Superados ya los tiempos de Agustín de Hipona y Tomás de Aquino, que defendieron en su doctrina teológico-política la posibilidad de un bellum iustum, e incluso el relato de Michael Walzer, que retoma estas ideas cristiano-medievales desde la perspectiva política laica y de izquierdas, ¿podría legitimarse que la guerra actual puede tener algún tipo moralidad?
Si cualquier guerra produce miles de crímenes y el infierno en la tierra, parece una contradicción hablar hoy de guerra justa. Tomemos como ejemplo la situación en Ucrania o la guerra de exterminio de Israel contra el pueblo de Palestina. Se plantea ahora la cuestión sobre la ética de la guerra. Malditas sean todas las guerras.
Masacrar a un pueblo hasta destruir su identidad, exterminarlo, no tiene ninguna justificación. Con los últimos medios de que se dispone actualmente, se puede arrasar en poco tiempo a toda civilización y sus formas de vida. Esto nunca puede ser justo.
Hacer que estalle la paz, como el título de una de las novelas de Gironella, o imponerla a la fuerza, jamás puede ser una paz justa. Cuando esto suceda, el enemigo se tomará la revancha en el momento en que pueda. Mientras tanto, irá fomentando el odio cotidiano hasta que le sea posible actuar.
Mientras dura la guerra, se va implementando el odio cotidianamente hasta que sea posible actuar con mucha más fuerza. Siempre se verá en el otro al enemigo, y la conciencia seguirá recomiéndose cada vez más. Esto no podrá convertirse nunca en justicia.
Claro que es posible que una paz imperfecta y mala pueda ser una aproximación a la justicia, ya se da una mayor estabilidad.
La cuestión es que no se trata de elegir entre el mal y el bien. Si se tratara de eso, el mal desaparecería inmediatamente, como es la posición del presidente norteamericano, que llevará el 14 de febrero a la reunión de Múnich. Esto no se le escapa a nadie.
El problema es que se debe elegir entre dos males: la continuación de la guerra y no parar al agresor que ataca. De entre estos dos males, ¿cuál creemos que es el menor mal? Ambos son males, pero ¿se puede elegir entre el menor de ellos, por las razones que sean?
En el tratado de paz que se quiere firmar “inmediatamente” en Múnich intervendrán las dos partes en guerra más un tercero, que se autodenomina “el pacificador”, según su autobombo. Los dos presidentes de Estados Unidos y Rusia, llevarán una propuesta a Ucrania, que muy probablemente no satisfará a Zelenski, aunque tendrá que aceptarla, ya que la espada de Damocles pende sobre su cabeza, y todo el poder se le echará encima.
Tendrá que aceptar Zelenski, primero, dejar el territorio del que Rusia se ha apoderado, mediante la guerra. Zelenski solo tiene una pequeña parte que aún está en poder de Ucrania, arrebatada a Rusia.
Segundo, no pedir su incorporación a la OTAN ni a la UE.
Tercero, no exigir que Rusia reconstruya el territorio destruido.
A cambio de ello, recibirá el territorio amputado, donde Rusia no entrará más ni lo invadirá nuevamente con su ejército, según un compromiso firme y firmado. El presidente de los Estados Unidos se compromete a dar a Zelenski una cantidad “significativa” de dólares para reconstrucción de lo destruido, a cambio de recibir las “tierras raras”, que se encuentren en el territorio, como garante de los acuerdos.
Si no acepta, le retirarán todo el armamento americano que estaba recibiendo hasta hoy. Esto se hará inmediatamente, es decir, que ya lo saben mandatarios de Rusia y Estados Unidos. No tendrá más remedio que aceptar. No hay más que tratar, aunque creo que sí lo hay.
Ucrania quedaría territorialmente mutilada, pero seguiría independiente desde ahora. El Ejército ruso no entraría jamás. Esto es válido, pero no suficiente. Ucrania debería volver al estado anterior a la invasión. Ser independiente sin una internacional que la defienda, es imposible. Y Putin no quiere ver por allí a la OTAN. Volver a la situación anterior es difícil, porque se exige a Zelenski que no reclame nada más a Rusia.
Todavía quedan tres aspectos que tratar: el ius ad bellum (las zonas que justificarían ir a la guerra, o recurrir a la fuerza); ius in bellum (medios, límites y fuerza a emplear); ius post bellum condiciones de la paz, responsabilidad por los crímenes cometidos, acciones a efectuar).
Creo que de estos tres aspectos no se tratará, o quedarán en la letra pequeña. Como siempre ocurre en las guerras, los que se consideran vencedores imponen sus condiciones, y más si cuentan con la amistad del imperialismo, que comprará materiales que existen en las tierras Ucrania para sus negocios personales.