Todo lo que ha acontecido durante la celebración del Mundial de fútbol deja claro que el periodismo deportivo ya no existe. Es otra cosa. Posiblemente un espectáculo que cuelga de oro espectáculo con una alta carga autorreferencial (¿no han visto a los teleñecos de la noche dando como noticia sus partidos de fútbol?). Los “progres”, esos que van de dignos diciendo que elles no siguen el deporte, dicen que todo ese espectáculo es alienante. En sí, como se sabe desde Guy Debord, cualquier espectáculo bajo el capitalismo es alienante, pero el fútbol no lo es más que el cine o la política de la que participan esos mismos progres. Ese no es el problema realmente.
El periodismo en general debería informar. En el caso del deporte sabiendo que existe cierta carga de subjetividad porque los números, esos que el Chips y Pedrito numeritos toman como algo sacrosanto descontextualizado, no explican gran cosa. Un jugador puede haber metido diez goles y no haber supuesto nada para su equipo durante una liga. Lo mismo sucede con otros deportes como el baloncesto, donde turrita Doncic tiene unos números espectaculares pero no gana lo que tiene que ganar. Hay subjetividad y cómo se maneje es fundamental para hacer llegar la información. Realmente era fundamental para hacer llegar la información, hoy la competencia directa hace que el periodismo deportivo sea otra cosa.
Cambio de paradigma
Con la irrupción de las plataformas televisivas o digitales (de pago o pirateadas), el deporte llega directamente al espectador. En muchos casos ya no necesita, como anteriormente, que le cuenten lo que ha sucedido durante del desarrollo del juego sino otro tipo de información suplementaria. En cierta manera lo que requiere ese consumidor de deporte es análisis. Bien es cierto que en los deportes minoritarios (o que coinciden con los mayoritarios en horario) todavía queda algo de información, pero en los mayoritarios poco o nada. Lo mismo sucede con otro tipo de información, como la política, donde directamente los sujetos informan mediante redes sociales.
El análisis y la retroalimentación no son malos en sí mismos, siempre y cuando sean realizados por personas cabales, con conocimientos y que se basen en hechos reales, no en deseos, mecanismos ideológicos (que en el deporte existen) o intereses de terceros. Sorprende, si ustedes revisasen las materias de los grados y los postgrados, que existan ciertos politólogos que parecen saber de todo y cuando se fijan en sus currículos de eso no parecen haber estudiado nada. Como sucede con otras profesiones, en especial el periodismo. El análisis realizado por ignaros de ciertos temas al final sólo puede tener una intención, manipular. Para el lado que sea, pero manipular. En el deporte sucede lo mismo, son los intereses de terceros los que acaban primando.
La radio está podrida
Los medios de comunicación deportivos en España han dejado de informar y de analizar para pasar a ser aparatos ideológicos de los poderosos (presidentes de fútbol, fondos de inversión, directivos de plataformas…). Si se fijan, las personas que escuchan, o al menos lo intentan, la radio jamás van a saber qué sucede en un partido de fútbol. La retransmisión del partido, fundamental en un medio como la radio, ha dejado paso a un continuum de chascarrillos, idioteces y ocurrencias de unos señores que, en muchas ocasiones, parecen ir mamados.
Donde cabía cierto rigor informativo, ahora lo que existe es cachondeo y análisis sobre algo que se desconoce en realidad. Lanzan soflamas ideológicas y partidistas. Por ejemplo, si se está en las semanas de atizar al Cholo Simeone, ustedes no escucharán el partido del Atleti sino críticas al entrenador. Si ustedes son de uno de los no tres equipos que más venden, ni sabrán qué pasa con su equipo. En este Mundial habrán comprobado que no ha habido retransmisión de la selección nacional sino la búsqueda de atizar a Luis Enrique. A eso se dedican en las radios durante los partidos, en el resto del tiempo es sólo adoctrinamiento y búsqueda de los intereses de terceros. Como sucede en el resto de canales de información.
Carencias éticas
Alfredo Relaño, en algo que le honra porque así todo el mundo sabe a qué atenerse, dijo hace tiempo que abandonó el periodismo por el nacionalmadridismo porque le era más rentable. Otros no han tenido esa honradez pero están instalados en los aparatos ideológicos del nacionalmadridismo. En Barcelona está el nacionalbarcelonismo como mecanismo contrahegemónico. Y no hay nada más. Algún valiente que intenta asomar la cabeza por el Atleti, por el Valencia o los equipos vascos, pero nada más. Todos, sean del equipo que sean, están bajo el imperio nacionalmadridista. Que no es algo que haya inventado Florentino Pérez, aunque lo haya potenciado hasta la conversión en aparato ideológico en el Estado español. Lo que no es nacionalmadridista es malo. Y al nacionalbarcelonismo se le permite la existencia por aquello de aparentar no estar bajo una dictadura ideológica.
Todo esto indica que la ética profesional es inexistente. Todo está tamizado, muchas veces de forma inconsciente, por el nacionalmadridismo. Es sabido que cualquiera que asome la cabeza más allá de las reglas establecidas por el sistema acaba en el paro. De ello ha aprendido Miguel Ángel Gil y tiene acongojada a la prensa que cubre a su sociedad deportiva. En Prisa no van a decir nada malo de él, sí de quien le interesa a él, porque es amigo y tiene negocios con el principal accionista. En otros lares tragan porque tragan con otros. No impone, como se hace desde otras presidencias, una agenda ideológica pero sí vetos a la información. Esto es la prensa deportiva española.
Aparatos ideológicos
Una vez que tragan con ser unos meros teleñecos, esto es, unas simples marionetas en manos de poderosos, ya da igual todo. Desde el nacionalmadridismo todo lo que huela a barcelonismo y atletismo es malo. Por ejemplo, Koke, que ha jugado dos ratos en el Mundial, es catalogado como un fracaso absoluto. ¿Le han visto jugar? Ni les hace falta, tenían preparados la calificación desde el comienzo cuando dijeron que no debía ir. A Ferrán lo están acribillando desde Madrid. Desde ese Madrid donde todos los periodistas van con Brasil o algún equipo que no es España. Están ejerciendo su trabajo como aparatos ideológicos. Y como todo aparato ideológico acaba teniendo poder suficiente para condicionar las mentes y las acciones de ciertas instituciones.
Como se dijo ayer, son tan estúpidos, por soberbios, que pedían el cese o la dimisión de Luis Enrique cuando ya no tenía contrato. Lo bochornoso fue la alegría que tenían ayer, celebrando las derrotas de la selección española, cuando se comunicó que no seguiría. Les ha faltado juntarse todos a celebrar. Pero como son muy de ir de gañote a ver quién se rascaba el bolsillo. Ni una información, ni un análisis realista, todo ideología acorde al nacionalmadridismo (bajo ese parámetro eligen a los “analistas”). Porque como ideología dominante no permite que nada se escape a su control. Y ya van dos seleccionadores que no han controlado. Y al que llega ya le van marcando el terreno.
La opción benedictina
Rod Dreher decía en un famoso libro (La opción benedictina) que los cristianos deberían retirarse de la vida pública de este sistema decadente y construir comunidades pequeñas donde sobrevivir. Lo mismo sucede con las personas de otros equipos que no sean Real Madrid y FC Barcelona. No son pocos los podcasts y los canales interactivos donde se reúnen en busca de análisis (en algunas ocasiones más duros que la prensa “oficial”), huyendo de los aparatos ideológicos. Huir de los medios-aparatos ideológicos para refugiarse en comunidades más pequeñas. Las cuales no tiene por qué ser unívocas. Podrían ser plurales.
También hay otros medios minoritarios (deportivos o generalistas) donde encontrar artículos que son más o menos informativos. Porque esa es otra, ni con los fichajes son capaces de informar estas gentes. Los teleñecos de la noche suelen hacer suyas informaciones de otros compañeros poniendo el cartel de “exclusiva”. O directamente quitándoselas a los insiders que pululan por las redes intentando buscar información de fichajes (muchas veces les cuelan bacaladas, pero lo intentan). Salvo que se lo cuenten los jefes del cotarro no aciertan a informar ni en lo que queda como información: los fichajes. De hecho, Haaland y Mbappé están ya en Madrid ¿no?
Post Scriptum. El problema de todo lo anterior no es solamente el daño que hacen a la profesión o al deporte. Lo peor es que cualquier día un desequilibrado, de los que abundan en el fútbol, va a “demenciarse” del todo y ocurrirá una desgracia. No sería la primera vez que le dan una bofetada a un periodista y la soberbia de creerse intocables puede provocar un guantazo o algo peor.