Francisco-Villena.jpg

La felicidad es opcional

18 de Agosto de 2024
Guardar
La felicidad es opcional

En la superficie, dirán que llevo una vida tranquila, que soy otro más de esos idiotas que van por ahí, sonriendo como imbéciles, ignorando que el mundo se va al carajo. Pero no se equivoquen, mi felicidad no es un accidente ni un capricho del destino, sino una decisión calculada, una elección consciente y deliberada. Disfruto de mi soledad, porque me soporto mejor que a los demás, pero nada me llena tanto como estar con esa manada selecta a la que llamo familia, esos pocos que aún tolero y en quienes deposito mi confianza.

Esta mañana, bajo el amanecer de Cartago, mientras las sombras de la noche se disipan y la luz desnuda todas las miserias de esta especie ruin y atropelladora, siento una alegría inmensa. No por lo que me rodea, sino por lo que guardo en la memoria, esos días recientes que se esfumaron como suspiros y los que aún están por venir. Imagino las risas, las mesas rebosantes de comida y vino, y sé que cuando mire a mi alrededor, entre esas caras conocidas, sentiré una felicidad profunda. Pero, ¿qué carajos es esa felicidad? ¿Un capricho del azar? ¡Por favor! No fue la suerte la que me trajo hasta aquí, sino una cadena de decisiones, algunas estúpidas, otras temerarias, que tomé sin arrepentirme, incluso enfrentando las adversidades, o tal vez, quién sabe, por ellas.

Hoy me siento agradecido, no por lo que tengo, sino por lo que he elegido. La felicidad no es un accidente, es una opción, una maldita elección. En un mundo que tiende al caos, en una sociedad que se derrumba como un castillo de naipes, ser feliz es un acto de resistencia, una rebelión que pocos logran comprender. Y en estos tiempos, donde la mayoría moral surge de los rincones más oscuros, es más urgente que nunca. El abuso de poder, esa constante en manos de instituciones podridas, masas manipuladas, medios vendidos, políticos traidores y figuras públicas que no valen un duro, es un recordatorio de que esta sociedad está al borde del colapso. Donde hay poder, hay abuso, y cerrar los ojos ante esta realidad es un crimen.

La felicidad, entonces, no es un refugio accidental, es una meta, un camino que hay que recorrer con decisión, incluso en medio de la tormenta. Elegir ser feliz, a pesar de todo, es una prueba de que aún tenemos control, de que somos dueños de nuestras vidas y nuestras almas. No se trata solo de nuestro placer egoísta, sino de algo más profundo: de mostrar a aquellos que han sido pisoteados que la justicia se pelea, se arranca y se gana.

Al final, la felicidad es mucho más que una simple emoción. Es una declaración de guerra contra la desesperanza, una elección que hacemos una y otra vez. La esperanza es una herramienta feroz. Es decir: "A pesar de todo, viviré con propósito y satisfacción". Y esa elección, terca y difícil, es la que debemos hacer todos los días, a cualquier edad, con plena conciencia de su poder transformador. Si van a ser felices, háganlo rápido, antes de que el mundo les devore.

Lo + leído