Al igual que sucede con la mayoría de los acontecimientos que se producen aparecen, fundamentalmente cuando se trata de hechos excepcionales, exégetas o personas que interpretan o tratan de comentar lo sucedido.
Pasados estos primeros días de enorme dramatismo por las consecuencias sufridas por los terribles desastres acontecidos, fundamentalmente en Valencia, sí que podemos analizar o pronunciarnos en torno a determinadas posturas.
La primera, la científica. Ya nadie, mínimamente inteligente puede negar el cambio climático aumentado por muchas decisiones erróneas del factor humano. Tampoco, parece ser, que ninguna persona sensata debe pronunciarse en torno a la importancia de los servicios públicos para paliar y acomete las acciones, que bien prevengan o bien actúen, cuando se producen las tragedias.
Pues bien, da la casualidad que, precisamente son los sectores negacionistas, individualistas, próximos a la extrema derecha, los que han clamado, incluso utilizando la violencia, para demandar contradicciones en sí mismo: un Estado fuerte, pero a la vez menos impuestos, una presencia de las instituciones y de la toma de decisiones de las autoridades, pero a la vez una apelación a que la solución no viene en ellos sino en lo que han dado en denominar “ el pueblo”.
Todo ello aderezado con imágenes muy evidentes del papel desempeñado por miles de inmigrantes, otro elemento importante a tener en cuenta, que han padecido ( como parte del eslabón más vulnerable de la sociedad) estos sucesos pero que, a la vez, han demostrado su pasión por ayudar. Y ahora, desde la extrema derecha, ¿tampoco hay opinión al respecto?
Creo que tenemos un amplio espacio, no solo para corregir sino para aprender. Se necesita un Estado potente, que cuente con unos servicios públicos que en estos casos han demostrado ser insuficientes dada la dimensión del drama y, por consiguiente, es posible que se precise para situaciones como las que vivimos un mayor esfuerzo fiscal, un aumento especial de impuestos.
Al mismo tiempo se alaba el voluntarismo de la sociedad civil: ya sea aportando mano de obra o ya sea con aportaciones materiales de comida, artículos de limpieza, higiene,sanitarios... ( imprescindible la coordinación). En este sentido, coincido con la llamada de los responsables a que es mucho más efectiva la colaboración económica y el aumento de recursos humanos que, entre otras cosas, sirve para dinamizar la economía local y para mejorar la distribución de manera mucho más eficaz.
La solidaridad de la ciudadanía es elogiable, y más ante estados de desesperación, retrasos evidentes o la conciencia de no estar parados en casa o cenando tranquilamente mientras miles de personas lo han perdido absolutamente todo o buscan a sus familiares. Si bien, parece más efectivos modelos como del de USA donde la gente es más consciente y atiende las llamadas de alerta, incluso aunque luego se demuestren no tan devastadoras ( como en el último caso de Florida). En España, al contrario, ha habido incluso testimonios de actitudes temerarias de personas que han preferido salvar o pelear por sus recursos materiales ( cuando no les ha pillado por sorpresa y sin posibilidad de reaccionar) antes que por sus vidas.