Sabías que, en el año 1994, con gobierno socialista, el 88,7 por ciento de los españoles se sentía muy/bastante orgulloso de ser español. Que, con Aznar, el porcentaje más bajo llegó al 83,7 por ciento. Con Zapatero, al 83,3 por ciento. Con Rajoy, al 76,1 por ciento. Y con Pedro Sánchez, ha subido el porcentaje de españoles que se sienten muy/bastante orgullosos de ser españoles, hasta el 79,3 por ciento, según los datos de distintas encuestas del CIS.
Pero, aun así, otro año más, la Fiesta Nacional se ve empañada por la sed de poder de un PP que no respeta las instituciones democráticas. Si es despreciable utilizar la frase “que te vote Txapote”, para intentar desgastar al presidente del gobierno y conseguir un puñado de votos, como ya hizo en las elecciones de mayo y julio pasado, más aún lo es, seguir haciéndolo, tras el fracaso de la investidura de Feijóo y la petición de muchas víctimas del terrorismo de que abandonen esa estrategia.
¿Cuál será el próximo espectáculo? ¿La jura o promesa de la Constitución de la Princesa, en el Congreso el próximo día 31 de octubre? ¿O reservan el circo para el debate de investidura del actual presidente del gobierno?
Estamos hablando de cuestiones muy serias, que parece mentira que el PP todavía no haya aprendido. El respeto y la lealtad institucional son básicas en democracia. Sin ellas, la historia demuestra que al final la barbarie y la sinrazón destrozan las sociedades y a sus habitantes.
Es irresponsable, por parte del PP, continuar con una estrategia de incremento de la polarización y de la crispación en España, porque van a terminar rompiendo la convivencia en las calles.
Es irresponsable, por parte del PP, seguir pensando que todo vale para llegar al poder, porque ese pensamiento, pero sobre las acciones que conlleva, van debilitando día a día la democracia y dan paso a una barbarie de la que después no se harán cargo cuando ocurra alguna desgracia, que ocurrirá si esto no se para.
Desde que el PP comenzó este nuevo capítulo de crispación, en el año 2018, cuando fue desalojado de La Moncloa con una moción de censura, los españoles no solo perciben y sufren la crispación, sino que la rechazan. Así:
- Casi nueve de cada diez españoles consideran que hay mucha crispación en España. Un dato que va desde el 86 por ciento del año 2022 al 91 por ciento del año 2018, según los datos del CIS.
- A 8 de cada 10 españoles les preocupa mucho la existencia de crispación política. Concretamente, le preocupaba mucho al 78,5 por ciento de la población en el año 2018. Porcentaje que ha subido hasta el 79,2 por ciento en el año 2022.
- Los españoles, que mayoritariamente piensan que debería hacerse algo para reducir la crispación, también tienen plenamente identificados a los actores responsables de incrementar el clima de crispación, apuntando en especial a ciertos partidos políticos y a determinados medios de comunicación social.
Son momentos de incertidumbres y guerra donde es preciso, más que nunca, el sosiego y el acuerdo en las grandes cuestiones de Estado. Es urgente abandonar la crispación y la polarización, y recuperar la voluntad de solucionar las discrepancias y las diferencias de ideas e intereses a través del diálogo y con posibles acuerdos.
España es plural, dejemos que cada persona la viva como más le guste, sin imposiciones. Los símbolos constitucionales y la bandera de España son de todos, por mucho que algunas fuerzas políticas quieran apropiarse de ellos. Si quieren llevar pulseras que las lleven. Pero por llevarlas no demuestran más compromiso por el bienestar de España y de los españoles que aquellas personas que no se las pongan.
Estos días, de nuevo, los agoreros de las catástrofes y de la ruptura de España están desatados, como casi siempre desde hace décadas. A la cabeza de ellos, otra vez, se sitúa Aznar, para el que España se paró el día que Zapatero ganó las elecciones de 2004.
En casi veinte años, España ha cambiado mucho, algo que tendría que saber un expresidente. Hoy España es más diversa, más plural y mejor, porque está incrementando el bienestar de sus ciudadanos. Está incrementando sus derechos, aunque queda camino por recorrer.
No lo arruinemos con crispación, con polarización y con enfrentamientos estériles que pueden acabar con la convivencia.
Como dijo Asimov: “Negar un hecho es lo más fácil del mundo. Mucha gente lo hace, pero el hecho sigue siendo un hecho”