Julián Molina Illán

Funcionarios y Emprendedores

27 de Noviembre de 2024
Guardar
Funcionarios y Emprendedores

Este artículo pertenece a esa línea de trabajo según la cual vamos analizando los distintos aspectos de las dos ideologías más importantes que tenemos que sufrir y disfrutar la ciudadanía: Neoliberalismo y Socialdemocracia. Aunque estos artículos tienen un fuerte carácter didáctico, yo no me siento maestro de nada, sino más bien aprendiz de todo; pero eso sí, bueno. Y como buen aprendiz voy a compartir con todas vosotras, compañeros, estas reflexiones.

El alter ego de un pepero es el emprendedor. Un Aldama, un Burgueño, un Koldo, un Roldán, un Gómez… gente así. Gente del pelotazo y tentetieso; gente atrevida, con agallas, halcones del negocio, maestros de la plusvalía… dicho de otro modo: gentuza que no vale para otra cosa. Personajes que no sirven para estudiar, o aun habiendo estudiado, no han tenido narices para sacarse una oposición, y tampoco aguantan las órdenes de otro al que consideran inferior a ellos. Y por supuesto se sienten superiores cuando el resultado de su latrocinio es de millones de euros.

Todo se deriva de la más absoluta ignorancia según la cual la sociedad humana es un reflejo de la naturaleza, donde “el pez grande se come al pez chico”; donde el más fuerte, el más rápido, el más audaz, prevalece; y donde a ningún animal de ninguna especie le pregunta su prole, o su estómago, de dónde ha sacado la comida. Simplemente, se engulle.

En primer lugar, la sociedad no tiene nada de natural. No se parece a la naturaleza, y no tiene que ser como ella, sino mucho mejor. Para eso nos podríamos haber quedado en las cavernas siendo una especie más en plena naturaleza. No. La sociedad es un artificio, un invento del ser humano con el objetivo de vivir más y mejor, más organizados, donde la contribución individual es mucho mayor que la suma de las partes, generando un excedente que se transforma en riqueza y desarrollo. No es la pelea o la “ley del revólver más rápido” lo que ha hecho a esta sociedad lo que es, sino la cooperación y la contribución equitativa.

Así pues, un emprendedor es un tipo de persona cuya contribución no es muy deseada por la sociedad al no tener la calidad necesaria, y que se ve obligado por lo tanto a trampear en la vida para poder sobrevivir. De vez en cuando alguno da un “pelotazo”, y a este tipo de persona se la conoce como “emprendedor de éxito”. Y claro, para una vez en la vida que se consigue un auténtico buen “pellizco” no es cuestión de declararlo a Hacienda: “lo de todos es de todos, y lo mío es mío”. Esa es la filosofía emprendedoraneoliberalpepera.

Por supuesto, no todas las personas que emprenden un negocio son unas sinvergüenzas o unos habicholones, pero desde luego no son “lo mejor de esta sociedad”. Entonces, ¿quiénes son lo mejor de esta sociedad? El funcionariado.

Tradicionalmente se ha visto al funcionario como alguien sin ambición, acomodaticio, gris, anodino, vulgar… prescindible. Sin embargo, si el funcionariado no llega más lejos es porque esta sociedad está montada de una manera que limita las posibilidades de progresión de los más preparados. Hay razones psicológicas para ello, pero no vamos a entrar en éstas ahora porque nos iríamos a dos mil palabras. Lo cierto es que una persona funcionaria es una persona que ha estudiado, y que posteriormente ha demostrado, en unas oposiciones, ser mejor que otros que también han estudiado. Luego está el tema de la formación continua: un funcionario, o funcionaria, nunca deja de estudiar. Y tampoco nos olvidemos de la responsabilidad jurídica de todo lo que hacemos, y el servicio público que prestamos. Estamos hablando del funcionariado de la sanidad, de la educación, de la seguridad ciudadana, de la protección de la ciudadanía, de la limpieza, del mantenimiento… el auténtico y verdadero sostén de la sociedad.

Si el personal funcionario no escala más en el ámbito de la toma de decisiones y del poder es porque el auténtico poder gira en torno al dinero, y no en torno al currículum. Si el acceso a cargos y responsabilidades fuera curricular, y no por dedocracia o “democracia partidista de amiguetes”, todo funcionaría mucho mejor, con más eficacia, con muchísimo menos gasto, y muchísima menos corrupción, porque el que lleva toda la vida estudiando y preparándose no se vende por un plato de lentejas. Pero el que no tiene dónde “caerse muerto”, igual sí.

Un saludo a todo el mundo.

Lo + leído