Si tuviéramos que definir el movimiento Hippie en pocas palabras diríamos que es un experimento de ingeniería social creado para intentar vampirizar y parasitar al Rock and Roll en la segunda mitad del siglo XX ante el peligro que este fenómeno cultural representaba para los dirigentes del orden mundial de aquella época.
A mediados de 1950 este nuevo género musical derivado del Rhythm and Blues se convierte para millones de jóvenes de todo el planeta en un modo de vida, una actitud y una forma de enfrentarse al mundo desde la rebeldía y la autoafirmación.
Esta tendencia debe ser erradicada y, por ello, el instituto Tavistock en 1966 pone en marcha el experimento Hippie promoviendo el consumo masivo de drogas como la marihuana, el hachís, la heroína o el LSD con el objetivo de mermar las capacidades creativas y la actitud transformadora de aquella juventud empoderada.
Los Hippies se convierten automáticamente en algo antagónico al Rock and Roll y la actitud combativa, rebelde y contestataria es sustituida por el buenismo, la dejadez, la apatía y la ausencia de aseo, justo lo que buscan las élites para poder manipular a esas masas imberbes.
Pero como todo movimiento artificial... el de los "enemigos del jabón" fracasa estrepitosamente tan sólo una década después de su creación dejando tras de sí un enorme reguero de muertes por sobredosis, delirios lisérgicos y enfermedades derivadas de la ausencia de higiene mental y física.
A mediados de 1990, casi treinta años después el movimiento Hippie reaparece por sorpresa, esta vez reciclado en dos ramificaciones muy marcadas, una enfocada a la falsa espiritualidad a la que llaman "New Age" y otra más mugrienta a la que conocemos vulgarmente como "Perroflautismo".
Mantras hackeados, promiscuidad disfrazada de libertad sexual, prácticas parasitarias, drogas, alcohol, etc... Todo estudiado para reducir capacidades, anular personalidades y dejar al individuo a merced de quienes mueven los hilos facilitando el trabajo a aquellos que intentan dominar el mundo. Por todo ello, y a tenor de lo arriba expuesto, seguiré afirmando le pese a quien le pese: LONG LIVE ROCK AND ROLL. ¡FUCK YOU HIPPIES!!
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