Cada estado tiene sus propios códigos electorales internos, y estos cambian conforme a los tiempos. Desde la escuela, en nuestro país, siempre hemos tenido una especial admiración por el gamberro y el abusón de la clase. El más bestia es el líder y el ejemplo a seguir.
Y cuando nos convertimos en adultos, relajamos nuestras contradicciones y debilidades premiando electoralmente al socialmente más gamberro o rompedor.
Ha quedado claro el mundo que prefieren nuestros conciudadanos. No los engañemos. Aunque solo sea una parte del mundo real, estos continúan apostando por la España de los Botejara, de las monjitas llevando a votar a los viejos, de los periodistas de «El Caso», buscando sangre y sedición, de los Obispos llamando a oraciones por España y de la autarquía, con Valle de los Caídos incluido. Es decir, contra toda razonabilidad y el buen tino. Se ha premiado y se premia al más zafio, y al que la diga más gorda.
Hemos de reconocer, que un diez por ciento de nuestro censo electoral, votó a Chiquilicuatre en Eurovisión, votó a Podemos en sus inicios, votó, después a Ciudadanos, luego a Vox y finalmente, en las últimas europeas, a Alvise. Simplemente, se le votó porque era el más gamberro de las opciones presentadas. Aunque vayan acompañándole notables terraplanistas y nazis en su candidatura.
Y es que al haber asumido y hecho propia de los grandes partidos la política de lo políticamente correcto, han ido sembrando la cizaña que al final los está engullendo.
Al aguar planteamientos políticos, el factor gamberro que siempre preside nuestras elecciones políticas ha ido pasando de partido en partido. De Podemos a Ciudadanos, después a Vox y ahora a Alvise, dejando a Vox con una mano delante y otra atrás y sin recorrido provocador.
Tenemos nuevo gamberro oficial, lo que augura malos tiempos para el anterior gamberro nacido también de forocoches que era VOX.
Y es que con su desparpajo y caradura; hemos de agradecer a “VOX” y al “Partido Popular” que hayan sustituido en nuestro imaginario colectivo «franquista» por «gamberro» a fin de que perdonemos y olvidemos sus delitos y tropelías. Y para esto ha contado con la inestimable ayuda de la alta magistratura del país. Y ahora le toca a Alvise ser “el rey del mambo”.
Habrá también otras causas que han influido, como las persistentes luchas fratricidas, internas y externas para ver quien es el gamberro de cada clase, digo partido político; la absoluta mediocridad de la mayoría de nuestros políticos, el engreimiento de los funcionarios, el “partido judicial” y el desprecio de todos ellos a lo que antes se llamaban las bases.
Y todos los anteriores formando e influyendo al votante para que esté lo más desinformado posible y tenga el menor criterio posible.
Ese “centro” que era “moderado” del que hablaban hace veinte años los sociólogos, ha devenido una masa amorfa de zombis que votan al más payaso, esos payasos que salen en las pelis de terror.