10 de Octubre de 2024
Guardar
Un genio

Todavía recuerdo cuando, siendo un estudiante de COU, en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, exclame con sorna delante de un cuadro de Mondrian: "¿Esto es Arte?". El profesor de Historia del Arte se giró hacia mí y me preguntó: ¿A usted se le hubiera ocurrido hacer un cuadro así? Dije que no por supuesto. "Por eso este cuadro es genial y obra de un genio" me asaeteó mi profesor. 

Esto sirve para la última obra de Coppola, Megalópolis. Una obra maestra total al alcance sólo de los genios. ¿A cuántos cineastas de la horda de mediocridades que asola el cine actual se les hubiera ocurrido hacer una película así? A ninguno. Y menos todavía a esos cineastas que nos martirizan con la serie de películas sobre esa necedad de personaje llamado Batman y sus personajes secundarios como el tal Joker o el Pingüino. 

Megalópolis es rompedora, brillante, original, no te la esperas, te deja boquiabierto, y, al tiempo que presenta destellos de Capra, Kurosawa o Fellini, es totalmente nueva. Por eso es una obra maestra. Digan lo que digan esos críticos que babean con esa tontería total llamada "Guerra Civil". Dentro de 30 o 50 años la gente todavía hablará y analizará Megalópolis, cuya concepción del tiempo a lo Nietzsche, tal como dice Vilas, es rompedora. Y mientras, el 99 % de las películas de este año habrán pasado al olvido. 

Megalópolis además nos recuerda que Coppola es un genio total. Con El Padrino y su segunda parte inauguró el cine clásico; hasta entonces digan lo que digan, el cine no era más que balbuceos, y las interpretaciones a veces rozaban el ridículo, como en muchas películas de John Ford, un director totalmente sobrevalorado. La interpretación contemporánea empieza en El Padrino, que puede ser el equivalente a La Gioconda o a Rafael, es decir el clasicismo puro del Renacimiento. Con Apocalypse Now, Coppola hace el equivalente del Barroco, un cine que se puede comparar a Caravaggio, otro clásico. Y lo más alucinante, es que con La Ley de la Calle se compara con los maestros del Impresionismo, como Manet o Renoir. Lo mismo que con Drácula. Pues bien, con Megalópolis puede compararse con Mondrian, Picasso o con Pollock. 

En un tiempo en el que el cine aburre a las ovejas, en el que se inventan efectos especiales increíbles para distraer al espectador, en el que el mejor cine está en televisión, como por ejemplo el último capítulo de Breaking Bad, que bebe directamente de El Padrino, un señor de 85 años es capaz de sorprendernos y dejarnos boquiabiertos. Simplemente por eso ya es un genio.

Lo + leído