Según el filósofo griego del siglo quinto (año 499-498), Anaxágoras, que nació en Clazomene, “el hombre piensa porque tiene manos”. La frase es siempre muy atractiva, aunque ya Aristóteles la interpretaban dándole la vuelta: porque tiene manos le habían nacido los demás instrumentos corporales para dar forma y realizar por medio de estos lo que antes fue objeto del pensamiento.
Así que estamos hablando del pensamiento y de las manos, de lo mental y lo material, porque todo está junto. Y esto tiene una profunda relación con la filosofía. De acuerdo con el espíritu de Ortega, somos homo faber: hacemos y realizamos lo que se nos ocurre, que casi siempre es un diseño de algo. Después, con elementos materiales y físico le damos forma.
Los seres humanos siempre estamos haciendo algo todos los días. Hay quien es un artista rápido y, al concebir algo mentalmente, se lanza para hacerlo, cuando otros son más lentos y necesitan mucho más tiempo, pero acaba pasando lo concebido. Siempre nos ocurre cualquier cosa y por eso no somos seres aburridos, sino lo que nos va pasando y por ello nos interesamos. En resumen, ya tenemos algunos conceptos importantes: pensar, hacer, mental, físico, filosofía.
La filosofía tiene que ver con aquello que nos pasa. Lo tenemos siempre presente, porque es nuestra actividad, lo que nos ha pasado y nos pasa. A veces queda muy oculto y solo de vez en cuando lo rememoramos. Hemos tenido un hijo, y ya pasa de los cincuenta. Trabajamos en una empresa, que en otros tiempos nos hizo felices. Muchos son amigos o amigas nuestras, pero nos vemos poco. Hemos tenido un disgusto tremendo. Nos gusta ir de excursión a la sierra y bañarnos en agua fría.
Pues bien, la filosofía puede ser una reflexión sobre lo que nos pasa para repetirlo, si nos pareció valioso, o para no hacerlo nunca más porque nos engañaron. Cambiamos ahora más que antes de aires, de ambiente, de casa, de pareja, de perro y de gato. Cosas, a veces no tan importantes, pero que también nos pasan. Incluso vemos nacer o morir con la correspondiente alegría o tristeza.
Nunca más, decimos, pero luego se nos pasa y volvemos a caer en la misma o parecida situación. Que cretinez, exclamamos, cuando caemos en la cuenta.
Todo eso nos pasa en nuestra vida, en su transcurso. Que vida más infame, decimos, cuando nos hacen una jugada desagradable. O si hubiera sabido lo que me iba a suceder. ¿Y por qué no lo has sabido? Quizás porque, quizás, no lo han proyectado, o sí, pero las cosas no siempre salen como quieres. Por eso la vida va configurando nuestra personalidad, somos así y vamos asimilando lo que nos pasa.
Vida es filosofía, porque esta reflexiona acerca de lo que nos pasa y proporciona recursos de pensamiento o de proyección y realización. No se trata de estar siempre agobiados, sino de darse cuenta de lo que está sucediendo y nos pasa.
Si fuéramos capaces de pensar lo que está ocurriendo, solo en un periodo de tiempo breve, como en el siglo XXI, por ejemplo, cuántas cosas veríamos. Estamos asistiendo a guerras, que no comprendemos, o que juzgamos demasiado blandas. Se dan rebeliones contra gobernantes y políticos, golpes de Estado, que no sabemos cómo acabar, pero es probable que no sean para bien. Cambios climáticos, que todavía niegan a algunos. Sabemos que hay congéneres nuestros que pasan todavía mucha hambre. Existen demasiados desacuerdos, que después se traducen en terribles consecuencias. Hay muchas mujeres en el mundo que tienen que ir cubiertas desde los pies hasta la cabeza, o que no se les permite estudiar, ni trabajar, porque eso es propio de los hombres.
Hay cada día montones de injusticias. Es horripilante que el mar mediterráneo se haya convertido en un cementerio y gobiernos que expulsan a los emigrantes porque vienen de modo ilegal, solo buscando trabajo y comida, ya que en su país no encuentran, mientras otros se gastan miles de dólares cotidianamente en divertirse. Podíamos seguir con una lista más repleta. Hay quien mata a sus propios hijos para vengarse de otra persona. Dejémoslo.
La filosofía da muchos recursos para que podamos pensar en lo que nos pasa y actuar como seres humanitarios. Lleva miles de años entre nosotros, analizando lo que nos pasa y tratando de humanizarnos un poco más. Esta podría ser la religión que nos uniera a todos, una religión común, que luego podría traducirse en creencias particulares sobre esta base común. Siempre nos engañan. No es posible que olvidemos a tantos ultras que la lían con cualquier ocasión y que son muy conocidos y hasta se niegan a que la gente busque a sus antecesores asesinados en guerras fratricidas, cargadas de inhumanidad.
Necesitamos la filosofía para saber qué nos pasa y corregir tantos males por furibundos ataques de tantos fanáticos, a quienes no damos importancia por no pararnos a pensar lo que pasa e impedir, en lo posible, que esto siga corriendo.
Mientras tanto, vae victis! Lo malo es que solemos conformarnos solo con esto y sabemos que no puede ser. Habría que hacer mucho más para solucionar esta barbaridad. Los primeros los organismos internacionales, pero también los particulares, que no podemos esconder la cabeza, porque esta no es ninguna solución. Quizás no podamos hacernos presentes en el mediterráneo, pero tenemos muchas formas de contribuir. Lo que no tiene sentido es simplemente lamentarlo. Hay que pensarlo mucho más y detenidamente.