Germán Gorraiz López

¿Ha dejado Erdogan de ser un peón útil y fiable para Estados Unidos?

18 de Septiembre de 2024
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¿Ha dejado Erdogan de ser un peón útil y fiable para Estados Unidos?

La nueva doctrina geopolítica de Erdogan pretende dejar de gravitar en la órbita occidental y convertirse en potencia regional, lo que implicaría que la lealtad a los intereses anglo-judíos en Oriente Próximo estaría en entredicho.

Pulso laicismo-islamismo

Hasta ahora Turquía ha vivido polarizada entre un nacionalismo laico, propio de los sectores urbanos más desarrollados, y un islamismo tradicional en el que se ha refugiado la población rural más desfavorecida. y con el afán de refundar la Turquía moderna, Erdogan, nuevo "padre de la patria" (Atatürk), trata de unir islamismo , nacionalismo y europeismo con su entrada en la UE. El Partido de la Justicia y el Desarrollo (Adalet ve Kalkınma Partisi o AKP); a menudo denominado en Turquía Ak Parti", ya que sus seguidores emplean el vocablo en turco Ak, (que significa blanco, limpio, o intachable para identificar a su partido), sería en teoría un partido conservador moderado, de tendencia demócrata-musulmán, a la imagen y semejanza de los partidos demócrata-cristianos europeos, no en vano es miembro observador del PPE desde 2005.

La revuelta de la plaza de Taksim se habría convertido en el epicentro del pulso soterrado entre los seculares (liderados por el Partido Popular Republicano (CHP) y el Ejército (TSK) y los islamistas moderados, encabezados por el AKP y que ya ha sido bautizado como " el otoño turco". Mientras, Erdogan proseguiría con su estrategia de implementar el Estado Erdoganista, (socavando los pilares del Estado Secular que en 1923 implantó el Padre de la Turquía Moderna, Mustafa Kemal) y que se plasmarían en pinceladas como la implantación de la enseñanza del Corán en la escuela Primaria, restricciones a la libertad de expresión en forma de encarcelación de periodistas opositores, la polémica restricción de venta de alcohol y el anunciado despliegue de la policía en los campus y residencias universitarias que podría desencadenar un nuevo Mayo del 68. Sin embargo, Erdogan tendría como objetivo inequívoco la implementación del Estado Islamista-Erdoganista en el 2017, lo que supondría el finiquito del Estado Secular que en 1923 implantó el Padre de la Turquía Moderna, Mustafa Kemal, quien creía que "el secularismo y la europeización de Turquía eran los medios más aptos para transformar su país en una nación industrial moderna", con lo que el kemalismo dejó como herencia una crisis de identidad en la sociedad turca, (europeizada pero no integrada en las instituciones europeas y musulmana pero extraña al mundo islámico).

Turquía se habría convertido de facto en un régimen autocrático, especie de dictadura invisible sustentado en sólidas estrategias de cohesión (manipulación de masas), control de los medios de comunicación y represión social , síntomas evidentes de una deriva totalitaria que se se plasmaría en pinceladas como la implantación de la enseñanza del Corán en la escuela Primaria y las severas restricciones a la libertad de expresión en forma de cierre de medios de comunicación y encarcelación de periodistas opositores (según Reporteros sin Fronteras, Turquía ocuparía el puesto 165 en el Índice Mundial de Libertad de Prensa en el 2023).

¿Erdogan, peón inservible para EEUU?

Erdogan se negó a participar en las sanciones occidentales contra Moscú y compró a China misiles de defensa antiaérea HQ-9 y manifestó su deseo de integrarse en la Nueva Ruta de la Seda permitiendo inversiones del Banco Industrial y Comercial de China (ICBC) y asimismo, habría prohibido a EEUU utilizar su espacio aéreo para lanzar una ofensiva contra Irán, con lo que Erdogan sería un obstáculo para el diseño del nuevo Gran Oriente por parte  de Israel y EEUU. 

En efecto, la nueva doctrina geopolítica de Erdogan pretende dejar de gravitar en la órbita occidental y convertirse en potencia regional, lo que implicaría que la lealtad a los intereses anglo-judíos en Oriente Próximo estaría en entredicho debido al previsible apoyo de Erdogan a la facción palestina Hamas y al consiguiente enfrentamiento con Israel, así como la guerra sin cuartel declarada contra el PPK kurdo y su aliado sirio el PYD que chocaría con la nueva estrategia geopolítica de EEUU para la zona. Así, la obsesión de Erdogan sería impedir el surgimiento de una autonomía kurda en Siria que sirva de plataforma al PKK por lo que el Congreso turco habría aprobado una ley que permite al Ejército turco (TSK) entrar en Siria e Irak para combatir a "grupos terroristas", eufemismo bajo el que se englobarían no tanto el ISIS como el PKK y el PYD kurdo-sirio, aliado y hermano del PKK.

La frontera turco-siria sería el paso natural de los grupos yihadistas para abastecerse de armamento y sufragar el mantenimiento de sus operaciones militares mediante la venta de petróleo a precios irrisorios, términos reconocidos por el general Wesley Clark quien según la televisión libanesa Almanar, reconoció que "Turquía apoya al autodenominado Estado Islámico (EI) aunque nunca lo reconocerá".

¿Doble juego de Erdogan?

La miopía política de Erdogan le habría llevado a planificar el derribo del caza ruso SU-24 en la creencia de que contaría con el respaldo inequívoco de la OTAN y de EEUU. y en el paroxismo de su paranoia geopolítica, Erdogan habría provocado el resurgimiento del contencioso armenio-azerí en forma de las primeras escaramuzas militares en la región del Alto Karabaj, (lo que de facto significa la ruptura del Tratado de Kars entre la URSS, Turquía, Georgia, Azerbaiyán y Armenia (1.921), con el que se ponía fin al enfrentamiento militar armenio-azerí de Nagorno Karabaj), convirtiéndose así Erdogan en la "la bestia negra" de un Putin que esperará pacientemente el momento de tomarse su venganza. Ello, aunado con el chantaje económico a la UE en el tema de los refugiados terminará convirtiendo a Erdogan en un paria internacional y un aliado inseguro para EEUU tras dejar Erdogan de ser un peón útil y fiable para EEUU y convertirse en un obstáculo para el diseño de la nueva cartografía del Oriente Próximo.

¿El TSK asumirá de nuevo el protagonismo?

El Ejército turco (TSK) desempeña un importante papel político en la sombra, puesto que se consideran los guardianes de la naturaleza secular y unitaria de la República siguiendo los postulados kemalistas y los partidos políticos juzgados como anti-seculares o separatistas por el Poder Judicial Turco (a instancias del estamento militar), pueden ser declarados ilegales. Ya en vísperas de la elección de Abdullah Gül como Presidente de Turquía ( agosto del 2007), las Fuerzas Armadas afirmaron que "intervendrán decisivamente en la defensa del laicismo ante los esfuerzos de determinados círculos de socavar los valores fundamentales de la república que han aumentado claramente en tiempos recientes", advertencia próxima a la retórica del Golpe Militar de 1.980.

En los últimos años , Erdogan ha asestado varios golpes a la cúpula militar turca, del que sería paradigma la decisión de Erdogan de relegar de su cargo a tres oficiales de alto rango acusados de formar parte de la trama "Ergenekon", una agrupación ultra-nacionalista compuesta por militares y activistas de marcado carácter laicista, pero también por segmentos de la esfera política, mediática, intelectual y educativa del país, cuyo supuesto cometido habría sido deponer al actual ejecutivo islamista de Erdogan.

Ante esta situación y sin el paraguas protector de la UE (al posponer "sine die" la incorporación de Turquía miembro de pleno de derecho de la UE), la suerte de Erdogan ya estaría decidida por el Pentágono por lo que a pesar del intento fallido de asonada militar en Ankara y Estambul, el ejército turco (TSK) protagonizará un nuevo golpe "virtual" o "posmoderno" que acabará con el mandato de Erdogan, (rememorando el 'golpe blando' de 1997, cuando los generales kemalistas arrebataron el poder al Gobierno del presidente Necmettin Erbakanpor, quien lideraba una coalición islamista). 

Dicho golpe contará con las bendiciones de Washington y Putin al haber dejado Erdogan de ser un peón útil para ambos en el marco del nuevo escenario geopolítico mundial surgido tras el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría entre EEUU y Rusia, quedando Siria y Turquía como portaaviones continentales de Rusia y EEUU respectivamente. 

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