puede decir que no estudió lo suficiente, o también que el suspenso es la consecuencia de un plan orquestado por la CIA para impedirle acabar sus estudios. La persona que recibe la excusa se quedará con la primera opción, porque es la más simple.
La otra navaja en la que pensaba Boris camino de su cita, es la Navaja de Hanlon, que dice que no hay que atribuir a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez. Einstein, en cierta forma, avalaba esta teoría cuando decía que “solo hay dos cosas infinitas: la estupidez humana y el Universo, pero no estoy muy seguro acerca de este último”.
En conclusión, pensó Boris, es mejor no buscar excusas, pero si usted se ve en la obligación de esgrimir alguna, conviene pensar en la que sea más sencilla y le haga parecer una persona estúpida, porque será la excusa más creíble y le hará parecer una persona honesta, y la honestidad compensa con creces a la estupidez ocasional.
Este artículo de opinión llegó con retraso a Diario 16, porque se me olvidó adjuntar el fichero al cuerpo del mensaje, algo que responde a un meticuloso plan orquestado por la CIA, menos mal que, al poco tiempo, los extraterrestres me avisaron.